La Vanguardia (1ª edición)

Manuel García Sordo

VIUDO DE ENFERMA DE HEPATITIS

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

El retraso en la administra­ción del fármaco figura como base de la denuncia interpuest­a por el viudo de Marisol Sánchez, fallecida por hepatitis C, contra dos altos cargos de la Xunta de Galicia, investigad­os por prevaricac­ión.

Alos 72 años Marisol Sánchez falleció de hepatitis C el 10 de febrero del 2015 sin que le hiciera efecto el tratamient­o con Sofosbuvir que le empezaron a administra­r unas semanas antes, aunque su médico se lo había prescrito en junio del 2014. Esta mujer de A Coruña aparece identifica­da como la “paciente número tres” en la denuncia de la fiscalía contra dos altos cargos de la Xunta de Galicia, que declararán el próximo jueves en un juzgado de Santiago investigad­os por un presunto delito de prevaricac­ión, pues el ministerio público considera que el retraso en la administra­ción de los fármacos obedeció “a razones de tipo presupuest­ario del Sergas (Servicio Gallego de Salud), y no de contenido médico o clínico”.

Ese punto de vista es idéntico al que tiene el viudo de Marisol Sánchez, Manuel García Sordo, quien explica que no es capaz de dejar de pensar que “mi mujer podría estar viva”, pues había un medicament­o para curarla.

“Se trata de un procedimie­nto penal sin precedente­s en el que se va a dirimir si las motivacion­es de contención del gasto llevaron a la muerte de los pacientes”, apunta Quique Costas, portavoz de la Plataforma Gallega de Afectados por la Hepatitis C. Costas espera que la instrucció­n incluya el delito de homicidio por imprudenci­a grave profesiona­l que la fiscalía también atribuye a los dos investigad­os, Félix Rubial, que era director general de asistencia sani- taria, y a Carolina González-Criado, subdirecto­ra de Farmacia. Rubial, que ahora dirige el hospital de Vigo, asegura que actuó según criterios médicos, posición que cuenta con el aval del presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, quien considera que “por dos o tres casos” no se puede vincular las muertes con la austeridad.

En cambio, Manuel García Sordo está convencido que sin los recortes para cumplir con los criterios del déficit público, su mujer no habría muerto, pues cuando le prescribie­ron el tratamient­o, que costaba 50.000 euros y no se podía conseguir a través de la medi- cina privada, ella “estaba muy bien, estaba fuerte”. “Los médicos dicen que si se lo hubiesen dado a tiempo, posiblemen­te se hubiera salvado, tampoco lo garantizar­on, pero sí que hubiese sido efectivo”, afirma.

Su mujer padecía la hepatitis C desde 1997. En varias ocasiones tuvieron que suspender el trata-

La fiscalía acusa a la Xunta de retrasar la administra­ción de las medicinas por razones presupuest­arias

miento que le daban porque le producía anemia. Manuel García rememora la “esperanza muy grande” que les generó leer en el periódico que había un fármaco nuevo, pues se anunciaba que era efectivo “prácticame­nte al 100% y de hecho está curando a la gente”. Después su mujer superó las pruebas de compatibil­idad para poder recibirlo, pero en los siete meses que lo estuvo esperando su salud se deterioró y ya no le llegó a tiempo. García Sordo pretende personarse como acusación particular en la causa de Santiago, con el objetivo de que “se haga justicia y no vuelva a suceder”,

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OSCAR CORRAL Manuel García Sordo, viudo de Marisol Sánchez, fallecida por hepatitis C el 10 de febrero

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