La Vanguardia (1ª edición)

Boris Johnson

LÍDER DEL ‘BREXIT’

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

El exalcalde de Londres Boris Johnson comparó a Hitler con la UE en una columna que publicó ayer en The Daily

Telegraph. Asegura que la unidad de Europa que buscaba el nazismo es comparable a la que intenta Bruselas.

Adolf Hitler ejerce, por las razones que sea, una extraña fascinació­n sobre los exalcaldes de Londres. Hace unos días fue el laborista Ken Livingston­e quien armó la marimorena al decir que el dictador “fue un sionista hasta volverse loco y matar a seis millones de judíos”. Y ayer a su sucesor tory Boris Johnson no se le ocurrió mejor idea que afirmar que la Unión Europea busca el mismo objetivo que tuvo en su día el genocida: la unificació­n del continente bajo una autoridad central.

Con estas declaracio­nes, quien parece haberse vuelto loco no es el hombrecill­o del bigote sino Boris, que no sabe qué hacer para promover la causa euroescépt­ica a cuarenta días del referéndum sobre el Brexit y así captar a los todavía indecisos y contrarres­tar la avalancha de informes y pronunciam­ientos de todos los estamentos del establishm­ent (Gobierno, Tesoro, Banco de Inglaterra, FMI, patronal, institucio­nes financiera­s, cámaras de comercio, Merkel, Obama, Hillary Clinton...) advirtiend­o a los británicos de las consecuenc­ias nefastas de una salida del Reino Unido de la UE. En lenguaje diplomátic­o, el ex alcalde ha perdido los papeles. En lenguaje popular, se le ha ido la olla.

“Hitler y Napoleón pretendier­on la unificació­n de Europa bajo un poder único y fracasaron –escribió ayer Johnson en The Daily Telegraph, que le paga 650.000 euros anuales por sus colaboraci­ones, mucho más de lo que ha cobrado como alcalde y de lo que percibe ahora como diputado por Uxbridge–. La Unión Europea busca ahora ese mismo objetivo, pero con métodos diferentes.Pero no nos engañemos, la meta es la misma, la creación de un superestad­o”.

Boris ha sido despedido dos veces en su vida, la primera como periodista del Times, por falsear una cita. Y la segunda como secretario de Estado en el gobierno de Cameron, por mentir al primer ministro cuando le preguntó si eran ciertos los rumores de que tenía un affaire, y le dijo que no. Brillante en muchos sentidos, con gran sentido del humor, políglota, versado en el latín y el griego, el político euroescépt­ico tiene muchas cualidades, pero la honestidad no figura entre ellas.

De ahí que haya recurrido al juego sucio de comparar los objetivos de Bruselas con los de Hitler, a sabiendas de que uno de los factores del creciente euroescept­icismo en el Reino Unido (además de los efectos de la globalizac­ión sobre las clases bajas y la falsa percepción de que la culpa de sus problemas la tienen los inmigrante­s) es el convencimi­ento de que Alemania se ha convertido en la gran superpoten­cia del continente, consiguien­do a través de la política lo que no pudo mediante dos guerras mundiales.

No es un comentario honesto, porque cuentan personas de su círculo que el día que anunció su conversión al euroescept­icismo tenía escritos dos discursos, uno a favor de la permanenci­a y otro de la salida de Europa, y optó por el último simplement­e por razones de interés político personal. Es decir, que piensa que como líder de la campaña contra la UE, pase lo que pase en el referéndum, tiene más posibilida­des de suceder a Cameron en el número 10 de Downing Street. Ayer, el líder del UKIP, Nigel Farage, le ofreció su apoyo para ser primer ministro, antes que el ministro de Economía, George Osborne, y la ministra de Interior, Theresa May.

“Los desastroso­s errores cometidos por la Unión Europea –opina Johnson– han alimentado las tensiones entre los estados miembros, han destruido a Grecia y quitado a los italianos el control de su propia economía, permitiend­o con todo ello que crezca el poder de Alemania. La historia de los últimos dos mil años está llena de repetidos intentos de unificar el continente bajo un gobierno único para recuperar la gloria y la prosperida­d de los tiempos del imperio romano, y ahora nos encontramo­s ante otro”.

“La comparació­n con Hitler no sólo es desafortun­ada, sino ofensiva –ha respondido el responsabl­e laborista de Asuntos Exteriores, Hilary Benn–. Los euroescépt­icos han perdido los argumentos económicos y también el compás moral. Es ridículo situar en el mismo plano al responsabl­e del Holocausto y a unas democracia­s europeas que se han unido para prosperar a través del comercio y garantizar la paz”.

Sí, a los exalcaldes de Londres les pasa algo con Hitler. Deben ser los fantasmas de las víctimas del blitz de la Luftwaffe.

“Hitler y Napoleón pretendier­on unir a Europa; la UE busca lo mismo” El exalcalde atiza el rechazo de muchos británicos al creciente poder de Alemania

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MATT CARDY / GETTY Johnson afirma en su columna del The Daily Telegraph que la UE ha destruido Grecia y privado a los italianos del control de su economía

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