Magris y el columnismo
CLAUDIO Magris aparece en las reseñas de sus libros como catedrático de Literatura Germánica en la Universidad de Trieste, ensayista, traductor de Ibsen y figura imprescindible de la literatura italiana. Pero injustamente olvidan que es un columnista de prensa. Como si este fuera un género menor, no suele incluirse este dato en las biografías reducidas de las solapas de sus obras literarias. Con motivo de la fiesta de Sant Jordi, Magris ha estado en Barcelona para presentar No ha lugar a proceder (Anagrama), una historia inventada sobre un personaje real, el profesor Diego de Henríquez, que dedicó toda su vida a recoger armas y material bélico de todo tipo con lo que hacer un Museo de la Guerra que sirviera a la paz. Antes, este hombre fue objeto de una columna. Hay quien afirma que el periodismo es la literatura inmediata o, si se prefiere, es la literatura rebajada a ras de opinión pública. En cualquier caso, Magris me recordó en Barcelona que lleva 49 años escribiendo regularmente en la prensa italiana, sobre todo en Corriere della Sera. Y que ama profundamente este género por lo que tiene de análisis de la realidad, de interpretación de las noticias y de canalización de emociones.
Francisco Umbral decía que el columnista sólo era el violín del periodismo, pero no es menos cierto que pocas voces de la orquesta tienen tanta capacidad para transmitir sentimientos tan distintos. Eduardo Mendoza explicó que intentaba que sus columnas tuvieran la estructura del soneto, lo que es una manera de darles valor literario. E Indro Montanelli señalaba que en las columnas no hay que estar al lado del vencedor y se han de mantener posiciones críticas, que es una forma de recordar que el periodismo se ejerce desde la trinchera.
A mí me gusta la frase de Javier Marías tras casi veinte años escribiendo en El País: “Hay días en los que piensas que has hablado ya de todo lo habido y por haber, pero como la realidad es muy repetitiva, te repites”.