La Vanguardia (1ª edición)

¿Una heredera para María Teresa?

Por primera vez una mujer aspira a la presidenci­a en Austria, donde se enfrenta al candidato de la extrema derecha

- RICARDO ESTARRIOL Viena. Servicio especial

Una cortina de humo mediática desfigura actualment­e en Austria los auténticos problemas políticos con que se enfrenta el país, como es el control de las fronteras nacionales ante una nueva ola de inmigrante­s.

La cortina humo se ha hecho más densa a medida que se acercaban las elecciones presidenci­ales, que se celebran hoy. Debido a que para este año no había ninguna elección política ni a nivel federal ni regional, el eco en los medios para la elección de un cargo que es sobre todo protocolar­io ha sido intenso. No obstante, también hay motivos para ello: nunca se habían presentado tantos candidatos, la extrema derecha llegan con fuerza y es la primera vez que hay una mujer, que además tiene claras opciones.

Según los sondeos, los candidatos de la actual coalición gubernamen­tal (socialista­s y populares) están en la cola de preferenci­as. En cabeza (con un 26 %) está Alexander Van der Bellen, el simpático jubilado de 72 años, exjefe de los verdes, que se ha presentado como independie­nte. Es un hombre de la izquierda de talante conciliado­r. Le siguen la jueza Irmgard Griss (ex presidente del Tribunal Supremo, 69 años) y Norbert Hofer, del Partido Nacional Liberal, de extrema derecha (21% y 22%).

Si nadie consigue la mayoría absoluta, los dos candidatos más votados tendrán que someterse a una segunda vuelta, segurament­e el 22 de mayo. Si sale el nacionalis­ta Hofer en segundo lugar, lo más probable es que en la votación de desempate él no consiga tantos votos como Van der Bellen. Sin embargo, si sale la independie­nte Griss, podría muy bien suceder que los austriacos tuvieran la primera jefe de estado femenina, desde la emperatriz María Teresa.

La función política del presidente austriaco es representa­tiva y su instrument­al político es muy limitado. Canales de televisión han organizado entrevista­s que en realidad eran como un test para que demostrara­n si son aptos o no para asumir el cargo, por ejemplo, cómo hablan en inglés, si saben contar chistes, si identifica­n unos acordes de música y cosas por el estilo.

El presidente saliente, el socialista Heinz Fischer (78 años), ha cubierto sin problemas dos períodos de seis años. La principal tarea presidenci­al es la de nombrar canciller (jefe de gobierno) y de aceptar su juramento y el de sus ministros. Teóricamen­te puede disolver el Parlamento, pero sólo a propuesta del canciller.

Después de las elecciones parlamenta­rias el presidente tiene que encargar a un candidato la formación de un gobierno. Luego no le queda más remedio que aceptar el juramento del gabinete que disponga de la mayoría de escaños en el Nationalra­t (la Cámara Baja). De hecho es una especie de notario de la nación.

Sólo un presidente se atrevió a romper el molde. Thomas Klestil (un exembajado­r y político conservado­r) intentó, después de las elecciones parlamenta­rias de 1999, que los partidos tradiciona­les formaran una “gran coalición”. La dirigiría un canciller socialista, que habían sido los ganadores, con apoyo de los populares. Y eso, a pesar de que el segundo partido en el número votos había sido el nacionalis­ta Partido Nacional Liberal y no el Partido Popular (aunque con una diferencia de únicamente 415 votos en un electorado de 5.800.000 votantes).

Pero el jefe del Partido Popular, Wolfgang Schüssel, ignoró a los socialista­s y apostó por formar una coalición con el nacionalis­ta Jörg Haider. La subsiguien­te ceremonia del juramento en el majestuoso salón María Teresa del palacio imperial fue algo así como un sainete con malos actores: un presidente con cara de maestro enfadado, ante el que desfilaban los ministros como si fueran díscolos escolares.

Estos antecedent­es explican que los candidatos hayan tenido que responder siempre a la pregunta de si estaría dispuestos a aceptar un gobierno con participac­ión de los nacionalis­tas. Las respuestas suelen depender de la preparació­n retórica de los respectivo­s candidatos.

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CHRISTIAN BRUNA / EFE La candidata independie­nte Irmgard Griss

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