Simplemente Messi
Los equipos punteros de la Liga española han llegado con un desgaste brutal. Y como consecuencia de ello sus partidos se resuelven con mucha más complejidad de la esperada. Puede que al final el resultado sea abultado, pero hay momentos en los que no consiguen llevar la batuta. Pero uno de estos equipos tiene a Messi en sus filas y eso es un plus.
Messi, el mejor. Hace mucho tiempo que dije que el día que Messi fuese muy mayor se convertiría en la mejor versión de un jugadorazo como Xavi. Ayer realizó dos asistencias verticales a compañeros con marca que solamente unos escogidos pueden realizar. Pero lo hizo de la misma manera que fue capaz en la final de Champions en Roma de rematar un balón de cabeza que tan sólo los mejores delanteros centros del mundo serían capaces de hacerlo. En el anterior partido en el Camp Nou, frente al Valencia, vimos cómo realizaba un repliegue, persiguiendo al punta rival por la banda hasta que le quitó la pelota. Frente al Arsenal le vimos forcejear un esférico contra el jugador seguramente más complejo para hacerlo por su fortaleza y centro de gravedad bajo como es el chileno Alexis, hasta derribarlo. Por lo tanto, la conclusión es muy simple, seguramente Leo sería el mejor jugador del mundo en la posición del campo que él quisiera escoger. Todo eso porque atesora un físico perfecto para el fútbol actual y una técnica suprema.
Messi, el sabio. Pero lo que sorprende es que ese mismo jugador, que posee esas cualidades descritas en el párrafo anterior, además lo aderece con la mayor inteligencia que se puede tener en un terreno de juego. Gracias a esto es capaz de interpretar qué es lo que se debe hacer en cada momento. Ayer dio un auténtico recital de esa cualidad cuando pasó de pasearse por el terreno de juego a determinar cómo se debería resolver el encuentro. Caminó y caminó durante la primera mitad en una actitud que debió disgustar a algunos seguidores, hasta que el juego azulgrana se fue apagando y alguien estaba obligado a tomar alguna determinación. Y ese fue, de nuevo, Lionel Messi, bien acompañado de Iniesta. Todos los que hemos llegado a cierto nivel en la práctica del deporte sabemos que la toma acertada de decisiones es lo que diferencia a un crack de un jugador normal. Que un futbolista sea capaz de acertar en un par o tres de decisiones complejas en un encuentro ya lo sitúa entre los elegidos. Pero cuando resulta que un jugador es capaz en una segunda parte, en esos momentos en los que el partido transcurre más hacia su desenlace que hacia su desarrollo, de tomar una serie continuada de decisiones acertadas todas ellas, lo convierte en un extraterrestre. Ayer, Messi se cargó el equipo a la espalda de una manera excepcional. Porque ya no se trata del grandísimo Messi explosivo que resuelve a través del gol. Ahora se trata del Messi sabio que decide a través del juego y, además, en la misma jugada es capaz de estar al acecho por si la finalización no es correcta y puede aportar en este ámbito también su granito de arena.