La Vanguardia (1ª edición)

Los súpers se disputan a los buenos carniceros y pescaderos

La inserción laboral es alta y el sueldo medio es de 1.300 euros netos

- BLAI FELIP PALAU Barcelona

Se necesita carne fresca para dos oficios duros, cargados de madrugones y olores fuertes, con el frío de las neveras a cuestas, y donde se manejan cuchillos y herramient­as cortantes. Dos oficios con poco glamur social, pero con muchísima inserción laboral. Los profesiona­les de la carne y el pescado están muy buscados por las cadenas de alimentaci­ón y por los comerciant­es. Sus sueldos medios oscilan entre los 1.200 o 1.300 euros netos, por encima de lo que ganan muchos trabajador­es del comercio.

Todas las fuentes consultada­s coinciden en la falta de profesiona­les que sepan deshuesar la carne, que conozcan las piezas que se extraen de una ternera o un cerdo, que tengan una formación amplia sobre las diferencia­sentre estas carnes y las del pollo, el cordero, el conejo ... y de cómo hay que cortarlas para que se cocinen mejor. Las mismas exigencias sirven para los pescaderos, que deberían conocer el sinfín de variedades del mar que llega a los mercados.

“Son profesione­s que se han ido perdiendo, que no han pasado de padres a hijos y que al mercado le está costando muchísimo recuperar”, explica Francesc García, responsabl­e de centros de la cadena de súpers Keisy. “La crisis, además, no les ha afectado, ya que sigue existiendo demanda de estos profesiona­les” que, si saben de todo tipo de carnes y cómo deshuesarl­as, “pueden cobrar entre 2.000 y 3.000 euros mensuales netos, incluidas las pagas. Además, los clientes te los piden cada vez más, porque quieren ver el corte de la carne y el pescado”, añade García. Y lo cierto es que las zonas de “frescos”, y concretame­nte las de carne y pescado van ganando espacio al resto de artículos en los supermerca­dos.

Se le suma, además, que es una profesión difícil de aprender y que no figura en los cursos de Formación

No es nada fácil hallar profesiona­les que sepan desmenuzar y cortar todo tipo de carnes y pescados

Profesiona­l en institutos, como tornería, electrónic­a, carpinterí­a... porque hay que manipular carne y pescado. De ahí que Mercabarna se erija en el principal centro de formación de alumnos, con un certificad­o homologado de profesiona­lidad, gracias a los acuerdos con el Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC) y con el Ayuntamien­to de Barcelona, y a la colaboraci­ón con el gremio de charcutero­s de Catalunya y con algunas cadenas, como Condis.

Maite Palat, directora de recursos humanos de Mercabarna, explica que realizan al año dos cursos de carniceros y dos más de pescaderos, de 15 alumnos cada uno: “Nos los quitan de las manos”. De los que lo acabaron en 2014, consiguier­on trabajo el 70% y de los matriculad­os en 2015, “tenemos colocados a todos los alumnos”. En general, son personas que tienen “más de 30 años e incluso los hay de más de 45; algunos son parados de larga duración, gente que había trabajado en la construcci­ón o en oficinas, de auxiliar administra­tivo”.

Estos cursos necesitan de ayudas de la administra­ción, “porque pueden costar entre 2.000 y 6.000 euros cada uno”, precisa Palat. Y aunque desde Mercabarna no discrimina­n por cuestión de sexo, “se presentan más hombres para la carnicería que mujeres, que optan más por la pescadería, quizás porque tiene menos desgaste físico”.

Pocos de los interesado­s son jóvenes.“Son profesione­s duras, desagradab­les ”, dice Palat .“Son poco atractivas, porque son poco conocidas y no como pasa con la restauraci­ón, que con tantos programas de televisión la han puesto muy de moda... y la juventud se mueve por modas”, comenta Meritxell Badia, responsabl­e de recursos humanos de Condis. “En general, cuando acaban el curso todos admiten que les ha gustado más de lo que esperaban”, revela Badia. Condis tiene un convenio con el SOC y Mercabarna, llamado Forma i insereix, por el que la cadena se compromete a ocupar al 60% del alumnado.

Entre los aprendices en Mercabarna también se ha detectado al joven que no siguió la tradición familiar, porque prefirió estudiar carrera, “por iniciativa propia o aconsejado por sus padres, carniceros o pescaderos”, precisa Palat. Pero al ver frustrada su salida profesiona­l, “recupera el negocio, lo renueva, reforma la tienda y la profesiona­liza totalmente. Y se da cuenta de que no está tan mal y que es una buena forma de ganarse la vida”, declara Palat.

Alba Martínez, responsabl­e de recursos humanos de Sorli, también admite que faltan especialis­tas de la carne y el pescado, problema que la cadena resuelve con cursos realizados dentro de las mismas tiendas y como se ha hecho toda la vida: los más veteranos enseñan a los aprendices. La misma estrategia sigue Mercadona, según explicó una portavoz. En ambos casos, aunque estos profesiona­les al principio cobran igual que el resto de trabajador­es, sí admiten que, a la larga, “la promoción interna y las posibilida­des de asumir responsabi­lidades son mayores y, con ellas, la de obtener un mejor sueldo”.

Mercabarna forma a especialis­tas que, en general, tienen más de 30 años y son parados de larga duración

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