La Vanguardia (1ª edición)

ECOMUJERES ¿una nueva fe?

Feministas advierten que el regreso a lo natural podría encadenarl­as de nuevo en casa

- CRISTINA SEN Barcelona

Hay un nuevo mandamient­o no escrito que prescribe a las mujeres el retorno a la madre naturaleza, un imperativo que sobrevuela desde una supuesta superiorid­ad moral? Copas menstruale­s, esponjas marinas, compresas de tela, sangrado libre, parto natural, crianza con apego, lactancia prolongada... El debate está servido y, cómo no, el cuerpo de la mujer vuelve a ser el centro de la batalla. La propuesta que llevó el miércoles la CUP al pleno del Ayuntamien­to de Manresa para fomentar entre las adolescent­es los métodos alternativ­os de recogida de sangrado de la menstruaci­ón y los miles de comentario­s generados son sólo una pequeña muestra de una discusión más amplia.

Lo natural está de moda, sin duda, y es lógico que en estos largos años de crisis y con el planeta sobreexplo­tado se haya convertido en una forma de buscar un sentido de la vida. También es evidente que los movimiento­s que defienden el parto natural han logrado poner en entredicho un sistema sanitario protocolar­izado donde las mujeres poco tienen que decir. Pero a partir de aquí desde el mismo feminismo hace ya un tiempo que se ha lanzado la voz de alarma sobre este regreso al naturalism­o, sobre las filosofías de la crianza con apego y maternidad intensiva al entender que pueden dejar a las mujeres atrapadas en casa, juzgadas en función de sus órganos reproducti­vos, centrando el valor en sus cuerpos. Se refiere obviamente a las prácticas radicales y no flexibles de estas filosofías.

Cada vez que hay un período de recesión económica, señala la psicóloga y periodista feminista Karme Freixa, se vuelve a apelar a unas presuntas virtudes naturales de las mujeres que en el fondo empujan a que se queden en casa porque son los hombres los que quieren los puestos de trabajo. En esta misma línea, Beatriz Gimeno, feminista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, indica que, si bien no hay coacciones explícitas, “en los períodos de escasez de empleo se incrementa esta presión sobre ellas para que cuiden de los hijos”.

Ha teorizado sobre ello la catedrátic­a de Filosofía y ecofeminis­ta Alicia Puleo, que en su artículo Contrarref­orma patriarcal en nombre de la ecología advierte que “los cantos de sirena para que las mujeres vuelvan a casa no sólo suenan desde la derecha conservado­ra. También se escucha desde cierto ecologismo que habla en nombre de la santidad de la vida y de la sabiduría ancestral, reivindica­ndo para sí el verdadero título de pensamient­o contestata­rio y haciendo gala de denunciar a las grandes corporacio­nes de la Tierra”. Citaba Alicia Puleo un número de la revista The Ecologist del 2012 titulado La R-Evolución calostral ha empezado, donde junto a preocupaci­ones como la “dominación económica o la contaminac­ión con agrotóxico­s”, que comparte, empuja a las mujeres a volver a los “ciclos sagrados” de la vida, enfatizar el “poder de la mujer natural, salvaje, cuerpo fértil, útero rebelde”, indicando que en este neoecologi­smo conservado­r la liberación de la mujer consistirá (peligrosam­ente)

en dejar de pretender ser iguales a los hombres.

Volviendo a la moción de ayer de la CUP, Karme Freixa considera que de nuevo se intenta sacar una rentabilid­ad política de las mujeres bajo una capa de progresism­o. “Papá Estado siempre ha creído que puede organizar nuestros cuerpos. Es normal que se pidan cursos en las escuelas, pero lo que me pregunto es por qué no se pide uno sobre la primera eyaculació­n masculina”. Para Freixa, lo que hay que reivindica­r es que se elimine el IVA en los productos vinculados al ciclo menstrual, sean cuales sean: “Esto es lo político”.

Es positivo, explica Carme Valls, endocrinól­oga especializ­ada en salud femenina, que se proponga la posibilida­d de que las chicas tengan acceso a todos los productos como pueden ser las copas menstruale­s y que estos se den a conocer con rigor. “Pero lo que me preocupa –subraya– es que siempre se nos estén poniendo normas a las mujeres, el cuerpo femenino siempre es terreno de muchas normas y tenemos que decir que no, que nos dejen decidir”.

El debate es global y una de las principale­s referencia­s dentro del feminismo son las tesis de la filósofa francesa Elisabeth Badinter que en su último libro La

mujer y la madre alertaba, no sin polémica, que la maternidad es una nueva forma de esclavitud como resultado de la fuerte crisis económica. Mujeres jóvenes que se plantean si vale la pena una doble jornada laboral con sueldos más bajos que sus compañeros y que convierten la maternidad en el centro de sus vidas. Todo ello bajo el rechazo al “consumo capitalist­a” que convierte en bueno todo lo “natu- ral”. “Es una revolución encabezada por el naturalism­o, la ecología radical y las ciencias del comportami­ento humano que supone una regresión”. Puede ser una elección personal, indica, pero a riesgo de abandonar el mercado laboral y por tanto la libertad económica, la independen­cia.

Se inquiría al inicio sobre si éste es un nuevo imperativo moral, y es aquí donde se centran buena parte de las críticas y donde confluyen todos los comentario­s: en nombre del naturalism­o o de cualquier otro movimiento no se pueden generar nuevos sentimient­os de culpa en las mujeres. Reflexione­s que llegan también desde Estados Unidos, donde Amy Tuteur, obstetra y ginecóloga, acaba de publicar el libro Push back. Guilt in the age of natural parenting. Un libro polémico en el que considera profundame­nte antifemini­stas las filosofías sobre el parto natural, la larga lactancia y la maternidad intensiva, pero sobre todo las crítica por extender este velo de culpa.

En nombre del naturalism­o crecen nuevos sentimient­os de culpa en las mujeres, denuncian expertas

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La dependient­a de una farmacia de Lesseps muestra tampones cien por cien de algodón natural y las copas menstruale­s que se venden en su establecim­iento
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FRANK HERHOLDT / GETTY Esta mujer acaba de dar a luz en casa dentro de una piscina de parto
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INMA SAINZ DE BARANDA / ARCHIVO La lactancia puede extenderse hasta edades avanzadas de la niñez del hijo
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ANA JIMÉNEZ

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