Queridos y queridas...
Los derechos humanos y el fomento de la igualdad entre los géneros ha empujado la necesidad de ciertos arreglos lingüísticos. Personalmente, el uso del doblete gramatical lo vivo como una pesadilla: “todos y todas”, “los jóvenes y las jóvenes” “los alumnos y las alumnas” .... Sin duda, un ataque a la belleza de la lengua. ¿Pero, cómo hacer para construir un lenguaje en el cual hombres y mujeres sean concebidos en igualdad, sin subordinación?
Históricamente, niños y mujeres han sido grupos subsidiarios. No existían más allá de las paredes del hogar. Nada nos hace pensar que cuando los hombres se dirigían con un “nosotros”, un “vosotros” o un “todos” no se referían a ellos mismos ya que los “otros” no formaban parte de la sociedad.
El lenguaje no es pues una entelequia neutral. Es transmisor de los estereotipos, de la ideología, de los valores y normas del orden social forjado a lo largo del tiempo. Por una parte, puede no gustarnos “lingüísticamente” que en las escuelas se diga a las niñas que, si no se dice “niños y niñas”, la cosa no les afecta. Pero, por otra parte, parece la única solución a fin de que las niñas no se conviertan en un grupo engullido por el grupo de género masculino.
¿Cómo ahorrarnos el doblete del uso gramatical sin despreciar a las niñas y las mujeres?
Podríamos cambiar en el femenino la inflexión verbal no marcada. Por ejemplo, en vez de decir “todos” podríamos utilizar “todas”. Pero me parece que la masculinidad de los hombres se resentiría y tampoco se trata de eso.
Podríamos servirnos del género gramatical femenino o masculino indistintamente. Así, utilizaríamos tanto el plural femenino como el masculino de manera indiferente como forma gramatical no marcada. Al estilo transgresor de la CUP. Otra opción es inventar palabras para la inflexión no marcada. Podríamos empezar por las palabras más conflictivas. Entonces las instituciones que regulan la lengua tendrían que emitir normativas lingüísticas al respecto. ¿Están las instituciones por la labor?
¿Nos podemos permitir dejar las cosas tal cual las hacemos hoy día? El dúo gramatical es aburrido y antiestético. Desmerece la lengua. Pero nada es perfecto y cualquier elección supone deshacerse de la que no se escoja. Que la solución sea difícil no nos tiene que impedir avanzar en la dirección deseada.