La Vanguardia (1ª edición)

Lágrimas de color púrpura

Los homenajes y los tributos a Prince se extienden por toda la geografía de EE.UU. y más allá

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York

Junto a las estrellas estampadas en la acera de la calle 125 –las de Billie Holiday, Louis Armstrong, Little Richard o su admirado y referente James Brown–, en ese lugar ha surgido el gran memorial neoyorquin­o por Prince.

Esto es Harlem. Las velas –en contenedor­es púrpura, por supuesto–, flores, camisetas –utilizadas como páginas donde escribir los epitafios–, chapas o fotografía­s, todo a cobijo de la marquesina de entrada al Apollo.

¿Dónde si no? A falta de poder viajar a Minneapoli­s, su ciudad, donde los fans pasaron la noche celebrando un baile de despedida, o de rendir tributo frente a su estudio-hogar de Paisley Park, en Chanhassen –localidad de Minnesota–, centenares de ciudadanos acudieron al templo de Manhattan a dar el adiós a una de las leyendas del sonido global.

“Su importanci­a, dentro de la industria de la música, reside en que nos decía cosas diferentes,

enfocaba a la gente hacia la realidad, sin olvidar lo espiritual”,

Lo dice John W. Norris III, de 55 años. Tuvo la fortuna de ver en varias ocasiones en acción al mayor hombre orquesta de la música contemporá­nea, igual de genial a la guitarra, el piano o la percusión. Recuerda en especial, en los noventa, una actuación en el Madison Square Garden. “Fue algo extraordin­ario”, suspira.

“Pues no, no me lo esperaba, su muerte ha sido una gran sorpresa para mí”, replica al especular sobre las circunstan­cias del óbito.

“Sabía que era vegetarian­o, ni idea de drogas”, insiste.

A Prince Rogers Nelson, su nombre de nacimiento el 7 de junio de 1958, le hallaron en un ascensor de su complejo tras una llamada de emergencia, la mañana de este jueves. Los equipos médicos le aplicaron prácticas de reanimació­n, en vano. La policía abrió una investigac­ión para determinar la causa del fallecimie­nto. Un factor determinan­te es la autopsia que ayer empezó a realizar el doctor A. Quinn Strobl.

“Esperad unos días antes de malgastas vuestras oraciones”, comentó desde el escenario el pa- sado sábado a los que asistían a la fiesta en sus cuarteles de Paisley Park y que queda como su testamento sobre el escenario.

Sólo el día anterior, su avión había tenido que hacer un alto en Illinois para ser atendido de urgencia “por una fuerte gripe”, según informó su representa­nte.

El portal TMZ, que avanzó la noticia de su desaparici­ón, publicó este mismo jueves que, en realidad, al genio de Minneapoli­s le habían tratado por sobredosis.

Touré, autor de un libro sobre este icono, titulada I would die 4 U (moriré por ti) y publicado en el 2013, declaró a la cadena NBC que jamás tuvo constancia de que Prince consumiera drogas.

Hombre de vida muy privada, su defunción se ha producido tras cancelar dos conciertos a principios de mes en Atlanta, aunque luego lo compensó con un doble show consecutiv­o.

Pero el promotor Steve Litman aseguró este viernes que él había pactado dos actuacione­s para esta semana en San Luis. Prince las canceló. Le avisó el 14 de abril y aludió “a motivos de salud”.

Sin embargo, medios locales aseguraron que estas últimas jornadas lo habían visto yendo en bicicleta, comprando en su tienda de discos preferida o en club, sin indicios de mala salud.

Como en Harlem, los memo-

Obama afirma en Londres que este viernes se desperezó escuchando el himno de ‘Purple rain’

riales y los homenajes se reiteraron por toda la geografía del país y más allá. En la rueda de prensa celebrada en Londres, el presidente Obama reiteró su elogio a Prince. “Le conocía bien, tocó el pasado año en la Casa Blanca, era un artista creativo, original, lleno de energía”. En la residencia del embajador estadounid­ense se desperezar­on escuchando el himno que es Purple rain.

“Trascendió razas, rompió barreras, por eso gustaba en todo el mundo, concluye Norris.

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Mural en homenaje a Prince en el Teatro Apollo de Harlem
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LUCY NICHOLSON / REUTERS Un grupo de fans cantando Purple rain, en Los Ángeles
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SCOTT OLSON / AFP

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