Valencia se reinventa
El nuevo Ejecutivo acelera el cambio de políticas y discurso con el objetivo de tener un papel en el mapa español
La solidez y la estabilidad del nuevo Gobierno valenciano residen en su capacidad de influir y visualizarse en España. No sólo porque el nuevo motor de la política valenciana precisa de la gasolina, urgente, de la financiación para desarrollar el abultado paquete de nuevos programas reformistas tras 20 años de hegemonía del PP. También porque tras un año de Gobierno, el Consell que dirige Ximo Puig, con la vicepresidenta Mónica Oltra de mano derecha, necesita que la Comunidad Valenciana supere el estigma de la corrupción y ofrezca un nuevo relato “valenciano” a la política española. Sin financiación y sin ese nuevo relato, el nuevo Gobierno se enfrentará a un complejo escenario.
Así lo entienden desde el PSPV y Compromís, que gobiernan con el apoyo, de momento fiel, de Podemos. Así debe entenderse el pulso de Ximo Puig a Pedro Sánchez para trasladar al Senado la “fórmula valenciana” para una lista conjunta, que el PSOE ha impedido. Así debe entenderse el papel que Compromís ha tenido desde el 20-D, con sólo cuatro diputados, alcanzando, con Joan Baldoví de portavoz, un protagonismo inaudito para tan poca presencia en el Congreso.
Hay, al respecto, una competición interna en el Ejecutivo y externa en España, coincidente en los objetivos, entre ambas fuerzas. Hay, al respecto, un discurso presoberanista y social en Compromís, coalición cuya principal fuerza son los nacionalistas del Bloc, y un discurso profundamente federalista en el PSPV. Ximo Puig: “Queremos crear el problema valenciano en España”. Frase que resume el ADN de este nuevo relato.
Los dos partidos quieren cambiar las reglas del juego en el tablero español. Con la exigencia de una mejor financiación autonómica, más infraestructuras –el corredor mediterráneo es la referencia–, más atención a las políticas sociales y más sensibilidad hacia los más desfavorecidos, en el territorio y en el exterior, como es el caso de los refugiados. Con una clara apuesta por el sector público, en enseñanza y sanidad. El “modelo valenciano” como lo define Mónica Oltra ha nacido con vocación de ser exportado.
Con no pocas tensiones, la política valenciana ha variado radicalmente lo hecho por el PP. Tensio- nes generadas por el “mestizaje”, que implica que en cada consellería se combinan cargos socialistas con cargos de Compromís. Pero a pesar de estas tensiones, en algún caso graves, se avanza en los acuerdos en las Cortes Valencianas.
Sólo la falta de liquidez impide ir más rápido en las líneas trazadas en el Acord del Botànic, documento sobre el que se fraguó el pacto entre el PSPV, Compromís y Podemos. Uno de los elementos que han permitido, de momento, construir un discurso propio es la buena sintonía entre Ximo Puig y Mónica Oltra. El primero, moderado en los gestos, ha entendido que el futuro del PSPV pasa por ganar autonomía y afianzarse frente a Compromís, fuerza que marca el tempo de la izquierda.
Mónica Oltra, que es ya un actor clave en el ecosistema mediático político español, también sabe que la solidez de Compromís, donde conviven también Iniciativa PV y Els Verds, pasa por tener más protagonismo en el Congreso y en el Senado. Hay sectores del Bloc, que tiene su congreso la próxima semana, que se sienten incómodos con Mónica Oltra.
En ese nuevo relato, desarrollar las políticas deseadas y mantener la estabilidad del Gobierno, es el mejor antídoto para evitar que el PP resurja. La fuerza que ahora lidera Isabel Bonig, carcomida por la corrupción y con muchos casos pendientes en los tribunales, ataca con fuerza cualquier error del nuevo Consell. En especial, el giro hacia el valencianismo cultural, así en las instituciones como en la enseñanza.
Pero, de momento, en las instituciones valencianas la corrupción ya no es la novedad, sino que lo es una nueva forma de hacer política, de paradigma, que Puig y Oltra quieren potenciar. Con todas las consecuencias.
Ximo Puig y Mónica Oltra quieren fijar las reclamaciones de Valencia en la agenda política española