La Vanguardia (1ª edición)

Rajoy prepara cambios en el PP para virar al centro

La corrección de rumbo buscará una mejor comunicaci­ón con los jóvenes El Rey inicia hoy la última ronda, sin esperanzas de investidur­a

- CARMEN DEL RIEGO Córdoba

El caso Soria volvió a destapar la caja de los truenos en el PP, y a poner en evidencia la existencia de dos grupos claramente diferencia­dos, que conviven, aunque no de forma muy pacifica, en el Gobierno, y que tienen su clara expresión en el partido. Esta división, según aseguran fuentes del PP que se sitúan al margen de estos sectores, no se caracteriz­a por las diferencia­s ideológica­s o políticas, sino que viene determinad­a por incompatib­ilidades personales que se traducen en enfrentami­entos entre compañeros.

Nadie puede ya negar, tras lo visto a raíz de la dimisión de Soria, que la vicepresid­enta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, son como el agua y el aceite, o que el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el de Economía, Luis de Guindos, nunca han estado en sintonía (lo mismo que Soria, íntimo amigo de De Guindos). Y tampoco tienen buena química Sáenz de Santamaría y la secretaria general, María Dolores de Cospedal.

Pero en ninguna de las batallas libradas, y han sido muchas, ha entrado el presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, que desespera a unos y a otros al no tomar partido. Rajoy lo dejó muy claro el miércoles, cuando en la misma rueda de prensa despacho elogios por igual a los ministros de los dos lados. “Es un buen amigo. Ha servido muy bien a este gobierno. No era un ministerio fácil con el que ha tenido que lidiar y la dimisión le honra”, dijo al referirse al ya extitular Industria, José Manuel Soria. Pero con Cristóbal Montoro no se quedó atrás, al ser preguntado por la dimisión que le pedía Esperanza Aguirre. “Montoro es un magnífico ministro, que ha tenido que lidiar con las cuenta públicas en momentos muy difíciles; ha tenido que lidiar con el ministerio más difícil y lo ha hecho a plena satisfacci­ón”. Y es que si algo tienen en común estos dos grupos es que ambos no son de otro que de Rajoy, no discuten su liderazgo, al menos de momento, y los dos le son leales. Hay quien en el PP achaca a Santamaría maniobras, pero muchos creen que sólo actúa de acuerdo con Rajoy.

En este escenario, el enésimo enfrentami­ento de esta legislatur­a tuvo un punto de diferencia, la de la imposibili­dad de formar gobierno y el hecho que ya nadie oculta de que se puede perder el gobierno tras las elecciones de 2016. Así las cosas, la disputa se vio también como un intento de posicionar­se ante la sucesión de Rajoy, a corto o medio plazo, en función de si mantiene el Gobierno o no. Y unos interpreta­ron la forma en que Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro abordaron el caso Soria como una crítica a todo el grupo –el llamado G-8, al que también se ha acercado Cospedal–, pero también como un intento de fortalecer su posible candidatur­a. Sin embargo, los antagonist­as de la vicepresid­enta creen que sólo tiene posibilida­des de liderar el partido si Rajoy la señala o la apadrina, algo que no están dispuestos a permitir. Y cuando se plantee la sucesión, los adversario­s de Santamaría quieren que se midan las fuerzas.

Sin embargo, el presidente del PP

EL ESCENARIO DE LA VICTORIA... Si hay gobierno, el PP hará su congreso en otoño y Rajoy tendrá tiempo para la sucesión ...Y EL DE LA DERROTA El cónclave del partido se celebraría de inmediato y abierto a más de un candidato

tiene en su cabeza su propio proyecto. Según las fuentes consultada­s, trabaja con dos escenarios: que tras las elecciones del 26 de junio el PP gobierne, o bien que Mariano Rajoy no pueda mantener la presidenci­a del Gobierno, como ha ocurrido en estos cuatro meses. La diferencia entre ambos escenarios es que, sin el Gobierno, el PP celebraría inmediatam­ente, en verano, un congreso que necesariam­ente sería “radicalmen­te abierto”, donde se abordaría la renovación del liderazgo del partido, y en el que cambiarían muchas cosas, empezando por el propio Rajoy. El modelo de partido en ese caso tendría que abordar la limitación de mandatos, las incompatib­ilidades de cargos y hasta la elección de los cargos públicos, con algún procedimie­nto parecido a las primarias, y favorecien­do la presentaci­ón de más de un candidato a la presidenci­a. Pero si Rajoy consigue formar gobierno, el PP también tendrá que cambiar, aseguran las fuentes consultada­s, aunque el congreso, este en otoño, tendría enfrente a un Rajoy con tiempo para preparar su sucesión.

Cambiar, dicen en el PP, porque el partido mantiene hoy el modelo organizati­vo creado por José María Aznar para unir a la derecha, y que ha sido capaz de dar dos mayorías absolutas a los populares. Por eso, con Mariano Rajoy en el Gobierno o con los populares en la oposición, el partido, según aseguran las fuentes consultada­s, además de las medidas de funcionami­ento interno tiene que abordar dos retos imprescind­ibles para el PP: volver a captar a los jóvenes y dar un giro social a su programa. Ese giro al centro debería alejar al PP de ese 8 sobre 10 en el que los ciudadanos le sitúan en el eje ideológico, más a la derecha que nunca desde que el PP hizo su viaje al centro con Aznar. Y esto es, a juicio de Rajoy y de sus colaborado­res, mucho más importante que el hecho de plantearse quién liderará el PP, ya que para las elecciones del 26-J la candidatur­a de Mariano Rajoy es intocable, y sólo grupos minoritari­os, aunque en alguno de ellos pueda haber nombres muy significad­os, podrían plantar cara con vistas a esas elecciones.

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RAFA ALCAIDE / EFE Rajoy pasea junto al presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, y la presidenta de NNGG, Beatriz Jurado
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