El misterio de la ‘espona’
Son célebres las apuestas sobre el uso de una determinada palabra en un discurso o en un parlamento sin que venga a cuento. Un grupo de abogados, por ejemplo, escoge una al azar abriendo un diccionario y el que debe pagar prenda está obligado a decirla durante un juicio sea como sea. A veces, sin embargo, no es el azar quien la determina, sino la mala sombra de los que la escogen, para complicar el juego y, a la par, hacerlo más divertido. Quien la tiene que decir debe desarrollar toda su pericia para hilvanarla en el discurso y colarla.
Me vienen a la cabeza estas apuestas cada vez que leyendo en catalán tropiezo con la palabra espona .La espona es el lado de la cama y también es el muro de un bancal. El sentido original en latín es el de la caja de la cama, y en latín tardío adquiere el sentido de muro. Es del primero del que quiero hablar, una palabra que no tiene equivalente en las lenguas vecinas. Por ello he planteado una miniencuesta a una veintena de escritores y también he hablado con el crítico Julià Guillamon, que en un momento me ha facilitado un montón de información literaria sobre la palabra.
En Emma, Maria Barbal escribe: “Tu, com un àngel, el que no tindré a la meva espona”. Pep Coll también utiliza la palabra, pero especificada cuando no es el muro: “l’espona del llit”. Como los dos autores son del Pallars, Guillamon, con su intuición afilada, apunta una posible pista rural. Marta Rojals, de las Terres de l’Ebre, reafirma la teoría cuando me informa de que en su pueblo las espones son los muros y es una palabra de uso corriente. Ella la escribe en sus dos libros: en la novela rural, en sentido agrario, y en la urbana, en sentido mobiliario.
La prueba definitiva llega cuando el resto de los escritores miniencuestados, provenientes sobre todo de ámbitos urbanos, confirman que desconocían la palabra y que la han aprendido en la lectura. Incluso los hay que confiesan que no sabían ni que existía. Algunos añaden que no piensan utilizarla porque no les es propia, mientras que otros, como Núria Cadenes, celebran que la lectura haya logrado darle vida y la han incorporado a sus textos.
Yo me había imaginado una especie de complot urdido por el gremio de correctores para meter la palabra en todos los originales que caían en sus manos, pero parece que espona está haciendo su propio recorrido, alentada por unos y otros: “¡Del diccionario a la vida, pasando por los libros!”, resume Cadenes. Ahora sólo falta que la usemos sin especificar, con toda su fuerza. Podemos decir “seu al costat del llit” o “seu a l’espona”, pero si decimos “seu a l’espona del llit”, caemos en una redundancia que le roba el alma.
“¡Del diccionario a la vida, pasando por los libros!”, resume la escritora Núria Cadenes