Segunda oportunidad
El candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, ha perdido una oportunidad histórica. De haber aceptado el ofrecimiento que se le hizo hace meses de formar algún tipo de coalición gubernamental con el PP y con Ciudadanos, habríamos tenido una mayoría parlamentaria que habría constituido la base democrática para una reforma de la Constitución española, a la que habrían sido invitados, como es lógico, el resto de partidos políticos. Los líderes políticos deberán reflexionar sobre la vergüenza de estos últimos meses, cuando han hecho el paripé ante las cámaras mientras cobraban sus buenos sueldos. Tienen que entender que pasadas las nuevas elecciones generales del 26-J se debería formar un gobierno en pocas semanas, ya sea por mayoría natural, ya sea por espíritu de pacto, y se debería constituir también una gran mayoría en el Congreso que pusiera en esa legislatura las bases para la reforma de la Constitución, que debería atender estos puntos, de desigual importancia:
1) La reforma de la ley de sucesión al trono; 2) una nueva fórmula territorial que articulase las diferencias culturales con el principio de igualdad ciudadana (por ejemplo, todos los españoles podríamos tener derecho a dos nacionalidades: la nacionalidad estatal, siempre española, que garantizaría la igualdad ciudadana, y la nacionalidad cultural, a escoger entre la española u otra: catalana, vasca, gallega, etcétera; esta dualidad quedaría reflejada en nuestros DNI, pasaporte y símbolos que nos representasen en el exterior, como son la bandera o el himno); 3) un apuntalamiento del Estado del bienestar con sus consiguientes políticas sociales, que se resquebraja en la actual globalización; 4) un sistema que hiciera eficaz la persecución de la corrupción; 5) una nueva ley electoral; 6) la reforma del Senado, y 7) una adecuada presencia de España en la UE y en otras instituciones internacionales sin perder su autonomía nacional, pues no tiene sentido mantener gobiernos que de facto no pueden gobernar. Una vez modernizada nuestra Constitución, podríamos abordar entonces la aportación española a la reforma de las instituciones internacionales, sin la cual el mundo se nos irá de las manos en este siglo XXI.
¿Aprovecharán los políticos la segunda oportunidad que les daremos el 26-J?