Guardiola, sin balas
Pep dejará un Bayern genial huérfano del título que le exigían
No me maten aún. Todavía me queda un bala”, dijo Josep Guardiola un par de días después del partido de ida. La prensa alemana le había lanzado dardos envenenados por su alineación y por no haber marcado en el Calderón. Pero Pep no estaba dispuesto a tirar la toalla ni mucho menos y no puso en el campo a una bala, sino a once, aunque al final no le sirviera de nada. Once meteoritos que se lanzaron a toda pastilla y que merecieron pasar, aunque no lo lograran. Once misiles dispuestos a dar la razón a su entrenador, que en estas tres temporadas ha luchado a brazo partido para cambiar la filosofía alemana, para sosegar su fútbol, para darle toque y pausa. Pero ayer era una cuestión también de pasión para que el Bayern alcanzara la final y para que el de Santpedor rompiera su maldición ante conjuntos de la Liga. No pudieron conseguirlo en un partido que recordó al Barça-Chelsea del 2012.
Hace dos temporadas le dejó fuera de manera frustrante y clarísima el Madrid. La pasada campaña fue el Barça el que no le dejó opciones. Y esta vez aparecía el Atlético por Munich y también mandó a la cuneta a los alemanes. Se jugaba el técnico catalán la opción de poder despedirse de Baviera por la puerta grande. Los títulos en Alemania están muy bien pero la vara de medir para Pep era la Liga de Campeones porque cuando llegó al Bayern lo cogió como campeón de Europa. Y se irá sin devolver al equipo de Munich a la cima.
Pep quería alcanzar su tercera final de la Champions como entrenador y deseaba quitarse de encima su mala racha en las semifinales (ha ganado dos de siete). Guardiola ordenó a su equipo que no se dejara nada dentro. El fútbol que prefiere es más cartesiano, pero el Pep jugador, siendo un futbolista racional, también era un hombre pasional y vivía estos grandes partidos como si le fuera la existencia en el empeño.
Trató el exbarcelonista de estar sereno en la banda. No se apreció que celebrara con especial efusividad el tanto de Xabi Alonso, pero sí lamentó el fallo de Müller en el penalti. Pep se llevó las manos a los ojos, como si no quisiera creer lo que veía porque la historia se repetía. Como Messi ante el Chelsea en 2012 uno de sus jugadores estrella había marrado una pena máxima clave en semifinales.
Ahí estuvo el momento de Guardiola y de su equipo. Después llegó la noche a Munich, vino el expreso Griezmann y a Pep se le gastaron las balas, aunque no sin antes un último arreón de su equipo para intentar adquirir el billete para la final. En ese tramo definitivo Pep sí que desató sus emociones, protestando las pérdidas de tiempo del Atlético y el penalti sobre Torres, que no lo era. El árbitro no favoreció precisamente al Bayern...
Tras el partido, visiblemente afectado, Guardiola, que abrazó uno por uno a todos sus jugadores, declaró: “He dicho a mis futbolistas que estoy muy orgulloso de ellos. He dado mi vida por este club. Los números son números y es fútbol. Hicimos 80 minutos maravillosos. Siento el fútbol así y no lo cambiaré. Espero que Ancelotti dé el salto al Bayern que yo no le he podido dar en tres años”.
La otra cara de la moneda la representaba Diego Pablo Simeone, a quien solamente le importa el éxito sin tener en cuenta la estética. “En la primera parte el Bayern estuvo realmente tremendo, lo hizo todo bien, con presión y velocidad. En el segundo tiempo reaccionamos y tuvimos más temple. Fue todo más parejo. Nuestra alegría es inmensa. Hemos eliminado a dos de los tres equipos mejores del mundo”.
JOSE P GUAR DIO LA “He dado mi vida por este club; he dicho a mis jugadores que estoy muy orgulloso de ellos”
DIEGO SIME O NE “Hemos eliminado a dos de los tres mejores del mundo, el Bayern estuvo tremendo en la primera parte”