La Vanguardia (1ª edición)

Barcelona seduce a los universita­rios de China

Enviar a los hijos a estudiar en Barcelona se pone de moda en Pekín, Shanghai, Hong Kong...

- LUIS BENVENUTY CÉSAR RANGEL (FOTOS) Barcelona

“A mí siempre me interesó el mundo hispánico”, dice un estudiante chino en los pasillos de la facultad de la Traducción e Interpreta­ción de la Universita­t Autònoma de Barcelona. “Siempre me fascinó el humanismo de su literatura”, repone otro asiático. “Antes de venir hice un trabajo de Los pazos de Ulloa. Esa obra desprende unos sentimient­os difíciles de hallar en la literatura asiática”, asegura un tercero en un castellano muy académico. “Y Europa es la cuna de la música clásica”. “Y de la libertad, de la filosofía. Aquí la gente piensa de otro modo”. “Y encima está el Barça, y hay paella por todas partes ¡y siempre brilla el sol!”. Ahora, entre los altos funcionari­os de Pekín, los hombres de ne- gocios de Hong Kong y la gente más guapa de Shanghai está muy de moda enviar a los hijos a estudiar a Barcelona. Un par de años, quizás tres… En estos momentos Barcelona cuenta con más universita­rios chinos que nunca. En el curso 2011-12 las doce universida­des catalanas sumaron 643 estudiante­s chinos matriculad­os en ciclos y grados, másters y doctorados. En el curso 2014-15 fueron 1.267. Porque el gigante asiático tiene al mercado sudamerica­no en su punto de mira, necesita gente que hable castellano, que enseñe castellano, que tienda puentes. Y a estas élites las urbes sudamerica­nas se les antojan demasiado peligrosas p ara sus hijos.

“Además, mi madre tiene una agencia turística y necesita alguien que le haga de puente con Europa. Cada vez más chinos quieren pasar parte de sus vacaciones en Barcelo- na. Los chinos ya conocen París, Londres, Nueva York… ¡ahora buscan nuevos destinos! Hay que tomar posiciones”, explica Qiu Yan Zhu, de 24 años, de Shangai, en esta improvisad­a reunión en la facultad de Traducción e Interpreta­ción, junto con Ziwen Wang, Zi Jun Yan, Lu Jun An, Ze Chen, Zhao Yashu, Yunnyu Ma y Guan Xiong Zhou. “Y a mí es que Gaudí me encanta”. “Y al Barça lo adoro”. “Y la comida francesa es inaceptabl­e”. “Tanto como la inglesa, ¿ha probado esas patatas con pescado?”. “Y este clima, este sol, este aire tan limpio. ¿Sabe usted cuáles son los niveles de contaminac­ión de Pekín?”. Son veinteañer­os muy urbanitas, hijos de empresario­s, químicos, responsabl­es de organismos gubernamen­tales... Su perfil es muy diferente al del inmigrante chino oriundo de regiones montañosas que siempre vino a Catalunya a montar un negocio familiar y trabajar de sol a sol para ahorrar durante décadas, para dejar un

Estos asiáticos sumaban 643 en el 2012; un par de cursos más tarde, superaban los 1.200 Hasta ahora se decantaban casi siempre por Madrid, Salamanca, Granada...

VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR negocio que asegure el futuro de sus hijos y nietos, y disfrutar de una orgullosa jubilación en su pueblo. El objetivo de estos universita­rios, en cambio, es formarse para desarrolla­r su vida profesiona­l en su país, para destacar entre una masa cada vez mejor preparada. Pocas culturas dan tanta importanci­a a la educación como la china. Les interesan los idiomas, la literatura, el márketing, la publicidad, la dirección de empresas... Acostumbra­n a compartir viviendas con otros chinos. Así se ahorran que sus compañeros de piso les despierten de madrugada. Algunos tienen una beca del Estado chino, muchos se mantienen aquí gracias a la ayuda de sus padres, la mayoría termina de cuadrar sus cuentas empleándos­e como profesores particular­es de mandarín, haciendo alguna traducción, ofreciéndo­se como intérprete...

Charlando de un modo distendido, a medida que se relajan, a veces se muestran tremendame­nte ingenuos. Forman parte de una generación marcada por las políticas del hijo único. Están muy acostumbra­dos a que les marquen y preparen el camino, a que les protejan de todo. Algunos tardan unos cuantos meses en darse cuenta de que dejar el smartphone sobre la mesa de una terraza es por estas latitudes toda una imprudenci­a. Dicen que, como son bajitos, los ladrones al despiste se ceban en ellos, que si fueran más altos... Aun así, en verdad tienen mucho mundo. No es la primera vez que pisan el extranjero. Vivir en Barcelona es también la oportunida­d de conocer un lugar tan pequeño y variopinto como Europa.

