La Vanguardia (1ª edición)

El ministerio del tiempo

- Juan Bautista Martínez

Durante décadas hacía falta escoger muy bien la puerta del tiempo por la que entrar para encontrars­e con un Barça campeón de Liga. Sí, se podía loar al equipo de las Cinc Copes. Sí, se podía elegir al conjunto ejercitado por el genio Helenio Herrera. O buscar recortes de prensa de la época del Johan Cruyff jugador para relamerse con la temporada gloriosa del 0-5 en el Santiago Bernabeu. Pero había que hilar muy fino, buscar muy bien y esquivar años y años de sequía, de desazón y de amargura.

Eso terminó hace 25 años. Porque desde que el dream team del Cruyff entrenador se hiciera con su primera Liga el Barça se convirtió en una máquina de sumar campeonato­s de la regularida­d, esos que no dependen de los episodios aislados ni de la inspiració­n puntual. Las ligas tienen, no hay que engañarse, menos valor y menos glamur que las Copas de Europa, pero son el premio a todo el ejercicio, la clasificac­ión general de una prueba ciclista. Un torneo en el que siempre hay que mantener un cierto nivel, desde agosto a mayo, de verano a primavera.

En ese día a día en la oficina, el Barça no está teniendo rival en el último cuarto de siglo. En ese partido a partido, que diría Diego Simeone, el club blaugrana puede presumir de lucir el maillot amarillo de campeón y el verde de los puntos.

Ceder el trono de la Champions en un abril negro resultó muy doloroso, sobre todo porque con la delantera que luce el Barcelona la mayoría de aficionado­s daba por hecho que mínimo se alcanzaría­n las semifinale­s. Lógico que luego se produjera un amago de depresión colectiva, cortocircu­itada a tiempo y tratada consecuent­emente a base de goles y de retomar una versión más concentrad­a.

No será una Liga de Campeones pero hay que celebrarla por todo lo alto. Que no ocurra como con el título que conquistó Tito Vilanova, la Liga de los 100 puntos, que transportó un aroma de amargura en un ejercicio complicado por el bajón del equipo en Europa. Hay que festejarla como se merece. Es verdad que el Madrid puede reír el último en Milán el día 28 pero ya habrá días para lamentar la undécima si es que llega. Carpe diem, Barça, porque desde 1991 no hace falta buscar unas puertas del tiempo determinad­as para encontrar éxitos. Prácticame­nte entres por la que entres siempre te encuentras algún motivo para sonreír. Ni aunque el Barcelona levante la Copa el domingo que viene habrá sido una temporada perfecta y el club debería saber que al equipo le urgen refuerzos que amplíen la plantilla pero siempre es mucho más sencillo hacerlo si se ostenta el cargo en el ministerio del tiempo, ese que otorga quien domina la continuida­d en la victoria. Y en ese sentido, el Barça es el ministro.

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