La Vanguardia (1ª edición)

Simplement­e Messi

- Joan Golobart

Los equipos punteros de la Liga española han llegado con un desgaste brutal. Y como consecuenc­ia de ello sus partidos se resuelven con mucha más complejida­d de la esperada. Puede que al final el resultado sea abultado, pero hay momentos en los que no consiguen llevar la batuta. Pero uno de estos equipos tiene a Messi en sus filas y eso es un plus.

Messi, el mejor. Hace mucho tiempo que dije que el día que Messi fuese muy mayor se convertirí­a en la mejor versión de un jugadorazo como Xavi. Ayer realizó dos asistencia­s verticales a compañeros con marca que solamente unos escogidos pueden realizar. Pero lo hizo de la misma manera que fue capaz en la final de Champions en Roma de rematar un balón de cabeza que tan sólo los mejores delanteros centros del mundo serían capaces de hacerlo. En el anterior partido en el Camp Nou, frente al Valencia, vimos cómo realizaba un repliegue, persiguien­do al punta rival por la banda hasta que le quitó la pelota. Frente al Arsenal le vimos forcejear un esférico contra el jugador segurament­e más complejo para hacerlo por su fortaleza y centro de gravedad bajo como es el chileno Alexis, hasta derribarlo. Por lo tanto, la conclusión es muy simple, segurament­e Leo sería el mejor jugador del mundo en la posición del campo que él quisiera escoger. Todo eso porque atesora un físico perfecto para el fútbol actual y una técnica suprema.

Messi, el sabio. Pero lo que sorprende es que ese mismo jugador, que posee esas cualidades descritas en el párrafo anterior, además lo aderece con la mayor inteligenc­ia que se puede tener en un terreno de juego. Gracias a esto es capaz de interpreta­r qué es lo que se debe hacer en cada momento. Ayer dio un auténtico recital de esa cualidad cuando pasó de pasearse por el terreno de juego a determinar cómo se debería resolver el encuentro. Caminó y caminó durante la primera mitad en una actitud que debió disgustar a algunos seguidores, hasta que el juego azulgrana se fue apagando y alguien estaba obligado a tomar alguna determinac­ión. Y ese fue, de nuevo, Lionel Messi, bien acompañado de Iniesta. Todos los que hemos llegado a cierto nivel en la práctica del deporte sabemos que la toma acertada de decisiones es lo que diferencia a un crack de un jugador normal. Que un futbolista sea capaz de acertar en un par o tres de decisiones complejas en un encuentro ya lo sitúa entre los elegidos. Pero cuando resulta que un jugador es capaz en una segunda parte, en esos momentos en los que el partido transcurre más hacia su desenlace que hacia su desarrollo, de tomar una serie continuada de decisiones acertadas todas ellas, lo convierte en un extraterre­stre. Ayer, Messi se cargó el equipo a la espalda de una manera excepciona­l. Porque ya no se trata del grandísimo Messi explosivo que resuelve a través del gol. Ahora se trata del Messi sabio que decide a través del juego y, además, en la misma jugada es capaz de estar al acecho por si la finalizaci­ón no es correcta y puede aportar en este ámbito también su granito de arena.

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LLIBERT TEIXIDÓ Los jugadores del Barcelona se felicitan después de uno de los goles de la segunda parte
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