Mitjans y el Camp Nou: darle la vuelta
Eran los años 40 cuando el arquitecto Francesc Mitjans, en un contexto en el que la arquitectura internacional de la posguerra mundial mostraba síntomas de cambio, proyectaba simultáneamente edificios con lenguajes sorprendentemente diferenciados, fruto de las circunstancias, de su capacidad creativa y de su permanente inquietud proyectual. Todo estaba en ebullición y la realidad del momento potenciaba una tensión que finalmente provocaba cambios. Él jugó siempre con talento, innovación y elegancia este difícil partido.
Este espíritu innovador lo demuestra cuando en 1940 proyecta el edificio de viviendas de la calle Amigó, 76, y sitúa las terrazas de un extremo al otro de la fachada principal, solución que hasta el momento se asociaba con las galerías de los patios de manzana. Esto creó tendencia y hoy, en pleno siglo XXI, no solo nadie lo cuestiona, sino que difícilmente se podría entender que fuera distinto. Pocos años más tarde, en el edificio de la esquina de la Via Augusta con la calle Santaló reproduce, con lenguaje académico, el orden clásico tripartito de la base , el fuste y el capitel.
Mas adelante, en 1953, recibe el encargo del proyecto del nuevo estadio del FC Barcelona, con la voluntad de que se convirtiera, en palabras del entonces presidente, en “el mejor estadio del mundo”. No tenía experiencia en instalaciones deportivas, no le gustó nunca el deporte ni lo practicó y, aún así, de su lúcida mente, de su tan detallista manera de ejercer la profesión y del exhaustivo estu- dio de los mejores estadios del mundo, surgió el Camp Nou, de trazado simétrico, continuo e impecable. Destacan la magnífica visibilidad desde la segunda gradería, así como la original y espectacular marquesina de tribuna. Ambos se convierten en una sólida base para construir el Nou Camp Nou (mantener su excelencia, mejorar o cambiar lo obsoleto). En definitiva, una decisión razonada, sostenible y ampliamente compartida.
Y así, como no podía ser de otra manera, su legado ha estado muy presente en el concurso. Los ocho finalistas han aportado excelentes interpretaciones para la remodelación, pero entre estas una fue más allá y, como Mitjans en 1940 con el edificio de Amigó, le dio la vuelta. Los ganadores (Nikken Sekkei + Pascual / Ausió arqtos.) también giran la fachada, se abren a la calle, al barrio y a la ciudad; en definitiva, a la gente.
Construir abriendo, no cerrando, manteniendo la tan característica imagen de la segunda gradería con la marquesina, que ahora desaparecerá irremediablemente y que no veremos por dentro, sino por fuera.
El Estadi vuelve a ser simétrico, continuo, elegante e innovador, pero ahora abierto, democrático (totalmente cubierto, con mínimas diferencias entre goles, lateral y tribuna, con núcleos repartidos de forma equidistante) y adaptado a los tiempos y a las personas. Hasta la fecha, sólo vamos a ver el partido, pero después de la transformación se convertirá en una experiencia que empezará mucho antes y que terminará bastante después, ¡lo cual ayudará también a descongestionar! La sección propuesta minimiza el impacto de un estadio que se amplía, que, en lugar de cerrarse, se abre. A su vez, provoca sombras que laminan su altura, haciéndolo más amable, perdiendo la gran escala…
El relato del Espai Barça se sintetiza con: liberar, transformar, abrir, disfrutar, distinguir y recuperar. Cada una de estas acciones precisa de una descripción detallada, pero hoy toca hablar de la
El estadio vuelve a ser simétrico, continuo, elegante e innovador, pero ahora abierto y democrático
sexta, recuperar la excelencia arquitectónica de 1957. Y la propuesta ganadora la consigue con nota.
Cómo me gustaría que Francesc Mitjans lo hubiera podido ver... Propondría cosas, cogería el lápiz... Él no está, pero sí Juan Pablo, su hijo, arquitecto, miembro del jurado que, involucrado en todo el proceso del concurso, ha contenido la emoción y ha disfrutado como ninguno de nosotros de este silencioso pero contundente homenaje a su padre, el maestro.