La Vanguardia (1ª edición)

Las semillas del odio

Amberes sigue luchando contra la herencia del grupo salafista Sharia4Bel­gium, del que salieron 50 guerriller­os

- BEATRIZ NAVARRO Amberes. Correspons­al

Al comenzar su carrera, a finales de los noventa, Kris Luyckx, hoy un reputado abogado penalista belga, llevó algunos casos pro bono en Amberes (Antwerpen), la mayor ciudad de Flandes con 550.000 habitantes. Sus clientes eran sobre todo jóvenes implicados en tráfico de drogas y robos. Quince años después, los nombres de cinco de ellos reaparecie­ron ante sus ojos en el macroproce­so contra el grupo salafista Sharia4Bel­gium, acusados de terrorismo. “Se les juzgó en rebeldía. Estaban en Siria o, por desgracia, muertos”, rememora.

En aquel juicio –el primero en Europa Occidental por radicaliza­ción terrorista– Luyckx defendió a Jejoen Bontinck, uno de los muchos jóvenes a los que la organizaci­ón atrajo en los casi cuatro años que existió. “Había algún futbolista de nivel, pero la mayoría eran chicos sin rumbo, de unos 20 años, que habían estado en prisión y al salir se encontraro­n hasta arriba de deudas y rechazados por su familia. Para escapar de sus problemas se metieron en otro aún más grande”.

Los expertos en radicaliza­ción comparan a menudo el proceso con las sectas. El gurú de Sharia4Bel­gium fue Fuad Belkacem. El exyihadist­a Michael Yunes Delefortri­e recuerda vivamente el día que lo conoció: “Fue como si la oscuridad hubiera sido cazada por la luz. Como si Alá lo iluminara para atraer la gente hacia él”, cuenta en un libro autobiográ­fico.

Belkacem fundó Sharia4Bel­gium en marzo del 2010, aunque ya llevaba un año activo. Le ayudó el británico Anjem Chudarym, que ya había creado los grupos Islam4UK y al Muhajirun.

Para Saliha nen Ali, madre de un chico muerto en Siria, no es casualidad que surgiera en Amberes: “La presión sobre los jóvenes musulmanes era muy fuerte después de 10 años de expansión de la extrema derecha. Entonces apareciero­n unos chicos que no tenía miedo a la policía ni al Vlaams Blok y que entendían cómo se sentían. Les dieron armas para rebelarse contra una sociedad de la que no se sentían parte”.

El objetivo de Sharia4Bel­gium –a todas luces desmesurad­o y quizás por eso ignorado– era acabar con la democracia e instaurar la ley islámica. Durante mucho tiempo predicaron sin que nadie se los tomara en serio. Repartían folletos, tenían un local junto a la estación de Amberes y viajaban constantem­ente por Malinas, Vilvoorde, Bruselas y otras localidade­s para manifestar­se y propagar sus ideas. Encontraro­n inspiració­n en predicador­es como Omar Bakri Muhamad, el ayatolá

de Tottemham, y Ahmad Salam. Amberes sigue luchando contra los frutos de esas semillas del mal. “Por desgracia estuvieron mucho tiempo activos, incitando al odio y a la violencia, sin que se les prestara atención. Sólo luego se vio la influencia que habían tenido en nuestros jóvenes”, afirma Johan Vermant, portavoz de Bart de Wever, alcalde de Amberes.

A primeros del 2012, los choques con la policía aumentaron. Un día apareció un vídeo en internet en que Belkacem predicaba en el tren de Amberes a Malinas, comparando a los homosexual­es con pederastas y necrófilos. Fue detenido.

Aquel mes de agosto, Nabil Kasmi y cinco miembros de Sharia4Bel­gium decidieron ir a Siria a morir como mártires con Al Qaeda o el Estado Islámico. Entre el 2012 y el 2013, unos 50 miembros del grupo siguieron el mismo camino. Uno de ellos es Ilyass Bughalab, extrabajad­or de la central nuclear de Doel. En total, de Amberes han salido 80 personas (también chicas, “novias de la yihad”).

Belkacem, que nunca ha puesto un pie en Siria, sigue en prisión, cumpliendo una condena de doce años por terrorismo, aunque él se define “como un provocador, como Pussy Riots o Femen”.

Bélgica ha producido 451 yihadistas, el mayor número en relación con su población de toda la UE. De los 4.000 combatient­es europeos en Siria, 2.800 proceden de Francia, Alemania, Reino Unido y Bélgica, según el Centro Internacio­nal Antiterror­ista, que calcula que entre 120 y 139 procedían de España. Una parte ha muerto en combate. Otros han vuelto.

Dejar atrás la guerra no significa abandonar el radicalism­o. El exyihadist­a Yunes, tras pasar dos años en la cárcel, abrió una panadería en Amberes –hoy traspasada– y dice no arrepentir­se de nada. Amberes ha puesto en marcha una célula de desradical­ización para identifica­r situacione­s de riesgo y actuar. Es un trabajo a largo plazo. Aún siguen deteniendo a chavales a punto de coger el avión.

Próxima estación, Malinas.

“Eran chicos sin rumbo que para salir de sus problemas se metieron en uno aún mayor”, afirma un abogado

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NICOLAS MAETERLINC­K / AFP Belkacem habló con la prensa el 1 de junio del 2012 junto a una mujer que la víspera había sido detenida en Molenbeek por llevar un niqab
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