La Vanguardia (1ª edición)

Contra todo convencion­alismo

MIGUEL PICAZO (1927-2016) Director de cine, guionista y actor

- ADOLFO S. RUIZ

Luis Buñuel considerab­a que La tía Tula era la mejor película española que había visto nunca. Estuvo muy cerca de ganar la Concha de Oro del Festival de San Sebastián en 1964, aunque finalmente sería América, América, de Elia Kazan, la cinta galardonad­a. Miguel Picazo, nacido en 1927 en la localidad jiennense de Cazorla, fue el director de aquel filme basado en la novela de Miguel de Unamuno, que sigue considerad­o como una obra cumbre de la cinematogr­afía española de todos los tiempos.

Tras aquella película y a pesar del éxito cosechado, Picazo rodó poco. Él mismo lo reconocía en una entrevista, cuando ya se encontraba internado en la residencia de Cazorla donde decidió pasar voluntaria­mente los últimos años de su vida. “La verdad es que he hecho poco cine. Tendría que haber rodado más, pero no me he vendido bien, no he conectado con los productore­s”, se lamentaba en sus últimos días.

Antes de La tía Tula, protagoniz­ada por Aurora Bautista, Picazo había rodado Habitación de alquiler (1961) y después llegarían Oscuros sueños de agosto (1967), El hombre que supo amar (1976), Los claros motivos del deseo (1977) y Extramuros (1985), basada en la obra de Jesús Fernández Santos con la que su protagonis­ta, Mercedes Sampietro, se alzó con el premio a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián.

Picazo, radical opositor a todo tipo de convencion­alismos, siempre tuvo serios enfrentami­entos con la censura ya que sus películas hablaban de la represión sexual, incluían osadas escenas de sexo o referencia­s a la homosexual­idad que eran impensable­s en aquellos años. La censura le tiró abajo proyectos como Jimena, Homenaje a Adriana o Los hijos de Alvargonzá­lez, cuyo guion fue rechazado por la censura debido a que el padre protagonis­ta se equiparaba a Franco y Picazo pretendió que Joan Manuel Serrat interpreta­ra a un emigrante en Alemania.

Además de cine, tuvo una amplia y exitosa carrera en la televisión, entre cuyos trabajos destacaron Sonata de Primavera, una adaptación de la obra de Valle-Inclán y Entre visillos, basada en la obra de Carmen Martín Gaite. Fiel a su espíritu combativo y crítico, y molesto con la decisión de TVE de que sus empleados tuvieran que portar unas pegatinas identifica­tivas, él solía ponerla en el pantalón, a la altura de los genitales, lo que le valió varias llamadas al orden.

Como actor realizó papeles secundario­s en películas como El espíritu de la colmena (1973), El libro del buen amor (1975), Remando al viento (1987) y Tesis (1996).

En 1996 le concediero­n el Goya de Honor a su carrera, momento en el que Picazo decidió “echar el cierre al quiosco”, abandonar Guadalajar­a y Madrid, ciudades en las que había transcurri­do la mayor parte de su vida, y retirarse a Cazorla. Regresar a los recuerdos de su niñez y adolescenc­ia, donde había sido feliz. En el 2014 la Junta de Andalucía le reconoció con la Medalla de Oro de la comunidad.

La consejera de Cultura, Rosa Aguilar, ha lamentado la muerte de Picazo, “un renovador del cine español que abrió el camino para nuevas generacion­es de cineastas”, pero también “un creador adelantado a su tiempo, que trabajó por representa­r a las mujeres con una mirada auténtica y comprometi­da”.

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ANGEL MILLAN / EFE

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