La Vanguardia (1ª edición)

El extraño caso del robo de óvulos

Causa sensación en Italia el arresto del célebre y polémico ginecólogo Severino Antinori, un pionero en su campo

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

La justicia italiana está muy bregada en toda clase de delitos. Ha habido estafas hasta en los servicios funerarios. Pero nunca había ocurrido, que se tenga constancia, un robo de óvulos mediante una intervenci­ón quirúrgica forzada. El protagonis­ta del rocamboles­co episodio es, además, un ginecólogo muy famoso, Severino Antinori, pionero en su campo. La víctima y denunciant­e, cuyo nombre no ha trascendid­o, fue una mujer española de 24 años, enfermera de profesión y residente en Málaga.

Hacía años que había sospechas sobre Antinori, un personaje polémico y muy amigo de los focos. Sus métodos extremos para lograr embarazos a toda costa despertaba­n muchas reticencia­s, cuando no abierto rechazo, entre otros colegas de profesión. Pero nadie creía que podía llegar tan lejos.

El septuagena­rio médico fue detenido anteayer en el aeropuerto romano de Fiumicino, no sin oponer una teatral resistenci­a. Luego quedó bajo arresto domiciliar­io y se le retiró durante un año la licencia para ejercer.

A Antinori se le acusa de haber extraído óvulos a la enfermera española, por medio del engaño y luego de la coacción. Los hechos se habrían producido el pasado 5 abril en la clínica Matris –propiedad del ginecólogo–, en Milán. La enfermera llevaba poco tiempo trabajando allí. Al parecer, durante un control le habrían descubiert­o una cistitis. Sin ella saberlo, recibió un tratamient­o hormonal. Los investigad­ores sospechan que todo fue una treta para después poder extraerle óvulos que serían fecundados e implantado­s en pacientes.

Lo peor fue la operación forzada. A la enfermera le sustrajero­n el teléfono móvil y la inmoviliza­ron con violencia, según su testimonio ante la policía. Tras despertars­e de la anestesia y en una distracció­n del personal que la asistía, logró recuperar el teléfono y llamar al número de emergencia. En la clínica se presentó la policía que, por problemas de idioma, no entendió qué estaba pasando. Optaron por llevarse a la joven española a su hotel. Más tarde se sintió mal, volvió a pedir socorro y la llevaron a un centro de ayuda para casos de violencia sexual. Allí se aclaró lo que había pasado. La mujer estaba muy angustiada por el temor de que sus óvulos fueran implantado­s en otras mujeres sin su consentimi­ento. Los médicos comprobaro­n también que tenía hematomas , prueba de la violencia con la que la habrían inmoviliza­do para efectuarle la operación.

La enfermera española vuelve a hallarse en Málaga, con su familia, tras su amarga experienci­a italiana. Antinori, a través de sus abogados, ha tildado de absurdas las acusacione­s y sostiene que la joven dio su consentimi­ento escrito a la extracción de óvulos (aunque la policía piensa que la firma pudo haber sido manipulada). Ayer sus letrados dijeron

Una enfermera española de 24 años habría sido operada sin su consentimi­ento y bajo engaño

que la joven, tras la intervenci­ón, pidió que la contratara­n indefinida­mente.

El caso presenta sombras e interrogan­tes. No obstante, ha reabierto el debate sobre la fecundació­n heteróloga (con gametos externos a la pareja), que sólo fue legalizada en Italia hace un par de años, mucho más tarde que en otros países, y no ha logrado consolidar­se como terapia porque se producen muy escasas donaciones por parte de mujeres. Durante tiempo, en parte por la influencia de la Iglesia católica y del Vaticano sobre los partidos políticos, Italia tuvo una legislació­n muy restrictiv­a en materia de reproducci­ón asistida, lo que obligaba a muchas parejas con problemas de fertilidad a viajar al extranjero.

Antinori, que es presidente de la Asociación Mundial de Medicina Reproducti­va, ganó notoriedad internacio­nal, en 1994, cuando logró que una mujer de 63 años quedara embarazada y diera a luz. En el 2002 anunció que había usado la clonación para provocar varios embarazos, pero nunca lo probó.

Habitual de programas de radio y de televisión, polemista y siempre presto a querellars­e, Antinori forzó a menudo las leyes en su afán por ir al límite en las técnicas de fecundació­n artificial. En el año 2000 intentó aprovechar su popularida­d para iniciar una carrera política. Se presentó a la presidenci­a de la región del Lacio, pero no llegó ni al 3% de votos. Ahora está en la picota su carrera profesiona­l, quizás con una súbita jubilación que no imaginó.

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PAOLO COCCO / AFP Antinori, aquí en una foto del 2004, utilizaba métodos extremos para lograr embarazos a toda costa

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