La izquierda caníbal
El modelo griego, como única vía de Podemos para superar al PSOE, exige repetir comicios pero no asociarse al PCE
La izquierda radical que vertebra Podemos se enfrenta a un reto decisivo: revertir el rumbo de la historia y arrebatar la hegemonía electoral a la socialdemocracia que encarna el PSOE. El 20-D estuvo a punto de lograrlo, pero esa ventana de oportunidad podría estrecharse en el futuro, y de ahí el posible pacto con IU.
Hasta hace bien poco, la historia de la socialdemocracia europea era una historia de éxito (que prometía igualdad en libertad), mientras que la historia de la izquierda comunista se resumía en el colapso del lúgubre Estado policial de Europa del este. Y en ese contexto, la izquierda radical cosechaba en Occidente niveles marginales de apoyo electoral… Hasta que llegó la crisis griega.
De hecho, para Podemos sólo el escenario griego representa un modelo de referencia en su estrategia declarada de sustituir al PSOE como partido hegemónico de la izquierda. Otras experiencias de aparición de una tercera fuerza entre la fosilizada izquierda comunista y la desgastada socialdemocracia han permitido la consolidación de un nuevo y relevante actor político, pero que sigue muy lejos de hacerse con la hegemonía.
En el peculiar caso de Alemania, el nacimiento de los Verdes como una izquierda radical no contaminada por el estigma del comunismo vino a llenar el hueco que dejaba el desgaste de los socialdemócratas del SPD tras su paso por el Gobierno federal. La posterior consolidación de los Verdes respondió también a su capacidad de atender a las sensibilidades de las nuevas generaciones (con la ecología como bandera) que la vetusta socialdemocracia no había sido capaz de integrar.
Lo curioso del caso alemán es que tras el hundimiento del comunismo –y las decepciones que representó el capitalismo liberal para los sectores menos cualificados de la clase trabajadora de la RDA– reapareció un espacio de izquierda marxista, heredera del KPD, que llegó a superar la barrera del 10% de los votos. Esta fuerza, sin embargo, no restó apoyos a la izquierda verde, que ha retenido una cuota electoral de entre el 8% y el 10% e incluso ha gobernado Alemania como socio del SPD.
Por lo tanto, el modelo alemán sólo demuestra que existe un espacio electoral entre la izquierda posco- munista y la socialdemocracia, pero ese espacio limitado no revierte una correlación de fuerzas en la que un SPD muy debilitado sigue siendo el primer partido de la izquierda (aunque ya no en todos los territo- rios federados). Es decir, como escenario político, el alemán no supo- ne una referencia útil para los objetivos hegemonistas de Podemos. Y lo mismo ocurre con el escenario portugués, donde el Bloco de Esquerda (mucho más cercano a Podemos que los Verdes alemanes) ha logrado ocupar un tercer espacio entre el comunismo ortodoxo del PCP (más dogmático que el PCE) y el socialdemócrata PSP. Y además, en una actuación insólita el Bloco ha arrastrado a los comunistas a apoyar por primera vez un gobierno socialista, el actual. Pero, claro, como ejemplo para un Podemos que aspira precisamente a desplazar al PSOE, el modelo portugués tampoco es un ejemplo que imitar. Italia sí podría constituir un modelo de referencia para Podemos, ya que allí la socialdemocracia del PSI acabó hundiéndose a mediados de los 90 tras el estallido de un sistema de corrupción generalizada. De ese modo, los herederos del antiguo PCI se hicieron con la hegemonía de la izquierda, aunque, eso sí, pagaron un costoso peaje para gobernar en un país sociológicamente de centroderecha: los antiguos eurocomunistas han tenido que refundarse sucesivamente (PDS, PD, Olivo…) y sufrir una escisión de la izquierda comunista ortodoxa. Y más importante aún: los herederos del PCI se han fusionado –en una suerte de compromiso histórico– con los democristianos de izquierda, hasta el punto de que el actual primer ministro, Matteo Renzi, es un católico progresista, pero con algunas posiciones ideológicas a años luz de la dirigencia de Podemos.
En definitiva, para los objetivos de Podemos sólo es útil la referencia griega. Y la referencia griega tiene tres ingredientes destacados: primero, una crisis de magnitudes inéditas, con el socialdemócrata Pasok como partido de gobierno o como socio de las impopulares y draconianas medidas de austeridad; segundo, una tercera fuerza de izquierdas –Syriza– con un proyecto autónomo y diferenciado del Partido Comunista, y tercero, una situación de prolongada inestabilidad gubernamental y parlamentaria (con cinco gabinetes en cuatro años y cuatro elecciones en tres años). Si ese es el espejo de referencia, quizás Podemos tuvo muy claro desde el 20-D que su estrategia pasaba por unas nuevas elecciones. El pacto con IU es un cálculo sobrevenido.
Los Verdes alemanes y el Bloco portugués demuestran que hay un espacio, limitado, entre poscomunistas y PS Grecia: Syriza ofreció un proyecto autónomo para aniquilar a un Pasok que se entregó a una austeridad suicida