Un artista combativo
DAVID PADILLA MARTÍNEZ (1958-2016) Pintor y escultor
Encaminó sus primeros pasos hacia el estudio de las leyes en la Facultad de Derecho de Granada, pero pronto se dejó envolver por el ambiente bohemio y artístico que tenía, y aún conserva, la ciudad nazarí. Así que colgó los libros y abrazó los pinceles. David Padilla Martínez, nacido en Jaén hace 57 años, ha muerto en su ciudad natal víctima de una enfermedad fulminante.
Su crecimiento personal tuvo como escenarios las calles, plazas, bares y tugurios de Granada donde se empapó de un humanismo desgarrado que posteriormente plasmó en sus obras. Ya en 1979 había abandonado las leyes y comenzó a dedicarse plenamente a la pintura, para lo que se trasladó a Sevilla. En la ciudad hispalense estudió en la Escuela de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Tras vivir un tiempo en Málaga terminó por volver a su Jaén natal, donde fijó su residencia, su estudio y su pincel.
Desde sus primeras exposiciones colectivas e individuales, la pintura de David Padilla se reveló como un arma cargada de radicalidad en sus argumentos, muy alejada del arte melifluo y pedante al que el pintor de Jaén había declarado la guerra desde el principio. Como había hecho en Granada, recorrió todos los rincones de la ciudad para empaparse de su carácter.
Profesor en la Universidad Popular Municipal, dedicó los últimos años de su actividad artística a la ilustración en medios de comunicación, especialmente ligado al diario El Mundo donde colaboró en secciones como El Caminante, Marea de Letras o en ilustrar el artículo semanal Fuera de Guión del actual director del periódico en Andalucía, Rafael Porras.
David Padilla protagonizó sin querer una de las anécdotas más llamativas de los últimos años en Jaén. En 2009 una de sus obras, Inercias, fue tirada como chatarra porque el soporte metálico que la contenía, y que estaba ubicado en la plaza de San Francisco, se encontraba en muy mal estado. El Ayuntamiento quiso resarcir ese error y le encargó el óleo que preside
Los servicios de limpieza de Jaén tiraron una de sus obras, una escultura a base de chatarra
el interior de la estación de autobuses de la ciudad.
Su técnica preferida fueron las tintas industriales sobre papel y su estilo un dibujo muy preciso para crear obras de gran realismo. Los paisajes urbanos copan la mayoría de ellas, centradas especialmente en el entorno de la espectacular catedral jienense, así como en las tabernas del Arco del Consuelo, pobladas de personajes anónimos, muchas veces marginados, que terminan por insuflar vida a la propia ciudad.