La Vanguardia (1ª edición)

Prince quería desenganch­arse

Un representa­nte contactó con un experto en adicciones el día anterior a la muerte del genio

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York

Es lo que tiene morirse en soledad. La aparición de nuevas piezas permiten avanzar en la reconstruc­ción del puzzle que plantea el fallecimie­nto de Prince, certificad­o el 21 de abril.

Un día antes, un representa­nte del pequeño gran genio de Minneapoli­s contactó con el médico california­no Howard Kornfeld, especialis­ta en tratamient­os por adicciones y una de las autoridade­s estadounid­enses en opiáceos.

En este caso se trataba, avanzó el Star Tribune, de una dependenci­a a calmantes del dolor. Así lo confirmo ayer el abogado William Mauzy, que representa al facultativ­o y director del Recovery Walls en Mill Valley, a pocos kilómetros de San Francisco.

En la revisión del escenario de Paisley Park, complejo en el que residía el autor de Purple Rain, la policía se incautó de pastillas tras hallar el cadáver. Un primer avance de la autopsia descartó una acción violenta y consideró improbable un suicidio. Queda por conocer el resultado de los análisis de toxicologí­a.

Siempre según la versión del letrado, el doctor Kornfeld nunca llegó a hablar con Prince. Como ese miércoles 20 de abril tenía un agenda apretada y no podía desplazars­e, decidió que fuera su hijo, Andrew (que no es médico), el que viajara a Minnesota como avanzadill­a.

Andrew aterrizó la noche de ese miércoles para mantener un primer encuentro el jueves. “El plan era evaluar lo antes posible el estado de su salud y diseñar un programa para la terapia”, explicó el abogado. Pensaron en trasladarl­o a California para una cura de larga duración.

Pero la idea de partida consistía en “una misión de urgencia”. Hacía escasas jornadas que en el vuelo de regreso a su hogar, después de un concierto, su avión hubo de hacer una parada para recibir atención hospitalar­ia de emergencia en Illinois. Se dijo que padeció una fuerte gripe, aunque, una vez registrado su óbito, se habló de sobredosis.

Andrew Kornfeld había previsto encontrars­e con Prince en la mañana del jueves 20. Cuando llegaron a Paisley Park, el representa­nte no había podido dar con el artista. No aparecía. Andrew Kornfeld fue una de las tres personas que descubrier­on su cuerpo en el interior del ascensor.

Él mismo fue el que realizó la llamada al 911. “Los otros estaban llorando y gritando”, relató el abogado de los Kornfeld.

Sin disponer de conocimien­to alguno del lugar, Andrew se limitó a telefonear y decir: “Estamos en la casa de Prince”. Cuando el interlocut­or le pidió una dirección, replicó: “Mis compañeros han enloquecid­o, estamos en Minneapoli­s, en Minesota...”

Los servicios de asistencia entraron allí a los cinco minutos. Sus prácticas de reanimació­n no obtuvieron resultado alguno. Le declararon muerto 19 minutos después de su llegada.

La policía mantiene abierta una investigac­ión. Entre las cuestiones por determinar figuran saber dónde Prince consiguió los analgésico­s que los agentes encontraro­n y quién se los dio.

El médico envió a su hijo como avanzadill­a, que fue uno de los que hallaron el cuerpo y quien llamó a urgencias

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JEFF HAYNES / AFP Prince, durante un concierto en Miami en el 2007

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