La Vanguardia (1ª edición)

El cartero llama dos veces

- Glòria Serra

Alguien se ha sentido de verdad sorprendid­o por el no acuerdo sobre el gasto de la nueva campaña electoral? La última nos costó 130 millones de euros. Y los partidos políticos representa­dos en el Congreso, nuevos y viejos, han sido incapaces de ponerse de acuerdo para no volver a gastar tanto dinero. Sólo se realizará el recorte que cada uno vea convenient­e para sus cuentas. Naturalmen­te, en la reunión imperó la primera ley parlamenta­ria: al enemigo, ni agua. Aunque fuera para acabar con una de las cosas más irritantes para los electores de todos los colores: recibir en el buzón una carta acompañada de una papeleta y un sobre de parte de todos los partidos. A menudo, además, multiplica­da por cada uno de los electores que viven en la casa. A todos nos patea el hígado cada vez que las tiramos a la basura sabiendo que las hemos pagado nosotros. Pues muy bien, felicidade­s por un nuevo fracaso que decepciona­rá aún más a los electores. A alguno de los que había sentados en esa mesa negociador­a debe convenirle­s la desmotivac­ión.

Ahora será aún más indignante recibir la carta en la que se nos asegura que nuestro voto es imprescind­ible para tirar adelante las políticas necesarias, etcétera. Porque en ninguna de estas cartas, en ninguno de los debates

Ahora será aún más indignante recibir la carta en la que se nos asegura que nuestro voto es imprescind­ible

a dos, cuatro o veinticinc­o que podamos ver en las television­es o en ninguna de las entrevista­s que se concedan escucharem­os la respuesta a la pregunta más crucial. ¿Cómo y de qué partidas se sacarán los 22.000 millones de euros que el próximo gobierno español, sí o sí, deberá recortar de las cuentas públicas? Por si alguien se sorprende con la cifra, son más o menos cinco o siete mil millones más de los que ya se tenían que recortar después de las últimas generales y que fueron el convidado de piedra de la campaña.

Esto es lo que nos exige la Unión Europea, que sigamos recortando (las eufemístic­amente llamadas “reformas”) ante un déficit público engordado a conciencia con los últimos regalos fiscales del ministro Montoro. Entre otros desastres económicos que, increíblem­ente, pasan totalmente desapercib­idos.

Mientras vivimos los últimos minutos antes de ser de nuevo despelleja­dos, escribiend­o cartas de despedida a lo que queda de nuestra sanidad, nuestras escuelas y el resto de asfixiados servicios sociales, hay otros que van aplicando su plan B. El último informe sobre fiscalidad mundial de Intermón-Oxfam es demoledor. La riqueza del 1% más rico es superior al 99% restante. En España, 15% es la cifra del aumento de la riqueza de los veinte más ricos y también lo que han caído las rentas más pobres. Los presidente­s de las empresas del Ibex 35 cobran 158 veces más que un trabajador medio. Los mismos presidente­s que han decidido aumentar el número de nuevas filiales en paraísos fiscales. Se han triplicado en sólo cinco años y eso que aún no hay datos del año pasado. En muchos casos son caminos para tributar fuera de territorio español, copiando el ejemplo de las grandes multinacio­nales que tanto criticamos en Europa. Es legal. Muy poco ético. Suerte que en Oxfaminter­mon.org se pueden leer todos los detalles porque este es otro de los temas invisibles en la política española.

Por cierto, ¿tienen ya la respuesta? ¿Saben de dónde saldrán los 22.000 millones de euros de recorte? Un consejo, no busquen pistas en sus buzones.

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