El retorno al diálogo
Todo proceso, por muy largo que resulte, acaba siendo alcanzando por el lenguaje con el que se ha construido. Y el proceso independentista, que tanto ha apostado desde el principio por el diálogo como ideal, ha empezado a constatar que, sin un diálogo efectivo, real y concreto, no habrá proceso, sino su propia congelación. El tiempo de disputas, reproches, desconfianza, dudas está siendo alcanzado por el diálogo como construcción y no como retórica. Sin capacidad dialogante no habrá nuevo gobierno en España y, lo que es más importante, no habrá capacidad de abordar los retos, los problemas del paro, la crisis económica, la corrupción, la solución territorial, que están minando la legitimidad de nuestras instituciones. Ni habrá capacidad en Catalunya de impulsar un programa de reformas urgentes para construir un país en el que la urgencia social, los conciertos educativos, la sanidad, la aprobación de los presupuestos, el impulso a las pequeñas y medianas empresas no queden atrapados por la disputa y desconfianza política. Si no somos capaces de advertir que el tiempo del diálogo ha llegado para neutralizar los antagonismos replicantes, seguiremos avanzando hacia un proceso de desaparición política y cultural mientras aspiramos a todo.
La sociedad catalana, basada en logros que se pueden tocar y ver, empieza a mostrar cansancio del bloqueo político como única forma de defender nuestros intereses. Tres términos se consolidan en nuestra sociedad, democracia, progreso y diá- logo para acabar con estas tablas perpetuas. La gente pide que la democracia sea el campo de acción para afrontar realidades y no quimeras. Pide que nuestras leyes, sobre las que descansa el principio de legalidad, no se vean limitadas por la parálisis institucional y por la falta de acuerdos para avanzar en un nuevo desarrollo constitucional. Progreso como el mejor antídoto contra la crisis social, económica, cultural y la falta de confianza en nosotros mismos. Establecer un diálogo permanente con los actores sociales, económicos, culturales y políticos para hacer fracasar la estrategia de generar más tensión para obtener más probabilidades de conseguir objetivos. La vuelta al diálogo que estamos viendo estos días en la política española y catalana es la vía para avanzar en la resolución de los conflictos provocados por el no diálogo.