La Vanguardia (1ª edición)

“La historia de CaínyAb el está en el centro de mi teatro”

Juan Mayorga, dramaturgo, premio Europa Nuevas Realidades Escénicas

- JUSTO BARRANCO Craiova (Rumanía) Enviado especial

Juan Mayorga está nominado esta noche a los principale­s premios Max de teatro: mejor obra del año, mejor director y mejor autor por Reikiavik, una pieza nacida de su fijación infantil por el épico combate de ajedrez entre Bobby Fischer y Boris Spassky. Si gana, Mayorga, filósofo y matemático de formación, autor de éxitos como La tortuga de Darwin, El chico de la última fila o Himmelweg, no podrá recoger ningún premio: está en Craiova, en Rumanía, donde le entregan uno de los Premios Europa de Teatro, el de Nuevas Realidades Escénicas.

Felicidade­s. ¿Cómo ha recibido el premio?

Con alegría, pero además siento una emoción especial por un premio que se llama Europa. Temáticame­nte Europa aparece en muchas de mis obras. Es para mí un problema, una pregunta. No es sólo un territorio ni un espacio económico, es también una misión, una idea que nace en Atenas y que me atraviesa y preocupa. De dónde viene, hacia dónde va.

¿Cuál es esa idea, esa misión?

Cuando todos aquellos grandes, Sócrates, Platón, Aristótele­s, establecie­ron una conversaci­ón y de algún modo constituye­ron la ciudad en la que vivían en una comunidad crítica, de reflexión, en la que todo estaba permanente­mente en tela de juicio, estaban lanzando un envío que ha llegado hasta nuestros días. Para mí eso es lo que está en el origen de Europa. Cuando Sócrates sale a la calle y pregunta a sus conciudada­nos qué es para ti belleza, que yo no lo sé, qué es para ti el bien, qué es para ti justicia, qué es para ti amistad. Sócrates ahí está fundando Europa. Y en este sentido creo que Atenas está en el corazón de Europa. Pero si Europa es Atenas, también es Auschwitz. En Europa también cabe la lógica de la exclusión e incluso del dominio del hombre por el hombre. Si algún día se redactara esa famosa constituci­ón europea, tendría que mencionar Atenas y Auschwitz.

¿Y hacia dónde va Europa?

Yo me eduqué en la obra de Walter Benjamin y no es insignific­ante para mí que él fuera un refugiado. Un hombre al que la violencia nazi impidió morir en la tierra que había nacido y tuvo que buscar su superviven­cia fuera de Alemania. Y cuando sus amigos de EE.UU. e Israel le decían que fuera con ellos para salvarlo, él dijo aquello extraordin­ariamente emocionant­e que es: “No, no me voy porque en Europa todavía hay posiciones que defender”. Se refería a que la razón se impusiese sobre la barbarie, la hospitalid­ad sobre la lógica sacrificia­l. Hoy eso vuelve a darme que pensar. Hablando de forma muy concreta: si hablamos de la llamada crisis de los refugiados, todos intuimos lo que hay que hacer.

¿Y qué hay que hacer?

Hay que ayudar a una gente que está en peligro. Y probableme­nte esa ayuda va a requerir de nosotros sacrificio­s en nuestro bienestar y también en nuestra seguridad que tenemos que afrontar. Porque de lo que se trata es de estar a la altura de la idea de Europa. Europa es fundamenta­lmente un horizonte que nos tensiona. Y la propia idea de Europa está cargada de responsabi­lidad.

Cree que no estamos a la altura.

No, y en particular la historia de España está llena de expulsione­s, de exiliados, y resulta mezquina la discusión en torno a cuántos refugiados podemos recibir si recordamos que sólo en el siglo XX hubo decenas de miles de españoles que temían por sus vidas y salieron al exilio. Y si hubieran sido recibidos con esa actitud con la que nosotros solventamo­s la cuestión se habrían quedado a la intemperie. Hay que estar a la altura sabiendo que costará. Si hay un ser humano en peligro los demás somos responsabl­es de él.

¿Qué es Reikiavik?

Nace de mi deseo de contar una historia que me fascina desde niño, ese enfrentami­ento entre dos seres singulares, extremos, fascinante­s y misterioso­s que son Fischer y Spassky. La historia me persigue desde niño: luego he ido siguiendo las derrotas en sentido náutico de estos dos personajes que tras haber sido elegidos abanderado­s de los Estados más poderosos de la tierra entonces luego se convirtier­on en trasterrad­os, expatriado­s. Viniendo de modelos sociales opuestos, acaban expulsados de sus sociedades, acaban siendo el doble, el espectro del otro. Pero si esa historia me resultaba ya fascinante, en determinad­o momento caminando por un parque vi a dos tipos jugando al ajedrez y me planteé si no estarían en realidad jugando a Reikiavik, yo hoy hago de Fischer y tú de Spassky, y ayer lo hicimos al contrario. Cada uno representa no sólo a esos dos personajes sino a todos los de alrededor, a la madre de Fischer, la esposa de Spassky, el Soviet supremo, Kissinger... Encontré una forma para contar la historia que la ha llevado a otro lugar. Estos dos tipos que se juntan ahí hace que haya dos juegos: el ajedrez, un juego noble, antiguo, y uno anterior, el de jugar a ser otros, imaginar ser otros, representa­r la vida de otros, explorar el misterio de otros y, así, el propio misterio. Que es justamente lo que hacemos con el teatro.

Si definiera su teatro con una palabra, ¿sería imaginació­n?

“Debemos ayudar a los refugiados, y eso requerirá sacrificio­s en nuestro bienestar” “Mi teatro habla del encuentro de un ser humano con otro, ahí cabe lo mejor y lo peor”

Si pienso en su forma, en el teatro, en mi teatro y en el teatro que amo, la palabra fundamenta­l es imaginació­n. Si pienso en el contenido, en su asunto, en lo elemental, para mí la escena básica del teatro es el encuentro entre dos seres humanos. La irrupción de uno en la vida de otro. Cuando un ser humano se encuentra con otro puede ver en el otro un medio, un obstáculo, un enemigo, pero también su doble, alguien a quien ayudar, incluso a alguien por el que tiene una responsabi­lidad absoluta. Mi teatro habla de eso una y otra vez, del encuentro en que cabe lo peor y lo mejor, el amor y la destrucció­n. La escena básica es el encuentro entre Caín y Abel. En él es fundamenta­l la respuesta de Caín a la pregunta de Yahvé cuando le pregunta dónde está Abel. Caín responde: “¿Acaso soy el guardián de mi hermano?”. De algún modo en esa pequeña historia está todo, que el ser humano puede entender que es responsabl­e del otro y cabe que lo mate. Lo que está en el centro de mi teatro es la historia de Caín y Abel, pero en esa historia cabe que Caín cuide de Abel.

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EUROPE THEATRE PRIZE Días de premios. Juan Mayorga está en Craiova recogiendo un premio europeo y esta noche opta a los principale­s premios Max por Reikiavik
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