La novena.
El balear rompe la racha de triunfos de Kei Nishikori y suma su noveno Trofeo Godó en el RCT Barcelona
Rafa Nadal rompió ayer la racha de triunfos del japonés Nishikori y se adjudicó (6-4, 7-5) su noveno trofeo Godó. En la imagen, el tenista levanta la copa en presencia de Josep Oliu, presidente de Banc Sabadell, y de Carlos Godó, consejero delegado del Grupo Godó, que representó a Javier Godó, conde de Godó, convaleciente de una intervención.
A los 17 minutos de partido, Kei Nishikori (26) le vio los ojos al dragón.
Había sacado muy bien, sobre los 180 km/h, pero del otro lado de la pista volvía un obús.
Aquel punto ganador concedió el juego a Rafael Nadal (29), que firmaba así la primera rotura del partido y abría un margen de 3-1 en el marcador.
Nishikori le vio los ojos al dragón, decíamos, y los espectadores empezaron a creer que Nadal iba a despachar aquella final por la vía rápida.
Nos equivocamos: lo que ocurrió es que Nishikori elevó el tono. Era de esperar: por algo había alcanzado la final sin ceder un solo set. ¿No era él quien defendía el título? ¿No era él quien se había adjudicado las dos últimas ediciones del Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó? ¿No llevaba catorce partidos invicto en Barcelona? Poca broma. Así que el japonés bordó un par de restos magníficos en el juego sucesivo, incluso frivolizó con alguna dejada.
El nivel de Nishikori llevó a Nadal a elevar su tono: el RCT no vivía una final similar en varios años El balear se adjudicó el título como en los viejos tiempos, sin ceder un solo set en toda la semana Con su triunfo de ayer, el balear ya se ha apuntado 49 títulos en tierra, tantos como el argentino
Y devolvió la rotura. En ese momento, los 8.000 espectadores (en las gradas empezaron en caliente; acabaron encogidos bajo las chaquetas de entretiempo) comprendieron que este no iba a ser un encuentro al uso, sino una bonita aventura. Nishikori no iba a dejar que lo atropellaran.
Por supuesto, el primero en advertirlo fue Nadal. No podía ser de otra manera: le iba el título en ello. De manera que subió el nivel de su juego, él también. Y todos penetramos en una final intensísima, una de las mejores que se recuerdan en el RCT Barcelona en los últimos años. Una final consecuente con el nivel de los contendientes, dos de los mejores especialistas mundiales en tierra batida.
Otros pasajes ejemplifican la magnitud del caso. El intercambio de largos peloteos, por momentos muy bien gestionados por Nishikori: cuando el rally iba demasiado lejos, el japonés se descolgaba con una dejada. A Nadal, en más de una ocasión, le había pillado con la guardia baja, demasiado lejos de la red.
Hay más: la determinación del japonés, decidido a exprimir algunas lagunas en el servicio de Nadal. Cuando al balear le abandonaba el primer saque (muy mejorado con respecto a los últimos