“La manera de pensar de los europeos es muy interesant­e. No se sienten obligados a seguir los dictados de la mayoría. Todo lo contrario que en China”. “Aquí los jóvenes tratan de ser diferentes, de burlar lo establecid­o, de salirse de la corriente predominan­te…”. “En China no está bien visto criticar las cosas, llevar la contraria a lo que dicen todos”. “Mis padres me dicen que últimament­e opino demasiado, que estudie más y no me distraiga tanto. Es que en China criticar a tu país significa que eres un mal chino”. “Yo en Barcelona estoy aprendiend­o que criticar a tu país es un modo de mejorarlo”. “Lo que no me gusta de la manera de pensar de aquí la frivolidad”. “Sí, a veces parece que nada es de verdad importante”. “A mí me da la impresión de que a los jóvenes no les preocupa su futuro. Al menos no les preocupa tanto el futuro como a los chinos, que antes de tener hijos ya pensamos en cuál será su trabajo”. “Todo el mundo se lo toma todo muy a la ligera, lo importante es divertirse mucho, la

Son jóvenes que quieren formarse aquí y desarrolla­r su vida profesiona­l en su país No hace mucho España era una idea confusa, ahora saben dónde está Barcelona

gente practica el sexo como si no fuera importante… No es que me parezca mal, pero no lo entiendo”.

“Yo empecé a gestionar la llegada de estudiante­s chinos a Barcelona en 1999. Entonces traía cinco o seis cada año. La mayoría de los que viajaban por aquellas fechas acudía a Madrid, Salamanca, Granada –dice Kai Shan Li, responsabl­e de una empresa que se dedica a ayudar a los chinos que quieren estudiar en Barcelona–. Ahora cada semestre traigo unos 85, sobre todo de Shanghai, donde tengo una oficina. Mi trabajo también consiste en facilitar su estancia, guiarles en una cultura muy diferente. En todo caso, antes España era una idea confusa, un lugar muy lejano... Ahora saben dónde está Barcelona. Son principalm­ente jóvenes de clase alta. Los programas de intercambi­o son insuficien­tes porque la demanda china es más alta que la española. Hay más chinos interesado­s en venir a Barcelona que barcelones­es interesado­s en viajar a China, de modo que muchos han de venir pagando”. Li recaló en Barcelona a principios de los 90, cuando los chinos eran en esta ciudad algo muy exótico, después de estudiar en Salamanca y enamorarse de un andaluz que... “La UAB es una de las universida­des españolas con más estudiante­s chinos –tercia la decana de la facultad de Traducción e Interpreta­ción de UAB–. Ahora tiene cerca de 600. El boca a oreja está funcionand­o muy bien entre ellos. Ahora tienen una idea mucho más clara de lo que es Catalunya. Son gente cosmopolit­a de gran ciudad que acostumbra a viajar y conocer otras culturas. Hace unos años, los pocos que venían ni siquiera tenían claro que aquí se hablan dos idiomas”.

Y entre tanto los jóvenes siguen su debate. “No entiendo que la gente se levante tan tarde. A las seis todo está cerrado. Siempre he de esperar a que la ciudad se despierte”. “Todo el mundo se acuesta tarde, pero nadie quiere trabajar de noche”. “Se desayuna tarde, se cena tarde…”. “Y lo más importante es divertirse. Mis compañeros de clase prefieren gastarse 20 euros en una discoteca en lugar de cinco en un museo”. Por ello prefieren compartir piso con compatriot­as. Para dormir mejor. La gente de este lado del mundo les parece amable y divertida, sonríen y hablan todo el rato, pero esos buenos modos son también una manera de mantener las distancias. Cuesta intimar, cuesta mucho que las relaciones salgan de las aulas, de los trabajos en grupo.

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CÉSAR RANGEL Ocho estudiante­s chinos de diferentes universida­des catalanes explican sus experienci­as en Barcelona
 ??  ?? Qui Yan Zho, en la biblioteca de la facultad de Traducción e Interpreta­ción de la UAB
Qui Yan Zho, en la biblioteca de la facultad de Traducción e Interpreta­ción de la UAB
 ?? CÉSAR RANGEL ?? Cuatro estudiante­s chinos departen en el campus de Bellaterra
CÉSAR RANGEL Cuatro estudiante­s chinos departen en el campus de Bellaterra
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