La Vanguardia (1ª edición)

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- I. MARTÍNEZ DE PISÓN, escritor

Ignacio Martínez de Pisón recomienda dos novelas sobre Barcelona: “Por estas fechas las editoriale­s fuerzan la maquinaria e inundan de novedades las librerías. Hay bastantes que parecen interesant­es y aún no he leído, pero no hace falta que insista en cuáles son mis dos libros para este Sant Jordi: el de Juan Miñana sobre Peius y el de Antonio Soler sobre el Noi del Sucre”.

Los dos murieron en Barcelona: Pompeyo Gener, Peius, víctima de la edad y los excesos, y Salvador Seguí, el Noi del Sucre, asesinado por pistoleros de la patronal. Murieron con pocos años de diferencia, Peius en 1920 y el Noi del Sucre en 1923, pero pertenecía­n a tiempos distintos. Más del siglo XIX que del XX, el tiempo de Peius era el de los librepensa­dores, el republican­ismo federal, la teosofía de Madame Blavatsky, la electricid­ad, la torre Eiffel, la fe en el porvenir. El del Noi del Sucre, en cambio, no tenía nada de decimonóni­co: era el tiempo de la Setmana Tràgica, la Escuela Moderna, el anarcosind­icalismo, la Mancomunit­at de Catalunya, la guerra del Rif, la “ley de fugas” de Severiano Martínez Anido. El mundo de Peius, animado por el espíritu de la belle époque, rezumaba un optimismo algo insensato, mientras el del Noi del Sucre, alertado por los desastres de la Gran Guerra, se preparaba para un futuro cargado de funestos presagios.

Dos libros recientes, los dos de gran calidad literaria, han vuelto a poner de actualidad ambas figuras. En El cielo de los mentirosos, Juan Miñana traza un hilarante y al mismo tiempo conmovedor retrato de Peius: un hombre que se define como “un pensador y un científico con alma de artista” y cuya principal obra es él mismo, el propio personaje, ególatra, fabulador, sablista, un bon vivant desdeñado por unos e idolatrado por otros. Por su parte, en Apóstoles y asesinos, Antonio Soler nos presenta a un Noi del Sucre consagrado (y se diría que predestina­do) a la lucha obrera, un activista precoz y agitador incansable en torno al cual se va tejiendo una tupida trama de lealtades, alianzas, enfrentami­entos y traiciones en la que no faltan nombres que eran ya o acabarían siendo ilustres, como Francesc Layret, Lluís Companys o Ángel Pestaña.

En esa Barcelona de hace cien años (en la que, como ha recordado Andreu Martín, se mataba más que en el Chicago de la época), las trayectori­as de Peius y el Noi del Sucre se cruzan constantem­ente sin llegar nunca a tocarse: vividores y revolucion­arios habitaban en mundos diferentes dentro del mismo mundo. Los que sí parece que en cualquier momento pueden saltar de las páginas de un libro a las del otro son los personajes secundario­s, toda esa rica fauna de matones a sueldo, soplones de café, proxenetas sin escrúpulos, busconas obsequiosa­s, señoritos tarambanas, poetas famélicos, jóvenes visionario­s, etcétera, que se mueven más o menos

Mis dos libros para este Sant Jordi son: el de Juan Miñana sobre Peius y el de Antonio Soler sobre el Noi del Sucre

por los mismos sitios: las callejuela­s de en torno a la Rambla, los cafés del Paralelo, la cola ante la entrada de la cárcel Modelo.

Muchos de esos lugares aparecen en la amplia selección de fotografía­s y material gráfico que desde hace un mes se expone en el Palau de la Virreina. La exposición nos invita a recorrer la historia de Barcelona desde la invención de la fotografía hasta nuestros días. Tienen especial interés las salas que ilustran el desarrollo de la ciudad entre la Exposición Universal de 1888 y la Exposición Internacio­nal de 1929: son los años del modernismo, los años en los que Barcelona se consolida como gran ciudad, en los que define su estilo y adquiere una personalid­ad caracterís­tica que le marcará para siempre.

Esa Barcelona modernista que vemos crecer de foto en foto es precisamen­te la de Peius y el Noi del Sucre. A los libros de Miñana y Soler les ocurre como a tantas otras novelas barcelones­as: que la ciudad acaba erigiéndos­e en coprotagon­ista de la historia. Toda novela que transcurre en Barcelona tiende a convertirs­e en una novela sobre Barcelona. Hace casi veinte años, Sergi Pàmies publicó La gran novel·la sobre Barcelona, un título irónico porque no se trataba de una novela sino de una colección de relatos, un título asimismo que implícitam­ente reconocía la existencia de ese peculiar género literario: el de las “novelas sobre Barcelona”. El blog Barcelonal­libres.cat tiene una sección que recoge nada menos que un centenar de candidatas al título de “gran novela sobre Barcelona”. El valor literario de algunas de ellas es relativo, pero por suerte no falta literatura de la buena: Josep Maria de Sagarra, Mercè Rodoreda, Carmen Laforet, Eduardo Mendoza, Juan Marsé... Que Barcelona haya inspirado algunas de las mejores obras de estos y otros autores fue decisivo para la designació­n por la Unesco como Ciudad de la Literatura. Hubo otros factores que también influyeron. Uno de ellos fue la condición de capital de la industria editorial en lengua española. Otro, la tradición de celebrar en las calles la Fiesta del Libro. Mañana sábado es precisamen­te 23 de abril. Por estas fechas las editoriale­s fuerzan la maquinaria e inundan de novedades las librerías. Hay bastantes que parecen interesant­es y aún no he leído, pero no hace falta que insista en cuáles son mis dos libros para este Sant Jordi: el de Juan Miñana sobre Peius y el de Antonio Soler sobre el Noi del Sucre, dos novelas en y sobre Barcelona.

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ÓSCAR ASTROMUJOF­F

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