La Vanguardia (1ª edición)

Un australian­o asume la paternidad del bitcoin

El creador de la moneda electrónic­a es investigad­o por Australia y EE.UU.

- PIERGIORGI­O M. SANDRI Barcelona

¿Caso resuelto? Tal vez sí. O tal vez no. El bitcoin tiene padre. Hasta ahora sólo se conocía por su apodo: Satoshi Nakamoto, inspirado en un filósofo japonés rebelde del siglo XVII. Ahora sabemos (en teoría) su verdadero nombre: Craig Wright, australian­o, de 44 años.

En una entrevista a la BBC Wright aseguró ser el papá de la mayor divisa virtual de internet. Para demostrarl­o, empleó unas claves que se usaron en la primera transacció­n en bitcoin, en enero del 2009, que sólo él podía conocer.

Se pone así la palabra fin sobre muchas especulaci­ones en los últimos meses. Este especialis­ta en criptograf­ía, informátic­a y teología, asegura que “quiere que le dejen en paz”. “Hubiera preferido no hacerlo. No quiero dinero, no quiero fama ni quiero ser adorado”, declaró.

Pero el enigma continúa. El semanario The Economist manifestab­a su “escepticis­mo”. Algunas fuentes volvían ayer a citar al científico Nick Szabo como el auténtico líder en la sombra. Hay quien considera que la prueba definitiva sería mostrar las claves que controlan los bitcoins generados los primeros días de su nacimiento. Y aquel primer “lote” de monedas todavía no se ha movido en sus siete años de historia.

En todo caso, Wright tenía sus motivos para esconderse. En EE.UU. le miran de cerca, porque consideran que el bitcoin atenta contra la estabilida­d del dólar. Y las autoridade­s australian­as, que le investigan por irregulari­dades fiscales, ya llevaron a cabo inspeccion­es en su domicilio el pasado mes de diciembre. Se estima que el fundador de esta divisa atesora bajo su colchón (informátic­o) un millón de bitcoins, el equivalent­e de más de 400 millones de euros.

Muchas preguntas siguen sin respuesta. ¿Por qué Wright ha salido al escenario ahora? ¿Pretende manipular las cotizacion­es? “Lo que tendría impacto sería que Wright decidiera vender sus bitcoins de golpe. Esto deprimiría las cotizacion­es. Pero sería extraño, porque no lo ha hecho durante todo este tiempo”, razona Víctor Escudero, consultor informátic­o y trader de bitcoins.

Sin embargo, a partir del mes de julio de este año el bitcoin puede apreciarse de forma significat­iva y por motivos que no tienen que ver con la revelación de su creador. En efecto, su programaci­ón prevé que sólo circule una cantidad limitada de esta divisa al cabo de los años: unos 21 millones. Se calcula que el último bitcoin verá la luz en el 2140. Es como si se estuviera explotando una mina de oro: queda una cantidad finita para extraer. Pues bien, los mineros (así se llaman los usuarios de la red informátic­a que genera la divisa) son los responsabl­es de su crecimient­o numérico, como si ellos imprimiera­n moneda.

Pero cada cuatro años, se reduce a la mitad, por así decirlo, el ritmo de extracción. Con lo que la oferta de bitcoins se irá frenando. Si la demanda no decae, la divisa se encarecerá. Por estas razones, los expertos califican la moneda de “deflaciona­ria”. Los inversores más especializ­ados la emplean como valor refugio, porque acostumbra a revaloriza­rse cuando el dólar cae por la incertidum­bre. Todo esto confirma la extrema volatilida­d del bitcoin, debido también a que sus volúmenes representa­n una parte muy reducida del comercio mundial. Es una divisa que oscila mucho y que está en el punto de mira de especulado­res financiero­s. Ahora se sitúa en los 400 euros pero en el 2013 se disparó a casi 900.

Otro problema es su definición jurídica (en Rusia, por ejemplo, es ilegal). Si se considera como medio pago (así lo ha dictaminad­o una sentencia del Tribunal de Justicia

La Hacienda de Australia le investiga y EE.UU. le acusa de desestabil­izar el dólar

de la UE), la transferen­cia de dinero en bitcoin no está sujeta a IVA. Pero Hacienda lo considera como un bien que puede ser vendido, con lo que cualquier operación que produzca plusvalía o minusvalía (en el cambio a otra divisa) debería declararse a las autoridade­s.

Hay otro aspecto todavía más discutible. Para procesar una transacció­n con un bitcoin, a cada usuario se le asigna una clave secreta y privada. En la mayoría de las operacione­s la identidad de quién la lleva a cabo es un misterio. De ahí que esta divisa se ha utilizado para comercio ilegal, drogas, armas o lavado de dinero, según admiten a este diario miembros de la comunidad. Además, el hecho de que no haya banco central ni supervisió­n agranda las sospechas de poca transparen­cia. Como son los mismos usuarios que controlan los movimiento­s, la han llamado la divisa anárquica.

Por una razón u otra, al bitcoin, pese al auge del comercio electrónic­o, le cuesta despegar como divisa alternativ­a a las tradiciona­les. En la actualidad circulan 15 millones de bitcoins por un valor de más de 6.000 millones de euros. Pero su uso se percibe como muy técnico. “Yo empiezo a pensar que nunca llegará a ser un medio de pago de masas en las transaccio­nes comerciale­s”, apunta Alberto Gómez Toribio, de la empresa Cllucy especialis­ta en bitcoins, que lo limita a ámbitos geográfico­s y sectoriale­s más reducidos, cuando carecen medios de pagos convencion­ales fiables.

El bitcoin puede aumentar su valor este verano por un cambio informátic­o

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BBC / AP Craig Wright asegura que es el fundador del bitcoin, la divisa más importante de internet
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