Alco vuelve a levantarse
La firma de servicios para la construcción supera con éxito un concurso de acreedores
Esta es la historia de una resurrección. De cómo una empresa del sector de la construcción tropezó y consiguió levantarse. Una clásica historia de la España de la burbuja.
El grupo Alco, con sede en Esparraguera (Barcelona), en estos momentos está seleccionando candidatos para ampliar el 7% de su plantilla. Un dato significativo. Antes de la crisis contaba con 600 trabajadores. Ahora llega a los 100. En el año 2015 presentó concurso de acreedores, debido a unas desavenencias entre los distintos socios. Esa situación la superó en diez meses, lo que supone un tiempo récord. Y para el ejercicio 2017 prevé conseguir otra vez beneficios.
La mitad de su facturación procede del sector de la construcción y la rehabilitación. Alco alquila maquinarias como grúas y casetas (todo su parque está valorado en aproximadamente 20 millones de euros) a las empresas que no pueden permitirse unos activos inmovilizados de gran tamaño, pero también construye andamios y módulos prefabricados para todo tipo de eventos y usos.
Sin ir más lejos, son los artífices de la actual sala de prensa del Barça. Este apartado es el que está otra vez empujando el negocio, que está subiendo a un ritmo anual del 5-10%. Las ventas este ejercicio sumarán unos nueve millones de euros, pero el año que viene se llegará a cerca de los once millones de euros.
El grupo prevé obtener beneficios el año que viene y está contratando otra vez a personal
Gracias al plan de viabilidad que suscribió en su momento con los acreedores –en ningún momento se planteó la liquidación de la sociedad–, Alco prevé invertir este año cerca de un millón de euros, el doble de lo inicialmente previsto.
El grupo, fruto de la fusiones de otras empresas del sector, tiene una presencia en España (cinco centros de trabajo y dos almacenes). También opera en Chile. En total, todas sus instalaciones suman unos 103.000 metros cuadrados.
Alco ha participado en reformas de edificios simbólicos, como la Torre del Teleférico de la Barceloneta o el santuario de Meritxell en Andorra, cuyas fotos destacan en las paredes de las oficinas de la compañía.
Rafael García, presidente y socio fundador, reconoce que la época dorada de la construcción no volverá, pero precisamente por eso se están impulsando los edificios prefabricados, más sostenibles, y valoran la posibilidad de ampliar su presencia en Latinoamérica, donde en algunas áreas el mercado crece a un ritmo de dos dígitos.
Su hijo Oscar, que vive en Chile, en breve tomará el relevo en la compañía. Con la ventaja de que ahora, desde lo alto de la grúa, las cosas se ven de otra manera. Sus conocimientos podrían hacer crecer y expandir el negocio hacia esa zona geográfica, puesto que la construcción aún tiene recorrido.