La Vanguardia (1ª edición)

Sangre de campeona

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Berlín. Enviado especial

Traje blanco, a juego con el móvil, labios de color morado, uñas rojas menos una pintada de dorado y ojos intensos. La atleta etíope Genzebe Dibaba (25 años) transmite mucho con la mirada. Determinac­ión, ambición, serenidad y deseo. Deseo de coronarse este próximo verano campeona olímpica para quitarse una espina y para poder emular a su hermana Tirunesh, que enseña en el álbum familiar sus tres oros, dos de Pekín y uno de Londres. Otra de las hermanas, Ejegayehu, también se dedica al atletismo. Pero Genzebe siente que ha llegado su momento tras conseguir el récord del mundo de 1.500 metros el pasado verano y tras coronarse reina universal de esa distancia en los Mundiales de Pekín.

“Estoy preparada para los Juegos Olímpicos de Río, más que nunca”. Sus frases son cortas pero certeras y apenas se mueve mientras habla. No dice una palabra de más ni una de menos. ¿Por qué está más preparada que nunca?, se le pregunta. “Porque en 2015 hice un buen trabajo y en 2016 estoy haciendo un trabajo todavía mejor. La razón es que los Juegos son cada cuatro años y quiero estar lista, no puedo dejar pasar esta oportunida­d”, declara con una convicción aplastante.

Si para los atletas los Juegos son siempre el sueño que les mueve, para Dibaba es una obsesión. ¿Por qué? Porque en Londres 2012 sus esperanzas quedaron por los suelos cuando se lesionó en la tercera serie de los 1.500 y sólo pudo cruzar la meta en décima posición. “Para mí son una oportunida­d única estos Juegos, son lo que más quiero en mi carrera, porque si recuerda, en 2012 me lesioné y me puse a llorar de decepción sobre el tartán. Esta vez quiero correr hacia la historia, quiero correr bien y llorar de felicidad. Por eso deseo que sean tan especiales”.

Lo que le queda por decidir es en qué pruebas competirá en Río. Le encantaría hacer un triplete y correr los 1.500, los 5.000 y los 10.000, pero se lo está pensando. “No sé si correré todavía los 10.000. Tengo que hablar con mi entrenador y terminaré de decidirlo. No lo sé todavía seguro. Quizás lo decidamos dentro de dos meses”.

Para entonces espera que se haya confirmado otra buena noticia para ella: que su hermana Tirunesh también participe en Río y que ambas compartan prueba. “El año pasado estaba lesionada, pero ahora está preparada. Confío en que se pueda clasificar y poder correr juntas porque mis mejores recuerdos olímpicos son el haber visto a mi hermana colgarse dos oros en 2008. Fueron días inolvidabl­es”. Ahora le toca su

DE UNOS JUEGOS A OTROS “En Londres me lesioné y lloré de decepción; en Río quiero correr bien y llorar de felicidad”

Feliz. La atleta etíope Genzebe Dibaba, el pasado lunes en Berlín, donde asistió a la gala de los premios Laureus La atleta etíope Genzebe Dibaba tiene como obsesión lograr el oro olímpico en Río de Janeiro “Me entrené en Sabadell durante la época de lluvias en Etiopía y la verdad es que estuvo muy bien”

turno, y si tiene tiempo, se escapará en Río para seguir alguna competició­n como el tenis. “Me encanta Roger Federer”, proclama. La suavidad de los movimiento­s del suizo le trae a la cabeza su manera de deslizarse sobre el tartán.

Genzebe ha dado zancadas por medio mundo, pero tiene un cariño especial por Sabadell, donde el 19 de febrero firmó la segunda mejor marca de la historia en los 3.000 metros en pista cubierta, sólo superada por su propio récord. “Corrí y me entrené en Sabadell porque era la temporada de lluvias en Etiopía y me fue de maravilla. Estuvo muy bien”. Aunque la marca que la define la consiguió en Mónaco el 17 de julio, al mandar al limbo el récord del mundo de 1.500 que estaba en poder desde 1993 de la china Yunxia Qu, exponente de la supuesta sangre de tortuga. “Para mí lograr récords es algo único, suponen momentos clave para mi carrera y me han dado moral y también dinero”, señala.

Y es que el dinero sirve para que la mujer se emancipe corriendo en las zonas rurales de Etiopía. La familia de Genzebe lo sabe muy bien. Su prima, Derartu Tulu, aprovechó el tirón de su oro en los 10.000 metros de Barcelona’92 para erigir un centro comercial en Adís Abeba; su hermana mayor, Ejegayehu, plata en Atenas 2004, construyó un hotel en la misma zona, y la mediana, Tirunesh, abrió hace dos años un resort junto a su marido.

Todo queda en familia para las Dibaba. La pequeña Genzebe se define así: “Soy una persona que quiere mucho a sus hermanas. Soy una persona fuerte, muy dura. Soy muy determinad­a”. Y ahora se ha empeñado en el oro olímpico. No la detendrá ni el virus del Zika. “Me preocupa el mosquito porque van saliendo noticias desde Brasil, pero yo quiero representa­r a mi país y el zika no impedirá que corra en Río”.

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BORIS STREUBEL / GETTY

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