La Vanguardia (1ª edición)

El mordisco definitivo

El Barcelona no deja espacio para la sorpresa en la Liga gracias a un triplete de Luis Suárez en Granada

- CARLES RUIPÉREZ Granada

El tercer gol de Luis Suárez fue el que desató la alegría. Con el hat trick del uruguayo, sí que el Barça se vio campeón. Sobre el césped, los jugadores se abrazaron, pero más que el gol, el Pichichi y la Bota de Oro del nueve, celebraban la Liga. En la grada empezaron a sonar los cánticos de campeones de los muchos culés que había en el Nuevo Los Cármenes. En el banquillo empezaron a saltar. Y el Barcelona abrió el cava. Ese fue el momento en que el campeonato ya no podía escaparse, en que la Liga tenía amo. En que el riesgo de llanto era cero. Granada no fue el Tenerife del Barça porque este equipo, como Luis Suárez, no deja escapar nada.

Los pases de Messi, los regates de Neymar y los goles de Suárez llevaron al Barcelona al título. Desde el primer día hasta el final. No es casualidad que en ese tercer gol de la tarde intervinie­sen los tres miembros del tridente. Leo inició la jugada con un gran pase entre líneas hacia Ney, que en vez de chutar cedió a su derecha para que Luisito empujase y certificas­e el título. Fue la guinda del pastel. El mejor broche a la Liga, el mordisco definitivo.

Ellos tres son la cabeza visible, la caballería, la artillería y las bayonetas

No es casualidad que en el tercer gol se asociasen Messi, Neymar y Suárez para finiquitar el título

del equipo, pero si algo destaca de este Barcelona de Luis Enrique es su capacidad de adaptación, como si fuese una especie adelantada en la teoría de la evolución de Darwin. A cada problema, saca una solución. Para cada necesidad, tiene una virtud. Encuentra un antídoto para superar las adversidad­es. Y el último día no fue menos.

Al Barça le cierran por dentro con un trivote y él ataca por fuera. Le cambian de pierna los marcadores de los extremos –el zurdo Lombán empezó en la derecha, y el diestro Lopes defendía la izquierda– para evitar las diagonales de Messi y Neymar, pues suben los laterales y dan dos asistencia­s. Que no riegan el césped para que el balón no circule, pues se aprovecha de ello para llegar a un balón gracias a que el bote frenó un envío largo y lo convierte en un pase de gol. Que el Granada desiste de salir de la cueva, pues el Barça se defiende con la posesión.

Si alguien esperaba que el Barcelona cayese en un estado de ansiedad o que le entrasen las prisas cuando el Madrid se adelantó en el marcador en Riazor, se equivocó. El líder salió a lo suyo y enfocado en su misión. Sin prisa pero sin pausa. Enseguida se vio que Neymar era una carta ganadora. El brasileño fue ayer uno de los jugadores más activos. Ni pisándole los tobillos le paró la defensa del Granada. Tampoco se puso nervioso el Barça cuando la primera ocasión clara no entró. Y fue clarísima. Mascherano peinó y prolongó un córner en el primer palo para que en el segundo apareciese Piqué, que remató solo de cabeza a placer. Parecía gol, y cuando ya se cantaba, Andrés Fernández sacó una mano sobre la línea de gol. Hubiera sido el inicio soñado. Pero había tiempo. Y el Barça lo sabía. Sólo había que pensar en el fútbol.

Esa calma, ese plan de priorizar el juego, tuvo su recompensa en una jugada en la que Neymar estuvo bri- llante para hacer la pared con Jordi Alba haciéndole pasar el balón por debajo de las piernas a Lombán. La genial maniobra dejó al lateral solo, que levantó la cabeza y vio a Suárez entrar por el centro. El uruguayo, en estado de gracia, no perdonó. Era fácil. Pero eso era lo más difícil. El Barcelona ya estaba por delante. El líder hizo su trabajo porque el nueve hizo lo que debía para dejar en intrascend­ente lo que ocurriese en A Coruña. Ese era el poder del Barcelona y, como juez único que era, lo ejecutó.

Ayer en La Contra de este diario se entrevista­ba a un cazador profesiona­l. Esa es también la profesión de Luis Suárez, aunque lo disimule diciendo que es futbolista. Lo volvió a demostrar en el segundo gol al rematar un centro que sólo él y Dani Alves creyeron posible ante la sorpresa de Babin y Andrés Fernández, que pensaban que el balón se perdía por la línea de fondo.

Antes del descanso, la Liga tenía de nuevo color blaugrana. Sólo faltaba cerrarla. No volver a perderla. Llevarla a las vitrinas, a la rúa. Es lo que hizo Ter Stegen cuando Fran Rico se plantó ante él con una buena estirada. Es lo que buscaba el equipo al enfadarse con Cuenca por no lanzar el balón fuera cuando Mascherano estaba lesionado y Suárez en el suelo. Fue lo que hizo el uruguayo con el tercer gol, para cerrar la goleada y cerrar la Liga.

Al Barça le taparon por dentro y los laterales dieron dos pases de gol, con especial mención para Alves

 ?? DANI DUCH ?? Luis Suárez, que marcó los tres goles, metió el segundo con este cabezazo
DANI DUCH Luis Suárez, que marcó los tres goles, metió el segundo con este cabezazo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain