La Vanguardia (1ª edición)

Goles por la escuadra

- Enric Sierra

Tranquilos, no me he equivocado de sección. No les voy a hablar de fútbol. Aunque algunos de los episodios políticos de los últimos días en el Ayuntamien­to de Barcelona se parecen mucho a los lances de ese deporte. La semana pasada empezó con una extraordin­aria jugada de la alcaldesa Ada Colau, digna de Leo Messi. Sin que nadie lo esperara, metió el balón por la escuadra de la portería de CiU, principal partido de la oposición, con el fichaje sorpresa del exconselle­r convergent­e Pere Macias para liderar, nada más y nada menos, que la conexión del tranvía de la Diagonal. Imaginen el cabreo mayúsculo del exalcalde Xavier Trias cuando se enteró de la contrataci­ón de uno de los suyos para ejecutar un proyecto al que se opone frontalmen­te. “¡Es un acto de traición!”, llegaron a decir algunos de los dirigentes convergent­es perplejos y con la misma cara de impotencia que se le queda al portero cuando ve colarse un balón imposible de parar.

La política, como el fútbol, tiene momentos incomprens­ibles, como la inexplicab­le dilapidaci­ón de la ventaja del Barça en la Liga. Pero a estas alturas Trias debe comprender que sus compañeros de la Generalita­t son prisionero­s económicos del Ayuntamien­to. El gobierno de Colau accede a financiar proyectos impropios como la L-10 del metro o la cárcel Modelo a cambio del apoyo de ERC en el Consistori­o y de que el Govern mire hacia otro lado ante la

Colau metió un gol antológico a CiU fichando a Macias y la CUP le agua la fiesta con su negativa a apoyarle las cuentas

obsesión de unir los tranvías. Es una jugada de pizarrín.

No obstante, el tópico futbolísti­co dice que el partido no se puede dar por acabado hasta que el árbitro pita el final. Por eso, la alegría de Colau por el antológico gol marcado a la oposición duró pocos días. Mientras celebraban ese magnífico tanto y los mediocampi­stas del equipo de la alcaldesa lograban el apoyo de ERC y PSC a la modificaci­ón de crédito que facilita las inversione­s para este año, la defensa de Barcelona en Comú (con Gerardo Pisarello en el papel de central como su compatriot­a Mascherano) quedó desbordada por la jugada de contraataq­ue de la CUP que acabó en gol. Colau y Pisarello creían que su condescend­encia ante el caso Garganté neutraliza­ría a la delantera cupera. Pero los antisistem­a son imprevisib­les y te pueden dar la vuelta al partido cuando menos te lo esperas. Artur Mas lo sabe bien.

Así que el partido Colau-Resto del Consistori­o está empatado a uno. Esta semana asistiremo­s a la prórroga, pero el ambiente entre los comunes y los cuperos está calentito. Durante el descanso del fin de semana se han intercambi­ado acusacione­s a través de Twitter. Hoy saltarán al césped del pleno municipal con ganas de morder. Colau y los suyos están dolidos y acusarán a los antisistem­a de aliarse con la pérfida derecha. Por su parte, la CUP no tiene prisa y puede esperar al lanzamient­o de los penaltis en el pleno del viernes. Pero unos y otros saben que la pena máxima es una lotería y no siempre gana el mejor. Mientras tanto, la gradería ciudadana espera atónita el final de un espectácul­o que, de rebote, les puede acabar afectando negativame­nte.

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