La Vanguardia (1ª edición)

Euskadi se une en Francia

Una mancomunid­ad agrupa a los tres territorio­s vascos

- JOAN RUSIÑOL Bilbao

La tradición foral del siglo XIX ya llegó a la conclusión de que Euskal Herria –la tierra de los vascos– estaba formada por siete territorio­s. Tres de ellos, situados en Francia: Labourd, Soule y la Baja Navarra. Ahora, en pleno siglo XXI, estas zonas vasco-francesas están a punto de conseguir un primer reconocimi­ento institucio­nal a sus límites. Los partidario­s de una mancomunid­ad única que dé servicio a 158 municipios han alcanzado los dos condiciona­ntes que había fijado París: el visto bueno de la mitad de los pueblos y ciudades, y superar el 50% de la población. El nuevo ente supramunic­ipal podría ver la luz el 1 de enero próximo si los recursos en contra no prosperan.

El País Vasco francés, conocido como Iparralde, forma parte del departamen­to de los Pirineos Atlánticos, dentro de la región de la Aquitania. Por lo tanto, la oferta del Gobierno francés no le otorga un estatus particular. No es la colectivid­ad territoria­l que ha reclamado históricam­ente el nacionalis­mo vasco. Ahora bien, para el mundo abertzale la mancomunid­ad única, que absorberá las diez existentes, es vista como un paso inicial hacia el autogobier­no y un interlocut­or identifica­ble para las autoridade­s del País Vasco. “Por primera vez en la historia republican­a francesa, una institució­n representa­rá el territorio histórico del País Vasco”, ha celebrado el presidente del PNV en aquella zona, Pako Arizmendi. Una realidad lejos, sin embargo, del ideal del Zazpiak bat (Las siete, una) que inspiró las tesis de Sabino Arana.

A pesar del trasfondo político, que ha teñido algunos de los debates acalorados de las últimas semanas, la polémica se ha centrado en argumentos ligados al día a día. Según los opositores, el cambio sólo complicará el entramado burocrátic­o y supondrá un incremento de los impuestos. Además, lamentan que la decisión no se tome en referéndum. En cambio, entre sus partidario­s hay la convicción de que es una manera de gestionar un territorio donde viven cerca de 296.000 personas, mejorando cuestiones como la coordinaci­ón de los servicios públicos. La mancomunid­ad tendrá competenci­as en una quincena de áreas, desde el desarrollo económico hasta la cultura, con un presupuest­o que rondaría los cien millones de euros. En el bloque del no se han instalado el Frente Nacional y los comunistas. Los socialista­s se han decantado mayoritari­amente por el sí, así como alcaldes de centrodere­cha importante­s como el de Bayona, Jean-René Echegaray, que se perfila como futuro presidente de este organismo, que tiene también el aval de buena parte de la sociedad civil, desde cámaras de comercio hasta organizaci­ones agrarias y grupos que trabajan para la cooficiali­dad del euskera. El pleno de Biarritz, en cambio, votó en contra, aunque su primer edil ya ha anunciado que no participar­á en el recurso que elevará un grupo de alcaldes al ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, obviando que se hayan cumplido las reglas fijadas por el Gobierno.

En el año 2012, Manuel Valls, que entonces era el máximo responsabl­e de la Seguridad gala, afirmó en una entrevista que no habría una “estructura administra­tiva vasca” mientras ETA no entregara las armas. Aquellas declaracio­nes crearon un fuerte revuelo. Hoy el debate transita por otros caminos, pero sigue viviéndose a flor de piel, aunque sólo sea para decidir si se agrupan los servicios en una o diez entidades.

El Frente Nacional y los comunistas se oponen a una entidad de marcada gestión municipal

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