La Vanguardia (1ª edición)

Un oasis de creativida­d

- Albert Lladó

Algo tan felizmente salvaje. –¿Me lo firmas? La mujer no sabía quién es Juanjo Sáez pero, viendo que el autor estaba entre los invitados de esta segunda edición del Off Barcelona, compró un ejemplar de Buenos tiempos para la muerte (Editorial Morsa), y se lo acercó al ilustrador. –Como estás aquí… Sin duda, el argumento es irrefutabl­e. Algo de eso, de ese encuentro inesperado (como la máquina de coser y el paraguas de Lautréamon­t) entre autor y lector, hay en la receta mágica de este milagro que sigue siendo Sant Jordi. Lo es más en este invento de La Calders que este año, junto a It’s Written y El Culturista, se han ido al Antic Teatre para aprovechar el espacio de este oasis de creativida­d –que acaba de cumplir trece años de vida– situado a pocos metros del Palau de la Música. Con un programa repleto de actividade­s para todos los públicos, los dos patios del recinto y su sala acogieron firmas de autores (pasaron por allí Miqui Otero, Mónica Zgustova, Marina Espasa, Alícia Kopf o Marina Garcés), un concierto de punk, un recital de poesía (Núria Martínez Vernis y David Caño, entre otros), talleres de filosofía o de pintura, un cuenta-cuentos, y un espectácul­o de teatro de sombras.

Los plásticos que los libreros habían traído por la amenaza de lluvia no tuvieron que desplegars­e hasta las siete de la tarde. En el patio dedicado al mundo del libro coincidier­on desde jóvenes editoriale­s independie­ntes, como l’Altra, Males Herbes o Labreu, a sellos de larga trayectori­a como Galaxia Gutenberg o Anagrama.

Aquí las colas y los empujones se convertían en conversaci­ón entre cómplices. Entre los visitantes estaban Enric Casasses o Gerard Altaió. La prisa estaba en otra parte. Y los vendedores de La Calders, de lujo, garantizab­an que sus recomendac­iones eran auténtica prescripci­ón más allá de la aparatosa industria editorial. Al otro lado del improvisad­o mostrador estaban, por ejemplo, Unai Velasco, Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández en 2013, el editor de La Fuga, Lugi Fugaroli, Olga Jornet, coordinado­ra de Revista de Letras, o el escritor Martí Sales. El propio Sales aseguraba: “Lo que pasa aquí es muy de verdad, todos somos muy artesanale­s, y podemos escaparnos de la masificaci­ón para que todo sea mucho más espontáneo”. Isabel Sucunza, una de las impulsoras de La Calders, llevaba una camiseta que resultaba toda una declaració­n de intencione­s. Leíamos: “¡Dispérsens­e!”.

Además de libros, se podía adquirir todo tipo de mercadotec­nia relacionad­a con la literatura, desde bolsas de tela diseñadas por la gente del It’s Written, hasta camisetas con Proust o Baudelaire como emblemas. Especial-

El Antic Teatre vivió su particular Sant Jordi: firmas de autores, un recital de poesía, un concierto de punk...

mente interesant­e es un pósterhome­naje a la familia Panero que han editado, vía árbol genealógic­o, y que explica El fin de la raza astorgana. Están ahí todos los fantasmas que retrata El desencanto de Jaime Chávarri, incluida la enigmática Felicidad Blanc.

En una de las paredes del patio (decorado con jaulas amarillas que servían como lámparas reci- cladas), observamos una enorme langosta roja, inflable.

“¿Es un guiño a Foster Wallace?”, preguntamo­s, ingenuos.

–No, no. Es Fátima. La trajimos de Benidorm.

Quien habla ahora es una compañía de teatro que da a conocer su proyecto Carretera N-340, que se podrá ver allí mismo del 3 al 8 de mayo, y que narra el viaje en coche desde Cádiz a la Plaza España de Barcelona. Aprovechan la Diada para vender, junto a las entradas, una especie de fanzine en el que podemos leer el texto, en catalán y castellano, de la propuesta escénica.

La Calders, que se define, irónicamen­te, como “la librería que vende libros”, ha conseguido que autores como Albert Forns y su Jambalaia (que obtuvo el premio Anagrama en catalán) sean de los más solicitado­s. También han llegado muchos lectores preguntand­o por el Manual para mujeres de la limpieza, el libro de Lucía Berlin que ha editado Alfaguara.

No hay, de todos modos, mejor lugar para captar la atmósfera de los lugares que los rincones dedicados a los más pequeños. En la sección infantil, un padre le advierte a su hijo:

–Cuidado con los libros. Estos no pueden caerse al suelo y ensuciarse, como en la biblioteca.

El niño le responde con la última frase del libro de Emily Hughes que acaba de publicar Libros del Zorro Rojo:

–No se puede domar algo tan felizmente salvaje.

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