“No vale la pena renunciar a tus sueños por ser mayor”
Carlos So ria, alpinista que ha coro nado el Annapurna a los 77 años
Hemos intentado salir esta mañana en helicóptero pero ha sido imposible por el mal tiempo, está nevando mucho y ahora mismo han tenido que subir a rescatar a un alpinista iraní”, contaba ayer desde el campo base del Annapurna Carlos Soria, que a sus 77 años coronó el domingo esta montaña de 8.091 metros, su duodécimo ochomil, junto al médico Carlos Martínez, el cámara Luis Miguel López y los sherpas Mingtemba, Temba, Purba, Lakpanuru y Penmba Thinduk. Si hoy la meteorología permite volar, Soria y sus compañeros de expedición se desplazarán a Pokhara, la segunda ciudad de Nepal, donde descansarán unos días para a finales de semana dirigirse al Dhaulagiri (8.167 m.), su próximo objetivo.
Tras los intentos de 2012 y 2015, a la tercera ha logrado hollar el Annapurna. ¿Las condiciones han sido mejores?
Este ha sido un año mas seco, la montaña está menos peligrosa al haber menos nieve, pero mas difícil porque hay mas hielo entre los campos dos y tres. Hemos sabido esperar el momento oportuno para ir a la cima y hemos tenido mucha suerte. Aunque el domingo, en la cumbre, la sensación era de mucho frío y viento, quizás con ráfagas de 60 o 70 km/h, pero no lo puedo afirmar porque allí arriba no hay ningún medidor. Hay gente que ha bajado con congelaciones.
Y usted, ¿cómo está?
Yo estoy entero, pero muy cansado, exhausto, ha sido muy duro, sobre todo el tramo entre los campos dos y tres, con una pared con mucho hielo, muy técnica, que hemos bajado haciendo rápels de 70, 100 metros. No paramos durante unas 23 horas, desde que salimos el sábado al anochecer del campo 4, llegamos la mañana del domingo a la cima y regresamos a las siete de la tarde a ese campamento. Ayer (el lunes) ya bajamos directamente.
¿Estuvieron solos en la cima?
Sí, sólo estábamos nosotros. Lo que pasó es que en el couloir final no hubo tiempo de poner cuerda y hubo gente que se dio la vuelta. Antes de llegar nosotros nos cruzamos con una montañera china que bajaba y nos dijo que había dejado una bandera de su país. Y allí estaba.
¿Disfrutó de la cima o allá arriba sólo se piensa en bajar?
No me gusta estar mucho rato en la cima, además el frío y el viento no invitaban a quedarte mucho tiempo allí. Sólo los minutos necesarios para sacar unas imágenes. Eso de disfrutar de la cumbre... Llevo dos meses disfrutando del Annapurna, la cima está muy bien, pero me he ido muchas veces sin conseguirla e igual de satisfecho.
¿Pero la satisfacción es mayor a los 77 años que, por ejemplo, a los 51, cuando coronó su primer ochomil, el Nanga Parbat?
Me siento orgulloso de poder man- dar el mensaje de que por la edad, por ser mayor, no vale la pena renunciar a tus sueños. Me lo paso igual de bien ahora que antes, tengo menos movilidad, me cuesta más ponerme los crampones, pero si estoy aquí es porque me encuentro bien. Hago lo que me gusta.
Y su familia, ¿qué opina?
El domingo mi hija mayor, Sonsoles, cumplía 50 años, y le dediqué la cima. Mis hijas son montañeras, no de ochomiles como yo pero sí buenas esquiadoras de fondo. Están muy orgullosas, me dicen que se sienten jóvenes viendo como su padre sube ochomiles.
La edad es un handicap o en cierta manera es un plus por la experiencia, la prudencia... ¡Parece increíble que a los 77 años pueda mejorar mi rodilla! Pues sí, esta vez no me ha dado problemas. Ha sido una paliza tremenda, tengo las piernas muy cansadas y muchas agujetas, pero es que tengo 77 años y gente más joven no lo ha conseguido. He llegado bien entrenado, hice un trekking en la zona del Everest para aclimatar y aquí, en el campo base, a 4.200 metros, salía a correr con los compañeros. Estoy feliz.
“Una pared con mucho hielo que hemos bajado con rápels de 70, 100 metros”