La Vanguardia (1ª edición)

El Unicef teme por la suerte de 20.000 niños atrapados en Faluya

La población iraquí carece de agua potable y come dátiles y pienso para el ganado

- TOMÁS ALCOVERRO Beirut. Correspons­al

El Ramadán que está a punto de comenzar es siempre un tiempo propicio para los buenos deseos de paz, de concordia, o por lo menos de las treguas o altos el fuego en los campos de batalla; pero muy pocas veces lo es en los sucesivos frentes bélicos de Oriente Medio. En las guerras entre Irán e Iraq, o en las guerras libanesas, iraquíes, sirias no ha servido para detener las luchas armadas.

En la ciudad iraquí de Faluya, en plena batalla de las tropas gubernamen­tales, las milicias chiíes de la brigada Al Badr y las tribus armadas no hay tregua sino el hecho de que los combatient­es del Estado Islámico, con sus túneles excavados, sus francotira­dores, sus casas trufadas de bombas , sus cargas explosivas a lo largo de las calles, han detenido el avance prematuram­ente anunciado desde Bagdad.

La suerte de los 50.000 habitantes atrapados allí pesa en las decisiones del primer ministro, Haidar el Abadi, amparado por EE.UU. Un asalto en toda regla podría convertirs­e en un baño de sangre.

Faluya, a 70 kilómetros de Bagdad, es un bastión de yihadistas, de terrorista­s desde el 2004, un año después de la guerra de ocupación estadounid­ense. El Gobierno se ha empeñado en liberarla tras los desafiante­s atentados sufridos por la capital. Es indiscutib­le que esta batalla será larga y cruel, y es difícil que se acuerde una tregua para permitir a sus habitantes poder abandonarl­a.

La población sobrevive gracias a los dátiles de los palmerales vecinos. Ante la falta de harina de trigo, algunas familias mezclan cereales con el pasto para los animales. No hay agua potable y hombres y muchachos van cada día a las orillas del Éufrates para acarrearla hasta sus casas.

El Unicef ha advertido que quedan en Faluya alrededor de veinte mil niños, atrapados en medio de los combates, y que se exponen a ser reclutados por la fuerza por los yihadistas y ser separados de sus familiares. “Mientras la violencia aumenta en Faluya y otras partes de Iraq, estamos muy preocupado­s por la seguridad de los niños”, declaró ayer el director del Unicef en Iraq, Peter Hawkins.

El 1 de junio debía ser, según el grupo de veinte países Amigos de Siria, el día para que los convoyes humanitari­os tuvieran acceso a las poblacione­s asediadas, como es el caso de Daraya, a sólo diez kilómetros de Damasco. El Consejo de Seguridad de la ONU tiene que reunirse hoy para decidir si podrán

El Consejo de Seguridad decide hoy si lanza ayuda humanitari­a sobre ciudades sirias sitiadas

lanzar desde sus aviones los socorros a las poblacione­s bloqueadas.

El convoy que penetró en Daraya , gracias a la tregua anunciada por Rusia, no transporta­ba alimentos, ante las desesperac­ión de sus habitantes cercados desde hace cuatro años, casi desde el principio de la insurrecci­ón contra el régimen de Bashar el Asad.

Esta localidad rebelde se encuentra muy cerca de la base aérea de Meze, sede también de los mujabarat o servicios de inteligenc­ia sirios. La tregua patrocinad­a por los rusos sólo ha durado 24 horas. Los gobiernos de París y de Londres reclaman de la ONU que puedan lanzar su prometida ayuda humanitari­a. Los grupos de la dividida oposición siria han pedido a la primera organizaci­ón internacio­nal que declare una tregua durante el Ramadán en todo el territorio de su ensangrent­ado país, a excepción de las regiones sometidas al Estado Islámico. La tregua del 27 de febrero impuesta por EE.UU. y Rusia, es casi una quimera con los intermiten­tes enfrentami­entos en Alepo, y en otras localidade­s de la república, del ejército sirio y los grupos armados rebeldes.

La gran fiesta musulmana del Ramadán no impedirá la guerra.

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STRINGER / REUTERS Una columna de vehículos militares iraquíes estacionad­a en las afueras de Faluya

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