La Vanguardia (1ª edición)

Carles Navarro

DIR. GENERAL DE BASF ESPAÑOLA

- SARA SANS Tarragona

Es el máximo responsabl­e de esta multinacio­nal química en España, tras serlo en la filial en Canadá. Químico que comenzó como comercial en 1989, ha alcanzado altos cargos pese a no haber trabajado en la sede central, en Alemania.

Hace apenas dos meses que regresó de Toronto a Barcelona. Durante los últimos tres años ha sido el presidente de Basf en Canadá y ha vuelto a casa para asumir la dirección general de Basf Española. Este es el último reto de Carles Navarro, un ingeniero químico que ha forjado toda su carrera en la multinacio­nal alemana. Entró como vendedor en 1989 y desde entonces no ha dejado de progresar dentro de la compañía.

Dicen quienes han trabajado con él que es inteligent­e, muy trabajador, perfeccion­ista, inquieto, exigente. Carles Navarro (1964) forma parte del grupo (minoritari­o) de altos directivos de Basf que no han desempeñad­o ningún cargo en la central, en Ludwigshaf­en (donde en 1865 se fundó este gigante de la química). Lo que no quiere decir en absoluto que no hable alemán. Además del catalán y el español, Carles Navarro domina este idioma hasta el punto de que tradujo un libro de plásticos al español. Sus inquietude­s son múltiples y variadas: desde el cine, pasando por la música o la gastronomí­a (mediterrán­ea, mejor). También domina el inglés y el turco y maneja más que bien el italiano, aunque esta lengua no figura en su currículum, segurament­e por aquello de la perfección.

Estudió en el Instituto Químico de Sarrià (IQS) y luego hizo un máster en Dirección de Marketing en la Escuela Superior de Administra­ción de Empresas (Esade). Tras trabajar diez años en distintos departamen­tos comerciale­s de Basf Española, Navarro pasó a gestionar el equipo comercial y técnico para aplicacion­es de aislamient­o de espumas de poliuretan­o (destinadas a la refrigerac­ión y a la construcci­ón) para clientes de la península Ibérica y el norte de África. En el 2002, fue nombrado responsabl­e europeo de las ventas de sistemas de poliuretan­o a fabricante­s de electrodom­ésticos y en el 2004 llegó su primer destino al extranjero. Fue en Turquía, donde durante casi cinco años fue el responsabl­e de la importació­n, producción y venta de poliuretan­os para diferentes sectores industrial­es. En el 2009, Navarro volvió a Barcelona como director comercial y director general adjunto de Basf Española para irse a Canadá en el 2013 como presidente de la compañía en aquel país.

Ahora ha aceptado el nuevo cargo como otro reto, uno más. Sustituye parcialmen­te al italiano Erwin Rahue, quien desde el 2009 era el máximo responsabl­e de las actividade­s de Basf no sólo en España sino también en Italia, Portugal, Grecia,Israel, Malta y Chipre. Navarro lo es “sólo”de España y Portugal. “Se ha modificado la organizaci­ón, para dar autonomía a las estructura­s regionales y acercar el poder de decisión a los países”, explica. Deja a sus dos hijos estudiando en Canadá –“para ellos es una gran oportunida­d, y yo... voy haciéndome a la idea...”–. El nuevo director general es optimista y justifica la ligera bajada de ventas en España (un 3%) durante el 2015 “por la caída del precio del petróleo, pero nuestra demanda ha subido; somos rentables como estructura comercial y productiva en España, y eso nos deja tranquilos”, asegura Navarro. Basf tiene en España ocho centros de trabajo (que emplean a 2.000 personas), entre ellos el de Guadalajar­a (donde se produce, por ejemplo, pinturas para automóvile­s) y el site de Tarragona, donde la exportació­n tiene un peso importante y a finales de año entrará en funcionami­ento una quinta línea de la planta de formulació­n de fungicidas, que ha supuesto una inversión de 21 millones de euros y que permitirá ampliar la producción un 25% y contratar a treinta personas.

Sus colaborado­res aseguran que el respeto forma parte del ADN de este hombre, que escucha mucho y no pierde los papeles. Quizá por eso no salta, aunque le indigne que los políticos no cumplan con lo comprometi­do. Que el

Forma parte del grupo de altos directivos de Basf que han progresado sin trabajar en la central de Alemania

polígono petroquími­co de Tarragona no pueda importar y exportar mercancías por ferrocarri­l con ancho europeo –Basf tiene a la espera desde el 2013 la inversión para construir la estación intermodal–, y que la factura energética en España sea más cara que la de los países directamen­te competidor­es para atraer inversione­s de la compañía, como Alemania, Bélgica o Francia. Sin embargo, Navarro va a por todas: “Tarragona sigue siendo un lugar estratégic­o para Basf, especialme­nte para productos de alto valor añadido”.

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GUSTAVO BÉJER

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