Secretos de familia
El sábado, Ricard Ustrell emitió una entrevista a Anna Gabriel en el Suplement de Catalunya Ràdio en su premiado forma to radio de ambulatorio. Tres días antes avanzó unas declaraciones de la dirigente de la CUP sobre la familia que levantaron mucha polémica. Gabriel hablaba de tener hijos “en común”, para que los eduque “la tribu”, consideraba pobre la “familia nuclear” y añadía que cuando la gente tiene niñas y niños “se vuelve conservadora”. Los palos le han llovido de todas las nubes. Seguro que era consciente de ello cuando lo dijo. Preparó el terreno con un aviso que suele ser retórico, pero que en su caso fue ajustado: “Seguro que lo que diré ahora será polémico”. Y lo soltó. Algunas reacciones son paradójicas. Los más escandalizados son la gente de orden, de un poder adquisitivo entre medio y alto. En cambio, es difícil hallar a un colectivo que valore más la familia nuclear que la clase trabajadora, de un poder adquisitivo entre medio y bajo. La retórica obrerista contiene reivindicaciones que aluden al futuro de los hijos, muchas familias nucleares con pocos recursos han hecho lo imposible para que sus hijos vivieran mejor y el legítimo orgullo familiar es la brújula de muchos licenciados que son los primeros miembros de la familia que han tenido acceso a la formación universitaria. Por lo que los medios se apresuraron a publicar cuando su figura despuntó, la propia familia nuclear de Anna Gabriel en Sallent responde a este sólido perfil familiar de mineros comprometidos en la lucha social. Por el contrario, la familia burguesa de alto poder adquisitivo a menudo practica lo de tener los hijos “en común” con cuidadores, canguros, coaches y acompañantes profesionales diversos, y también envía a los hijos a escuelas e internados para que los eduque la misma “tribu” que luego les dará trabajo y los colocará
En la era de las adopciones y las acogidas, la consaguinidad de la familia nuclear pierde fuelle ante el afecto
en lugares de responsabilidad.
La familia cada vez es menos nuclear. Basta con trabajar en una escuela y reunirse regularmente con madres y padres para darse cuenta de los múltiples modelos monoparentales, binucleares o polinucleares que hay. En la era de las adopciones y las acogidas, la consaguinidad pierde fuelle ante el afecto. La familia nuclear puede ser un paraíso aunque la forme un grupo tan heteróclito como los protagonistas de la peli Hatari, elefantito incluido. Y también puede ser un infierno. El infierno de los abusos y el maltrato, por ejemplo, que practican con impunidad los miembros más próximos de la tribu. Si las palabras de Anna Gabriel escandalizan no es por sacar la educación de los hijos del matrimonio, sino por lo que implicaría en la transmisión del patrimonio.