Cannes desde el Martinez
El veterano hotel de la cadena Hyatt, junto al Majestic o el Carlton, definen otra forma de entender el certamen
Stephen Spielberg desfiló ayer por la alfombra roja de Cannes junto a, entre otros, el cada vez más grande Mark Rylance –en el filme de Spielberg interpreta al gigante– y la niña Ruby Barnill, los protagonistas de Mi amigo el gigante.
La alfombra roja es el paseo de la fama, un baño de multitudes cotidiano en Cannes. Pero si miramos tras el gentío amontonado, si levantamos la vista unos cientos de metros nada más, veremos erigirse la fachada del hotel Majestic. Un lugar que “hay que evitar siempre –siempre– antes del inicio de la alfombra roja”, afirma Danielle Pelland. Pelland es una creadora de eventos en el festival de Cannes, profesión que ella misma define: “Me pueden pedir que organice cualquier cosa durante el certamen; de todo, menos algo barato”.
Y es que durante estos días los precios se enfilan al cielo en la Riviera. Las grandes estrellas llenan los emblemáticos hoteles de la Croisette, el Majestic, el Martinez, el Carlton; la presencia de esas estrellas en ellos otorga a esta, en otro tiempo, pequeña población mediterránea el brillo y el oropel que acompaña a Hollywood. Por unos días al menos, los doce del evento.
Pero no nos marchemos del Majestic todavía: observemos su oferta. El famoso hotel ofrece estos días, por ejemplo, un penthouse –un apartamento con piscina privada en la terraza– de 45.000 euros la noche. Salma Hayek y su marido, el magnate Francois-Henri Pinault, se instalaron ahí el pasado año. Pero la joya del hotel es la cinematheque Diane, una sala de proyección de soberbia calidad de tan sólo 35 butacas. Diseñada por Chantal Peyrat, con cortinas de raso y butacas, el alquiler sale por unos 4.500 euros por sesión. Dicen los responsables del hotel que no se permiten palomitas o bebidas refrescantes. Pero por 28 euros extras por persona, se sirve champán. En el Majestic, Harvey Weinstein organiza cada año, en la sala Croisette, su recepción anual para unos 300 invitados. A los elegidos, Weinstein se los llevó el pasado año a la Diane para ver los Los odiosos ocho, de Tarantino.
El Majestic es un hotel con casi cien años de antigüedad, famoso por su fachada Belle Époque, como el Martinez un poco más allá lo es por su grandilocuente fachada Art Decó. Propiedad de la Cadena Hyatt, el Martinez es una de las joyas de la Croisette. Lo fundó en 1929 el Barón Giovanni Martinez, un noble siciliano de origen español. De ahí su sonoro nombre, tan familiar para nosotros. Conseguir entrar en el Martinez es más complicado que en el Majestic: el hotel se toma la cuestión de seguridad muy en serio. Y más este año. Julianne Moore es una habitual. Eva Longoria también. Carlos Boyero, el colega de El País, se aloja siempre en el Martinez –cosas de la organización– y cuenta que un año tuvo frente a su habitación a dos tipos grandes como armarios las 24 horas. Se relevaban, pero él los veía siempre igual. Nunca llegó a saber quién se alojaba en la misteriosa habitación. Seguramente Almodóvar, que viene a Cannes con Julieta, ofrecerá su cena de gala en el Martinez, como ha hecho otros años. No es seguro que Bollero vaya a ser uno de los invitados.
Los salones de este hotel son una atalaya privilegiada para observar a los big players de Hollywood en acción. Sentados junto a la barra del bar, los imaginas cuchicheando de negocios millonarios. También llenan la brasserie del mismo hotel (si tienen reserva, claro). Allí se mezclan los protagonistas de las películas, o sea, las estrellas, con los verdaderamente poderosos: los directores de estudios, los agentes, los promotores, los productores...
Y es que el dinero llama al dinero, o eso dicen, y, por eso, por el Majestic, como por el Martinez y el Carlton, los hoteles privilegiados de la Croisette, uno intuye circular el dinero: el dinero de Hollywood.
Porque el otro gran hotel de la Croisette, el tercero en discordia, es el Carlton, propiedad de la cadena InterContinental. El preferido de Jessica Chastain, por ejemplo. También tiene 100 años de historia y una fachada de las que no se olvidan: belle époque, por supuesto.
En sus salones rodó Hitchcock Atrapa a un ladrón en 1954, con Cary Grant y Grace Kelly, y allí mismo la futura princesa de Mónaco cono--
En el hotel Martinez la seguridad es extrema, la dirección se toma en serio el anonimato de sus clientes
ció al principe Rainiero... Durante el festival de Cannes de 1955, sin ir más lejos.
Pero no busquen a Spielberg en ninguno de estos hoteles. Spielberg prefiere la bahía de Cannes, donde se instala con su yate, el Seven seas. Allí donde anclan el Octopus de Paul Allen o el Odessa de Len Blavatnik. Por cierto, el Seven seas está en venta. Según Variety, el precio ronda los 200 millones de dólares.
En euros es más barato.