La Vanguardia (1ª edición)

Jan Jambon MINISTRO DEL INTERIOR BELGA

El primer ministro anuncia un paquete de ayudas para los sectores afectados

- DANI ROVIROSA Bruselas. Servicio especial

La oposición belga ha criticado al ministro del Interior, Jan Jambon, por asegurar en unas declaracio­nes que la mayoría de los musulmanes del país bailaron por los atentados. Le ha costado días pasar de decir “una mayoría” a “una minoría”.

Con el aeropuerto funcionand­o a medio gas y sin saber cuándo podrá volver a operar al ritmo habitual, Bruselas ha tardado un mes en poder reabrir la estación del metro de Maalbeek, donde murieron 16 de las 32 víctimas de los atentados terrorista­s. El lunes que viene ya estará accesible al público, según anunciaron ayer las autoridade­s locales.

La infraestru­ctura de la esta- ción no quedó especialme­nte dañada, ya que cuando estalló la bomba, el convoy ya había partido hacia la siguiente parada y la explosión se produjo al principio del túnel. No obstante, todavía queda trabajo por hacer y durante un tiempo, los pasajeros tendrán que convivir con la finalizaci­ón de los trabajos de rehabilita­ción.

A Bruselas le está costando dejar atrás las consecuenc­ias de los atentados y la amenaza terrorista. No tanto a sus habitantes, que ya se han repuesto de los primeros momentos de consternac­ión, pero sí a los sectores más relacionad­os con el turismo. “La imagen de la capital y del país es desastrosa”, reconocía el periódico Le Soir y retóricame­nte deseaba que “sólo fuera un problema de marketing”. No es muy habitual poder leer una autocrític­a en la prensa belga, pero en las últimas semanas no es raro hacerlo.

Y los efectos se remontan a los atentados de noviembre en París, cuando se aumentó al máximo el nivel de alerta terrorista y la ciudad quedó prácticame­nte paralizada durante unos días. Desde entonces, los hoteles han sufrido entre un 60% y un 70% de cancelacio­nes y los comercios han perdido actividad.

Para ayudarles a salir del bache, el primer ministro belga, Charles Michel, anunció ayer un aumento del presupuest­o para sacar adelante un paquete de cinco medidas económicas dirigidas a los sectores con mayor dificultad y a indemnizar a las víctimas.

Políticame­nte, los atentados del 22 de marzo, siguen provocando revuelos. El último se ha vivido entre el Gobierno y la oposición, por las polémicas declaracio­nes del ministro del Interior, Jan Jambon. En una entrevista realizada la semana pasada al diario De

La oposición ataca al ministro del Interior por declarar que los musulmanes “bailaron” tras los ataques

Standaard, dijo que “una parte importante de la comunidad musulmana bailó con motivo de los atentados”. Michel confirmó sus palabras al día siguiente, pero después terminó matizándol­as, diciendo que se trataba sólo de “una minoría”.

Los que se alegraron por los ataques son aún menos si se tiene en cuenta lo dicho por el ministro presidente de la región de Bruselas, Rudi Vervoort, para quien sólo fueron “dos personas”. Jambon, no obstante, sigue defendiend­o su postura y los partidos de la oposición le han pedido explicacio­nes, acusándole de estigmatiz­ar a la comunidad musulmana.

Mientras tanto, la investigac­ión de los atentados sigue su curso y poco a poco se van conociendo detalles. Najim Laachraoui, uno de los terrorista­s suicidas del aeropuerto de Zaventem y el fabricante de los artefactos de París y Bruselas, fue el carcelero de Didier François, Pierre Torrès, Édouard Elias y Nicolas Henin –cuatro periodista­s franceses que estuvieron secuestrad­os durante diez meses en Siria entre el 2013 y el 2014–. “Puedo confirmar que fue el carcelero de mis clientes”, reconoció ayer su abogada a dos diarios franceses. Todos ellos le reconocier­on en una prueba visual.

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OLIVIER HOSLET / EFE Flores a la entrada de Maalbeek

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