¿Me enseñas a rezar?
La correspondencia entre la cardióloga Magda Heras, enferma de cáncer, y el monje de Montserrat Ignasi Fossas
¿M e puedes enseñar a rezar? Esta petición, formulada por la cardióloga Magda Heras dejó helado a Ignasi Fossas, licenciado en medicina, monje montserratino y prior de la comunidad. Le formuló a raíz de una visita que ella y su marido, Marc, médico también, y amigos de hacía tiempo, hicieron en Montserrat. A Magda le acababan de diagnosticar un cáncer con no muy buenas perspectivas. Unos días después le precisó por mail los motivos de su solicitud de ayuda: “De todas las posibles terapias ‘esotéricas’, ‘naturistas’ o ‘alternativas’ que todo el mundo me ha recomendado, y en que parece confiar mucha gente, a mí sólo me interesa la de mi oncólogo y la que tú me puedes ofrecer”. Este fue el inicio de una serie de correos electrónicos y de watsaps que durante los meses siguientes se intercambiaron Magda e Ignasi y ahora recogidos en el libro Correspondència. Setembre 2012-agost 2014. Descubrint la pregària del salmistes, editado por Publicacions de l’Abadia de Montserrat.
Se hace difícil hablar hoy de este libro. El diario va lleno de noticias de esta jornada alegre de Sant Jordi, del triunfo de algunos autores, de los best seller. No es fácil pues dedicar, ni que sea un rincón, a hablar de un libro que profundiza en el misterio del dolor y de la muerte. Lo dice también el escritor Gabriel Magalhaes en el prólogo: “Ante estos paisajes sombríos, melancólicos, nuestra reacción más habitual consiste en mirar hacia otro lado. Y a callar”. Pero como él mismo escribe, “se trata de alguien que nos explica su dolor sentado a nuestro lado. Y esta normalidad del lenguaje, esta naturalidad de la palabra es una gran victoria (...) mérito compartido por el padre Ignasi –que no impuso a su amiga los arcaísmos verbales de la fe, todos estos dinosaurios léxicos que asedian al creyente en las horas de padecimiento”.
Después de aquel primer men- saje, la respuesta del monje no podía ser más sincera: “Me pides una de las cosas más bonitas que puede compartir un monje: la plegaria y el cultivo de la vía espiritual. Pero al mismo tiempo es una de las cosas más difíciles, porque es un tema muy delicado, que nos sobrepasa y en el cual me siento como un aprendiz; vaya, como un médico residente de primer año”. Y aquel primer día ya le daba la primera “lección”: empezar por el padre nuestro, y como de tan conocido parece menos relevante, le sugería leerlo en otras lenguas (más adelante le hará leer al revés). Y también le proponía comprar el Libro de los Salmos.
Poco a poco, la correspondencia nos indica que Magda aprende a rezar y va leyendo los salmos y los comenta. Algunos los encuentra difíciles de interpretar, otros geniales, otros le son más conocidos. “Los salmos reflejan todas las situaciones por las cuales puede pasar la persona”, le responderá Ignasi.
El libro se acompaña de pequeños comentarios a pie de página del monje. Como cuando, a raíz de una excursión de Magda y una amiga a Sant Jeroni, añade: “Estos primeros meses de la enfermedad, como se encontraba bien, permitieron a Magda redescubrir la belleza de las pequeñas cosas y de tantas maravillas de cada día que normalmente –ajetreados como vamos– nos pasan inadvertidas desapercibidas”.
En el epistolario interviene en una ocasión el padre Hilari Raguer comentando el salmo 12, que llama “al salmo del creyente emprenyat” y lo equipara a una canción protesta porque repite la pregunta: “¿Hasta cuándo, Señor, no haréis justicia?”. También Magda se queja a veces de algún salmo, o de la lectura de la carta de San Pablo con respecto a la sumisión de la mujer al marido, que cree que se tendría que retirar.
Este diálogo donde se mezclan la fe y la ciencia, las sonrisas y las lágrimas, acaba con el mensaje de Magda donde anuncia que serán abuelos. Dos semanas después “Magda encontró el camino hacia el otro lado de la vida”, para decirlo en palabras de Ignasi Fossas.