Consuelo final
El españolismo cierra una etapa celebrando una luchada victoria de su equipo y abucheando a Galca
Sonora pitada a Constantin Galca cuando la megafonía del estadio de Cornellà anunció su nombre y cerrada ovación a la cantante china Wine Q tras interpretar sobre el césped el tema del concurso televisivo Supergirl 2016, que emite uno de los principales canales de su país, y Els meus colors –himno oficioso del club que esta campaña ha sonado minutos antes de cada partido en casa– en un perfectísimo catalán. Así se abrió el Espanyol-Eibar que ayer marcaba mucho más que el final de un ciclo para el club blanquiazul, a falta de la gira boliviana que el equipo realizará esta misma semana.
La de ayer no fue ni una jornada de plebiscito en la grada ni una despedida de campaña con lemas ni pancartas. Nada que ver con aquel cierre de la temporada 2011-2012, cuando La Curva exhibió unos mensajes más que elocuentes: mediocridad, mentiras, sueldazos, deudas... contra la directiva que presidía Joan Collet. Ni con la de la despedida de Montjuïc en el 2008, dirigida a los hasta poco antes internacionales del equipo: “Nosotros sin Europa, vosotros sin Eurocopa”.
Ayer pesó mucho más la ilusión por el futuro que de alguna manera representaba una desconocida artista que desata pasiones en China que la decepción por otra temporada para olvidar. Esta vez, de forma definitiva. La misma ilusión que representaron durante el descanso los equipos del fútbol base que celebraron sus títulos sobre el césped. Porque en el apartado escénico, el club también dio ayer muestras de estar cambiando.
Los escasos 14.000 aficionados que se congregaron en este fin de curso y cambio de escuela estuvieron más por celebrar la entrega de su equipo, que ayer por fin les regaló un espectáculo y un resultado digno, más por renovar su orgullo perico negando a su eterno rival y más por festejar los goles de los partidos de la salvación que se anunciaban a través de los videomarcadores, fuesen del signo que fuesen. Pocos de los presentes confiaban hace apenas unos días en que esa guerra no fuese con ellos.
Lo de ayer fue una fiesta de consolación a la que quiso sumarse un equipo que se sabe en deconstrucción y que ayer dio una muestra de profesionalidad en un partido donde estaba en juego mucho más que el resultado. A escala colectiva, pero sobre todo a título individual. Pese a las palabras de Mendilibar en la previa, ayer el Espanyol se jugaba mucho más que el Eibar. Amén de los casi dos millones de euros que puede acabar reportando al Espanyol en la distribución de los derechos televisivos de la próxima campaña el salto en la clasificación que consiguió dar con su victoria.
Con Pau convertido en ídolo desde el inicio del partido y encumbrado tras sendos paradones en el primer y el segundo tiempo, el españolismo pudo celebrar dos goles de Gerard Moreno, otro de sus referentes que ayer hizo olvidar al ausente Caicedo, y otros dos de Marco Asensio. El club negocia desde hace semanas con el Madrid para alargar un año más su cesión, y la grada le pidió insistentemente que se quedara. El primero del mallorquín llegó tras una gran combinación entre tres hombres de la casa: Víctor Sánchez, Duarte y Gerard. El segundo, un alarde del propio Asensio para poner la guinda al pastel. Moreno, por su parte, aprovechó la ocasión para reivindicarse como gran finalizador.
En su segunda despedida del club, más sonora pero no menos desgraciada que la primera como jugador, Galca decidió ser fiel a sus principios y salió con todo y a por todas para superar desde el primer minuto de juego a un Eibar que poco tuvo que ver con el Sevilla que visitó Cornellà hace dos jornadas. Los de Mendilibar, sin embargo, apenas lograron ensombrecer el triunfo que el españolismo celebró en la grada y el Espanyol se permitió en el campo con un penalti que transformó Borja Bastón y un segundo gol ya en el 90 de Sergi Enrich.
La grada renunció a algunas críticas y pancartas para reivindicar su españolismo y festejar una nueva era
MIRANDO AL FUTURO
LOS PROTAGONISTAS Pau López se exhibió, Gerard Moreno se reivindicó como finalizador y Marco Asensio deslumbró