Si corres, te lo pierdes
Un maratón, en eso parece haberse transformado nuestro día a día, en una sucesión interminable de maratones, carreras de obstáculos y triatlones. Cada mañana apretamos el crono y consumimos las horas en una cuenta atrás que nos hace ir corriendo todo el día y, de paso, perdiéndonos un montón de cosas, detalles insignificantes tal vez, pero son esos los que suelen dar sentido a nuestra especie, los humanos.
Observar la cara de nuestro hijo mientras desayuna con las sábanas aún marcadas en su piel, ¿cuánto hace que no lo hacemos? O caminar por la ciudad sonriendo porque estamos mirando el cielo y él siempre nos hace sentir mejor, o apreciar el olor del pan recién hecho y parar, y cerrar los ojos para sentir todo su aroma... Son detalles que nos hacen detenernos para sentir la vida, en vez de ir corriendo por ella. Y cuando tenemos hijos ¡también convertimos sus tardes en una sucesión interminable de órdenes! “Corre, merienda; corre, los deberes; corre a ducharte, a cenar, a dormir, que mañana...”. ¡Que mañana vuelve la competición! El mundo va acelerado, cierto, pero ¿quién ha decidido vivir con prisas, tú o él?
El móvil, el WhatsApp y los correos electrónicos consumen nuestro crono aún más, llenando nuestras horas de ansiedad, pues no damos para contestar a todo. Y entre tanto estrés y agobio, nos olvidamos de mirar a nuestros hijos, quienes a partir de una edad se cansan de esperar y nos dan la espalda. Si corres, te lo pierdes, y a tus hijos también.
CRISTINA GUTIÉRREZ LESTÓN
Santa Maria de Palautordera