La Vanguardia (1ª edición)

El festival de Eurovisión vive su edición más política

Los rusos ven política en el voto a Ucrania en Eurovisión y amenazan con no ir al festival del 2017 en Kíev

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

La victoria de la cantante ucraniana Jamala anteanoche en el festival de Eurovisión, en el que batió a Rusia ahora que ambos países están enfrentado­s por el conflicto en el este de Ucrania, augura graves dificultad­es para la siguiente edición del veterano concurso europeo de canciones. Rusia quedó tercera en el palmarés, y la segunda posición fue para la representa­nte de Australia.

La sombría canción ganadora de Jamala, titulada 1944 y cantada en inglés con lamentacio­nes en tártaro, evoca la deportació­n de los tártaros de Crimea ordenada por Stalin, que les envió a Asia Central acusándole­s de simpatizar con la Alemania nazi. Entre ellos iba la bisabuela de Jamala con sus cinco hijos; uno de ellos, una niña, murió en el trayecto, como muchos otros. En rueda de prensa en la madrugada del sábado al domingo, Jamala, de 32 años, dijo que preferiría que “todas esas cosas terribles no hubieran ocurrido y que esta canción no existiera”.

Las casas de apuestas habían señalado como ganadora a Rusia –que envió a Serguéi Lázarev con una canción de amor, You are the only one–, seguida de Ucrania y Francia, pero durante la semana en Estocolmo subieron las opciones de Australia y bajaron las de Francia. Con todo, Lázarev seguía partiendo como favorito. “Trato de pensar que esto va de música, no de política; estamos en un concurso de canciones, no en uno de política”, dijo anteanoche a la prensa el cantante ruso.

Pero todo indica que lo sucedido en Estocolmo –que ha causado indignació­n en Rusia– tendrá consecuenc­ias. “Eurovisión se ha convertido en una batalla política”, tuiteó Alexéi Puschkov, presidente de la comisión de Exteriores de la Duma, la Cámara Baja rusa. Esta es la segunda victoria de Ucrania en Eurovisión. En el 2004, Ruslana ganó el certamen con Wild dances, que por tanto al año siguiente se celebró en Kíev. Pero en aquel momento ni Rusia se había anexionado Crimea –lo hizo en el 2014– ni había estallado aún el conflicto en el este del país. El año pasado, en plena guerra contra los rebeldes prorrusos apoyados por Vladímir Putin, Ucrania decidió no participar en el festival, que se celebró en Viena.

Con esta victoria de Jamala, toca a Ucrania albergarlo en el 2017. Sin embargo, el supervisor ejecutivo, Jon Ola Sand, alertó de que para ello será clave “asegurar que cada delegación, cada periodista, cada fan que desee viajar a Ucrania pueda hacerlo de forma segura”. Ayer se sucedieron en Ucrania voces de líderes de Maidán llamando a que el festival no se celebre en Kíev, sino en Crimea. En ese territorio vuelven a vivir tártaros que regresaron tras la caída de la URSS en 1991 y que se oponen a la anexión rusa.

CONTENIDO POLÉMICO La canción ganadora alude a la deportació­n de los tártaros de Crimea por Stalin VOTACIÓN DESGLOSADA El nuevo sistema permitió ver que el cantante ruso ganó el televoto del público

Ese festival eurovisivo en Ucrania se anuncia ya de alto voltaje, si se confirma la presencia de Rusia. El vicepresid­ente de la comisión de Defensa del Senado ruso, Franz Kintsevich, dijo ayer que Rusia no debería participar, porque “sus organizado­res ucranianos sudarán sangre para politizarl­o al máximo”.

Abona la tensión algo en apariencia tan inocente como el nuevo sistema de presentaci­ón de puntos, pensado para ganar suspense televisivo. Anteanoche se cantaron primero los douze points y demás votos otorgados por los jurados nacionales, y luego se anunció el resultado del televoto del público. Eso proporcion­ó unos minutos televisivo­s finales de tensión salvaje. En la sala de prensa del Globe Arena, los periodista­s ucranianos y rusos, envueltos en sus respectiva­s banderas –aunque entre los colegas que cubren Eurovisión reine la concordia, la neutralida­d no existe–, se miraban atónitos y casi retadores.

El nuevo mecanismo permite ver cuánto pueden diferir las valoracion­es de los jurados profesiona­les nacionales –siempre susceptibl­es de ser acusados de obrar con criterios extramusic­ales– respecto a los gustos del público, expresados a través del televoto. Ucrania ganó con 534 puntos, pero no fue la preferida ni de los jurados ni del público; Rusia –que quedó tercera con 491 puntos– conquistó el voto del público, mientras que Australia –segunda con 511 puntos– logró seducir a los jurados nacionales. Muchos rusos creen que los jurados actuaron adrede a favor de Ucrania.

Cuando en su día trascendió el tema que Ucrania enviaba a Eurovisión, Rusia protestó por considerar­lo político y, por ende, contrario a las reglas del festival. Pero en marzo la Unión Europea de Radiodifus­ión (UER), la red de television­es públicas europeas que organiza el concurso, dio su visto bueno. “La canción se refiere a un acontecimi­ento histórico, y Jamala hace referencia a una historia que ocurrió en su familia”, declaró a Reuters la directora general de la UER, Ingrid Deltenre, en la noche del triunfo. Pero la caja de los truenos ya está abierta.

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JONATHAN NACKSTRAND / AFP Jamala, representa­nte de Ucrania, exhibe su trofeo de vencedora y la bandera de su país
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Dami Im, que actuó por Australia con el tem
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MAJA SUSLIN / EFE ante de Rusia, Sergéi Lázarev, que logró el tercer puesto en el palmarés
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MAJA SUSLIN / EFE a Sound of silence, logró la segunda posición

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