El castigo que Yamato jamás olvidará
Hallado el niño abandonado por sus padres en un bosque de Japón por portarse mal
Yamato Tanooka, el niño de siete años abandonado por sus padres en un bosque de Japón como castigo por portarse mal, fue hallado ayer sano y salvo tras seis días de búsqueda. El padre del pequeño pidió perdón públicamente.
Esta vez la historia ha tenido un final feliz. El niño japonés de siete años que fue abandonado por sus padres seis días antes en un bosque como castigo por su mal comportamiento fue hallado ayer sano y salvo en un barracón vacío de un campo de entrenamiento militar. La noticia tranquilizó a la sociedad japonesa, que tenía el alma en vilo por la suerte del chico, pero también ha desencadenado un debate en torno a los límites de la disciplina que los padres imponen a los hijos.
Yamato Tanooka fue encontrado a primera hora de la mañana de ayer (7.50 hora local), por casualidad, por un soldado que buscaba guarecerse de la lluvia. Entró en un barracón vacío del campo de entrenamiento que las Fuerzas de Autodefensa (nombre oficial del ejército nipón) tienen cerca de la ciudad de Shikabe y se encontró a un niño acurrucado entre dos colchones.
“¿Eres Yamato?”, le preguntó el militar. “Sí, soy yo”, respondió el niño, que acto seguido le dijo que tenía hambre y el soldado le dio agua, pan y dos bolas de arroz, explicó Manabu Takehara, un portavoz militar a la cadena de televisión pública NHK. Tras el encuentro, el chico se mostró tranquilo en todo momento y ni siquiera lloró, subrayó Takehara.
Trasladado al hospital en helicóptero, a Yamato sólo se le apreciaron algunos rasguños en brazos y piernas, una ligera hipotermia y un poco de deshidratación, según explicó el médico del hospital municipal de Hakodate que lo examinó, quien confirmó que “durante la semana sólo tuvo agua para alimentarse”. Al parecer, habría aprovechado el agua del grifo que había junto a la entrada del barracón para poder subsistir, dijo el portavoz militar.
Lo que al niño quizás le cueste más de curar sean, sin embargo, las heridas sentimentales provocadas por el abandono. Según se desprende de su relato a la poli- cía, se adentró en el bosque convencido de que su familia lo había abandonado para siempre. Una idea que asumió cuando su padre paró el coche la tarde del sábado 28 de mayo, le hizo bajar y le dijo que lo dejaba allí, como castigo por haber estado durante toda la excursión tirando piedras a los vehículos y a la gente que pasaba. Regresaron pocos minutos después, pero Yamato ya no estaba.
El pequeño ya había empezado a andar bosque adentro, asumiendo su suerte. Tras caminar unos cinco kilómetros, desde donde lo dejaron, encontró la valla y la puerta de entrada al campo de entrenamiento militar de Shikabe, en la norteña isla japonesa de Hokkaido. La atravesó, siguió el camino, y unos cientos de metros más allá se encontró con el barracón de chapa ondulada, que se convirtió en su nueva e improvisada casa.
El edificio estaba vacío, pero había unos colchones, que unidos al suelo de madera, le guarecieron del frío, según las imágenes de la cadena ANN. Seguramente
Pasó una semana sólo con agua y se enrolló entre dos colchones para evitar el frío Se adentró en el bosque porque creyó que sus padres lo dejaban para siempre
le salvaron la vida, porque fueron días de lluvia y frío en la región y la temperatura bajó por las noches hasta 5 grados centígrados.
Al trascender que Yamato había sido encontrado con vida, las casi 200 personas, entre soldados y personal civil, que iban a empezar una nueva jornada de búsqueda, rompieron en aplausos. Y sus 900 compañeros de la escuela primaria de Hamawake, en su ciudad natal de Hokuto, estallaron de alegría al saber la noticia.
Mucho más afligido y con sentimiento de culpabilidad apareció ante la prensa su padre, Takayuki Tanooka, de 44 años, según las imágenes de las cadenas japonesas de televisión. “Hemos reflexionado sobre lo que hicimos y fue excesivo. He forzado a mi hijo a vivir momentos penosos”, dijo con voz temblorosa en unas breves declaraciones, en las que pidió disculpas a la escuela de Yamato y a los equipos de rescate por los problemas causados.
“Lo primero que le dicho a mi hijo es: ‘Te pido perdón por haberte hecho sufrir por mi culpa”, dijo Tanooka antes de inclinarse en petición de clemencia.
“Nuestro comportamiento como padres fue excesivo, y eso es algo que lamento extraordinariamente”, dijo acerca de la orden que dio a su hijo de que se bajara del coche. “Yo creía que lo que estaba haciendo era por su propio bien, pero ahora me doy cuenta de que fui demasiado lejos”.
Pero el hallazgo con vida de Yamato y el arrepentimiento de su padre no ha apagado el debate que se ha generado estos días en Japón acerca de la disciplina de los padres hacia los hijos. Una situación en la que se mezcla la cultura tradicional nipona, la idea de que los hijos son una especie de patrimonio familiar y de que criarlos supone un enorme sacrificio económico. Hecho que implica que el maltrato y el abandono infantil sean más comunes de lo que parece en Japón.
Mitsuko Tateishi, una educadora que ha escrito un libro en el que plantea una actitud más relajada por parte de los padres, señaló ayer que “el castigo que eligieron estos padres es inconcebible. No tienen ni idea de como criar a un niño. No intentan explicar lo que es correcto y lo que no lo es. Un niño no es un perro o un gato. Hay que tratar al niño como un ser humano”.
“El castigo que eligieron estos padres es inconcebible”, juzga una educadora “Estaba muy tranquilo y no mostraba signos de pánico”, dijo el médico que le atendió
Tamae Arai, responsable del servicio de apoyo a la familia en un barrio de Tokio, advirtió por su parte que el caso de abandono de un niño debe ser tratado con mucha seriedad. “Los golpes y las patadas no son las únicas formas de maltrato infantil. También hay negligencia”, dijo Arai, que señaló que en el caso de Yamato “podría haber un problema serio”.
La advertencia de este cuidador social tiene su origen en la actitud que adoptó Yamato al sentirse rechazado por sus padres. No lo interpretó como un castigo, sino como un repudio familiar y optó por aceptarlo e iniciar su propia vida, un fenómeno bastante extendido en Japón. Conclusión que da sentido al comentario del médico que le evaluó, al señalar que “estaba muy tranquilo” y “no mostraba signos de pánico”.