Aires de fiesta
Dirección: Jordi Savall Intérpretes: Manfred Kraemer, violín y concertino Lugar y fecha: L’Auditori (2/ V/2016) Esta relación de Jordi Savall con una orquesta propia del siglo XX es desde todos los puntos de vista positiva. En su gestión directorial introdujo no sólo músicas, sino formas necesarias para situar a los integrantes de la orquesta en un ámbito menos hierático, más amable si se quiere, de mayor flexibilidad. Y estas formas son imprescindibles para interpretar obras del barroco y del clasicismo, y hasta de tiempos posteriores, e incluso la vestimenta ayuda a ello. Pero además introdujo aire festivo, bueno para la comunica- ción con el público. El camino es difícil, pero si se avanza en él será muy provechoso.
En las últimas décadas, a raíz de las nuevas modalidades de interpretación del barroco, estas músicas dejaron de lado las orquestas sinfónicas. Y con ello, muchos de sus integrantes se alejaron de algo tan fundamental para un músico como es Bach, o los primeros Mozart. Un Bach como el de las Suites o del los Conciertos de Brandemburgo exige un fuerte trabajo polifónico y contrapuntístico, al margen de las exigencias técnicas. La cuerda es fundamental y, salvo el arco y las técnicas románticas, los instrumentos mantienen su sonoridad, lo que ha cambiado casi radicalmente son los vientos, y con ello su color y timbre. Pero, puestos a la tarea, por qué no hacerlo con instrumentos actuales ya que las grandes salas exigen amplitud sonora. Parte de los violines de la OBC trabajaron en la ocasión con arcos del barroco o con técnicas de acercamiento, que facilitan agilidad, repetición, y articulación. Y pieza fundamental en ellos fue el trabajo de Manfred Kraemer como solista y concertino que se debería haber subrayado en el programa. El trabajo de Savall debe de haber sido muy interesante en ensayos (había que pulir un diamante), ya que la dirección, en estas músicas, se hacía desde el concertino o desde el clavecín, y la actitud en concierto es más camerística.
El tratamiento en general careció de vibratto y fue evidente en las piezas en que un cuarteto de cuerdas hacía diálogo con el tutti –en particular la Serenata en Re mayor de Mozart, con contrabajo en lugar de violoncelo– la necesidad de avanzar en estas técnicas. Muy buen trabajo de los vientos en general ( Suite para orquesta nº 3 de Bach) y especialmente en los números festivos de Reales Fuegos de Artificio de Handel, que dejó en evidencia la diferencia musical con el Bach polifonista. Sala llena, alegría. Que se repita.