La distancia presidencial
El encuentro entre Rajoy y Puigdemont en la Moncloa ha generado tres imágenes significativas que se han convertido en mecanismos de comunicación icónica: a) el apretón de manos en la escalera de entrada, b) el regalo de un ejemplar de la segunda parte de El Quijote, c) las dos ruedas de prensa simultáneas en lugares distintos de Madrid. Si comparamos cómo se dio la noticia al día siguiente en los canales informativos de las dos televisiones públicas, la española y la catalana, podemos deducir algunas cosas interesantes. En cuanto a la primera escena, las dos cadenas mostraron de manera muy similar cómo se producía el apretón de manos entre los dos presidentes, aunque el canal 3/24 dedicó algo más de tiempo a ello. La escena siguiente ya se desarrollaba en el sofá del despacho, y las dos cadenas se centraron en la entrega del libro por parte de Rajoy y la reacción de Puigdemont, que lo hojeaba. Esta reducción de la conversación a la imagen de la consulta del libro venía a confirmar que el equipo del presidente español había encontrado una solución para ganar protagonismo visual. Evidentemente alguien pensó en el precedente de Pablo Iglesias entregando un pack de Juego de tronos a Felipe VI, y buscaba el mismo impacto comunicativo del regalo inesperado. Ninguno de los dos informativos se puso a fabular sobre el significado de que fuera la segunda parte de El Quijote ynola primera. Si era porque salía Barcelona, o porque había conciencia de la propia representación del libro dentro del libro, o porque se proclamaba la muerte del personaje.
La simultaneidad de las dos ruedas de prensa no hizo variar la noticia posterior del canal 24 Horas de TVE: puestos a resumir los dos balances de la reunión, presentaron primero a Rajoy dando tres opiniones diferentes sobre el
Ningún informativo se puso a fabular sobre por qué Rajoy regaló a Puigdemont la segunda parte de ‘El Quijote’ y no la primera
contenido del encuentro, en tres cortes de imagen, contra una sola de Puigdemont, que replicaba en inferioridad de condiciones. En cambio, el canal 3/24 encontró en la simultaneidad una idea innovadora: montó las dos comparecencias como si fuera un diálogo entre los dos, alternando los diversos puntos de vista sobre los mismos aspectos: proceso de independencia, medidas urgentes, la necesidad de reducir los recursos judiciales, o la continuación de las conversaciones. En todos los casos era Puigdemont quien primero hablaba y era Rajoy quien daba la réplica, una forma más sutil de hacer notar la inversión del protagonista principal, manteniendo sin embargo el equilibrio en el tiempo de palabra. Este uso del montaje paralelo demuestra cómo a veces una dificultad inicial, como la imposibilidad de dar noticia de dos actos informativos simultáneos, puede provocar un cambio de lenguaje, más cinematográfico que de periodismo televisivo.
El 3/24 no dejó la noticia aquí y guardó un último acto icónico sobre la distancia presidencial: Puigdemont era entrevistado en el AVE de vuelta, de pie, frente a los lavabos, donde la gente prudente se retira a hablar por teléfono. Era difícil saber qué se quería decir exactamente en esta entrevista en marcha, más allá de ratificar que el tren es el símbolo del camino para volver a casa.