La Vanguardia (1ª edición)

El Barça se mantiene firme (6-0)

Messi marca y reparte penaltis y Suárez mete cuatro goles

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Intuyó que el partido estaba tomando unos derroteros peligrosos y gritó presente. Olfateó que el liderato peligraba y pilotó las operacione­s. Había inaugurado el marcador y decidió que ya estaba bien de suspense. Messi cogió la cabeza de la Liga y se la puso por montera. Los rivales habían hecho los deberes con anteriorid­ad y, bajo presión, el Barcelona dudó durante un buen rato. Pero Leo se ciñó los galones y, a sus órdenes, despertó el resto. Además, pensó en el compañero y cedió el lanzamient­o de tres penaltis, dos de ellos a Suárez para que se pusiera al frente de la tabla de goleadores. El uruguayo ha hecho dos póquers en dos partidos, pues anoche metió otros cuatro. El equipo de Luis Enrique queda a tres asaltos del título. Está más cerca pero le resta trabajo por hacer. Con este Messi tan comprometi­do puede ser todo un poco menos complicado.

Había ganado el Madrid remontando en Vallecas. Había salido adelante el Atlético con las malas artes de Diego Simeone, que intentó cortar un contragolp­e del Málaga lanzando un segundo balón al campo. Por lo tanto, al Barça no le quedaba más remedio que no fallar. El día se había torcido y del sol se había pasado a una lluvia que dejó en casa a muchos espectador­es. Pero el equipo de Luis Enrique no se podía permitir ninguna distracció­n. El asturiano optó por una alineación sin casi retoques, más allá de colocar a Sergi Roberto, que se lesionó, por Alves y de devolver a Piqué al once. La goleada de A Coruña y el equipo del Sporting, con siete novedades, hacían presagiar una velada tranquila pero no fue así hasta la última media hora.

Porque el conjunto barcelonis­ta saltó al campo con buenas intencio- nes, pero el ritmo que aplicó al inicio de la función fue lento. Pese a ello el Barça se adelantó pronto, aunque antes el Sporting le dio un susto morrocotud­o en una contra conducida por Guerrero y definida sin acierto por Menéndez. Casi a continuaci­ón el Barcelona abrió el marcador. Iniesta filtró un pase al interior del área hacia Suárez, el portero Cuéllar salió pero no despejó con contundenc­ia y Messi aprovechó el rechace para marcar de cabeza. El guardameta pidió falta de Suárez. El uruguayo retiró el pie y más bien pareció que Cuéllar fue el que contactó con el delantero. Una jugada para el debate.

Como para el debate estaba el fútbol barcelonis­ta, que había perdido el fuelle. Nadie como Neymar representó en la primera parte esa transforma­ción. Messi le dejó dos veces solo ante el portero pero en ambas ocasiones se enredó.

El Sporting no dejaba mucho tiempo su madriguera pero siempre lo hacía con criterio. Con Guerrero como hombre ancla, con Halilovic de cabeza de puente y con Me- néndez irrumpiend­o desde atrás daba sensación de peligro. Como cuando al filo del descanso Mascherano y Piqué tuvieron que salvar el empate de manera consecutiv­a bajo palos. El conjunto asturiano reclamó penalti en el segundo rechace. Tras ver varias repeticion­es no queda del todo claro si el central saca el balón con el costado o con la mano.

Para entonces el público ya daba síntomas de inquietud y Messi decidió tomar cartas en el asunto en la reanudació­n. El argentino aceleró el paso, le dio otro gol hecho a Ney-

mar, que el brasileño falló, se inventó una nueva jugada que remató ligerament­e desviada e inició la acción del segundo gol. Leo conectó con Iniesta, que pisó área y asistió a Suárez. El uruguayo, en fuera de juego por poco, remató a puerta vacía. Suspiró de alivió el estadio porque el objetivo quedaba más cerca. La sentencia total vino también de las botas del uruguayo, que metió dos penaltis consecutiv­os, ambos meridianos. Messi le permitió botarlos para que supere a Cristiano (ahora aventaja en tres goles a Cristiano). En cambio, el tercer penalti, sobre Neymar, no lo pareció. El brasileño lo metió de milagro como preludio del cuarto gol de Suárez, también a pase de Messi.

Los goles trajeron la alegría al escenario, que buena falta hacía. Bastaba con ganar y, aunque el juego no fue de traca, al menos la segunda mitad cambió la cara de miles de barcelonis­tas.

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Messi, que jugó un gran segundo tiempo, remata en presencia de Suárez
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LLIBERT TEIXIDÓ

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