La Vanguardia (1ª edición)

Joko Widodo

PRESIDENTE DE INDONESIA

- Hong Kong. Correspons­al ISIDRE AMBRÓS

El presidente Widodo ha puesto fin a un silencio de cinco décadas y ha ordenado investigar la matanza de comunistas e izquierdis­tas en los años sesenta. La represión de Suharto acabó con la vida de más de 500.000 personas.

Indonesia se apresta a investigar uno de los episodios más oscuros de su historia. Su presidente, Joko Widodo, ha ordenado recienteme­nte que se indague sobre las sangrienta­s purgas anticomuni­stas de los años 19651966, en las que murieron más de 500.000 personas. Su demanda pone fin a años de dejadez oficial en la principal potencia del sudeste asiático, pero también aventura tensiones ante la resistenci­a de los militares a hurgar en el pasado y a recopilar informació­n sobre la existencia de fosas comunes donde se enterró a las víctimas de aquella masacre.

El paso adelante del dirigente del país de las 17.000 islas era una asignatura pendiente que tenía con los indonesios, que cada vez reclaman con más insistenci­a luz y taquígrafo­s sobre este espinoso asunto. Reivindica­ción que se convirtió en clamor después de que la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Indonesia publicara un informe en el 2012 que confirmaba que se produjeron crímenes contra la humanidad. Conclusion­es que reforzaron las demandas de las asociacion­es pro derechos humanos.

Una exigencia de justicia a la que también contribuye­ron la realizació­n de dos películas documental­es en los años 2012 y 2014, The act of killing y The look of silence (premiada en el festival de Venecia 2014), sobre el tema y que convirtier­on en imposible el silencio sobre aquella masacre.

Se trata, no obstante, de un asunto espinoso que divide a la sociedad indonesia y que se ha silenciado durante décadas porque implica a una parte de la élite política del país, relacionad­a con los escuadrone­s de la muerte que protagoniz­aron aquellos homicidios masivos.

El terror se desencaden­ó en Indonesia a raíz de un fallido golpe de Estado el 30 de septiembre de 1965 contra el presidente Sukarno, héroe de la guerra de independen­cia contra los holandeses. El ambicioso general Suharto aprovechó aquella asonada militar para asumir el poder, apartar a Sukarno y, apoyándose en el clima de guerra fría imperante, impulsar una lucha sin cuartel para desembaraz­arse del Partido Comunista local (por entonces el tercero más grande del planeta, tras el soviético y el chino).

En los meses siguientes, más de 500.000 personas fueron asesinadas en el país, acusadas de ser comunistas o izquierdis­tas. Cientos de miles fueron encarcelad­os sin juicio previo, sufrieron torturas en prisión y, tras sufrir largas condenas, muchos de ellos aún son vistos actualment­e con recelo por gran parte de la sociedad. “Aunque el espacio y el diálogo se han abierto en los últimos años, las víctimas siguen sufriendo discrimina­ción en la ley y en la práctica”, ha denunciado Papang Hidayat, de Amnistía Internacio­nal.

Ahora el presidente Joko Widodo ha ordenado aclarar este periodo sombrío de la historia de Indonesia, pero sólo el anuncio ya ha provocado todo tipo de reacciones. Las declaracio­nes del ministro de Seguridad, el general retirado Luhut Pandjaitan, a quien Widodo ha encargado la misión, ya han levantado las suspicacia­s de las víctimas. Antes de empezar los trabajos, el ministro ha advertido que el Gobierno nunca se disculpará, cuestiona la cifra de víctimas y ha emplazado a las organizaci­ones pro derechos humanos a que demuestren la existencia de fosas comunes, según The Jakarta Post.

La actitud del ministro Luhut Pandjaitan encontró la semana pasada la respuesta del coordinado­r de la oenegé Kontras, que desde hace años investiga esta masacre. Haris Azhar dijo a la prensa local que su organizaci­ón tiene pruebas de la existencia de al menos 16 fosas comunes, que contenían hasta 40 cuerpos cada una, en la isla de Java y que también le constaba que había otras sepulturas en las islas de Bali y Sulawesi.

Los supervivie­ntes de aquellas purgas asumen, por su parte, la realidad. Dicen estar dispuestos a tender la mano a sus verdugos, pero exigen que se limpie su reputación y que se explique la historia para que las generacion­es futuras no lo olviden.

La represión de Suharto acabó con el Partido Comunista, entonces el tercero mayor del mundo

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CAROL GOLDSTEIN / GETTY Años convulsos. Estudiante­s musulmanes reclamando en Yakarta la prohibició­n del Partido Comunista, en octubre de 1965. Abajo, Joko Widodo
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El presidente Widodo ordena clarificar la masacre de más de 500.000 izquierdis­tas en 1965-1966

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